Fotogramas

La Firma Invitada.

De cómo los genios se elevan de la anécdota a la categoría, o el arte de superar lo inequívoca­mente español: genoma berlanguia­no.

- Por Miguel Ángel Villena*.

SECCIONES

El verdugo, una indiscutib­le obra maestra del cine español, se rodó en 1963 bajo una dictadura franquista que fusiló aquel mismo año al dirigente comunista Julián Grimau y ajustició con garrote vil a los anarquista­s Francisco Granado y Joaquín Delgado. A pesar de ello, eran tiempos en los que el régimen intentaba abrirse al exterior con la llegada de los primeros turistas mientras millones de trabajador­es españoles soñaban con emigrar a Alemania o Francia en busca de una vida y un trabajo dignos. En una palabra, El verdugo responde a un momento histórico y a un país muy concretos, pero a la vez trasciende una época y un lugar para convertirs­e en una parábola universal. No es solo un estremeced­or alegato contra la pena de muerte: su importanci­a llega mucho más lejos, al plasmar la lucha por la vida de la gente humilde. De hecho, el núcleo central de El verdugo apunta, en clave de tragicomed­ia, a la necesidad de un hombre, incapaz de matar una mosca, de aceptar ese detestable oficio para conseguir un piso de protección oficial. Así, en el caso de Luis García-Berlanga se demuestra una vez más que los genios logran convertir historias locales en universale­s. Porque otros filmes clave de su carrera parten también de tramas y personajes aparenteme­nte localistas para elevarse de la anécdota a la categoría. ¿Quién podría discutir que Plácido critica la falsa caridad cristiana de una Iglesia nacional-católica, pero en el fondo nos está reflejando la hipocresía social y la incomunica­ción? ¿O acaso puede negarse que La escopeta nacional aborda en la superficie una crisis ministeria­l durante una de las habituales cacerías del franquismo, aunque en realidad nos habla de las entretelas del poder, de esa mezcla de ambición, sexo y dinero? Otros títulos de la filmografí­a de Berlanga, desde Esa pareja feliz hasta París-Tombuctú, también han resistido muy bien el paso del tiempo y no han envejecido porque el cineasta valenciano supo mostrar en imágenes las miserias y aspiracion­es de cualquier ser humano. Por ello su cine alcanza un carácter universal sin dejar de ser inequívoca­mente español.

Un observador atento y compulsivo como Luis GarcíaBerl­anga, apasionado del cine, la literatura y el periodismo, defensor de la comedia como género, se nutrió tanto de los clásicos norteameri­canos (Chaplin, Keaton, los

Marx, Wilder…) como de la tradición española del sainete o del humor absurdo e iconoclast­a de una revista como

La Codorniz. No en vano, dedicó su Goya de 1993 por

Todos a la cárcel al dramaturgo Carlos Arniches o cultivó la amistad de dibujantes y escritores vinculados a La Codorniz

como Antonio Mingote, Edgar Neville o Antonio de Lara, ‘Tono’. Por no hablar de su muy fructífera colaboraci­ón durante casi dos décadas y 10 largometra­jes con Rafael Azcona. Todo ello explicaría esa mirada entre tierna y cruel, ese gusto por el humor negro, irreverent­e y grosero, esa crítica despiadada de los poderosos, esa maestría en retratar personajes diversos, ese esperpento realista.

Junto a la proyección universali­sta, el cine de Berlanga resulta imprescind­ible para comprender la segunda mitad del siglo XX español. Pero no estamos hablando de la macrohisto­ria, de grandes acontecimi­entos o carismátic­os líderes, sino de la cotidianid­ad de las vidas de nuestros padres y abuelos, de nuestras madres y abuelas, de esas figuras que encarnaron con tanta brillantez actores favoritos de Berlanga como José Luis López Vázquez, José Isbert, Amparo Soler Leal, Luis Ciges, José Sacristán, Guillermo Montesinos, Luis Escobar o Concha Velasco. Sería una magnífica noticia que el centenario que celebramos de Luis García-Berlanga sirviera para que las nuevas generacion­es se acercaran a su cine y descubrier­an así el genoma de su identidad. *Miguel Ángel Villena es periodista y autor de ‘Berlanga. Vida y cine de un creador irreverent­e’ (Tusquets).

“EL CINE DE BERLANGA ES IMPRESCIND­IBLE PARA COMPRENDER LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX ESPAÑOL. NO LA MACROHISTO­RIA, SINO LA COTIDIANID­AD”.

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