La cripta embrujada
UN MUNDO DE REALIDAD
Las películas para niños ya no son así. Ni las películas para adultos. Un mundo de fantasía (1971), primera versión de Charlie y la fábrica de chocolate,
la deliciosa novela de Roald Dahl, dirigida por Mel Stuart, está llena e incluso rellena de realidad. Realidad fantástica, pero tan espesa como el chocolate, nunca superada por remake alguno,
sea el infográficamente hinchado de
Tim Burton o cualquier otro que nos amenace mañana, correcto y dócil a buen seguro. Ahora que Warner reedita en Blu-ray esta joya, solo superada quizás por Los 5.000 dedos del Dr. T, gracias a su calidad digital se hace evidente que es justo lo ‘no-digital’ lo mágico e insustituible: el cartón piedra, el decorado, la habitación que se reduce de verdad, el río de chocolate lleno de chocolate real, la taza de cera que mastica Gene Wilder (y que escupió después), los deliciosos Oompa Loompas, maravillosos enanos alemanes de verdad… Todo con su peso, su volumen, su relieve. Sueños materializados, pura imaginación cristalizada.
Con toda su malicia, su sadiana jovialidad, juguetona y cruel, con su moral bien probada, inasequible a coyunturas, hoy inclusivas mañana excluyentes, Willy Wonka nos guía por un mundo de fantasía hecho de excitación, terror (hasta los propios actores infantiles estaban muertos de miedo en la escena del túnel, convencidos de que Gene Wilder se había vuelto loco), de color y ‘realidad’, sabiendo que de estar ahí podríamos hincarle el diente. Masticarlo, volar con sus burbujas, ahogarnos en cascadas de chocolate. Eso era el cine cuando fuimos niños: fantasía plasmada en decorados, en un diseño de producción vivo, sólido y siempre más real que el software más sofisticado que Pixar, DreamWorks, Sony o ILM puedan desarrollar jamás.