TODOS A LA ESPERA DEL CINE-EVENTO
Con el verano llegan, al fin, los títulos fenómeno: películas que trascienden la pantalla para convertirse en citas obligadas y erigirse como puntas de lanza de una taquilla que las espera y necesita más que nunca.
Han sido muchos meses de travesía del desierto. La pandemia pegó con fuerza a las salas de cine. Entre cierres obligatorios, restricciones de horarios, de movilidad y sobre todo la falta de contenido y en especial la disminución de estrenos blockbuster, hemos visto como la taquilla de este periodo caía hasta un 80 por ciento sobre las mismas fechas de años anteriores. El sector de la exhibición ha perdido entre 5 y 15 millones de euros al mes, dependiendo de si las salas podían abrir, con limitaciones, o estaban cerradas totalmente. Las distribuidoras independientes nos han ayudado a aguantar estos meses, arriesgándose, estrenando en un momento complicadísimo y atrayendo espectadores que contribuían a compensar la balanza. Su enorme esfuerzo ha estado acompañado por el de miles de trabajadores del sector, con sus contratos suspendidos hasta ahora, hasta la previsible llegada del público, espectadores que desean salir de sus casas para llenar las salas y disfrutar de una opción de entretenimiento familiar y social que genera sentido de comunidad.
Porque si las previsiones se cumplen, julio va a ser el primer mes, gracias a la incorporación de grandes títulos y películas evento, en el que posiblemente dejemos atrás los números rojos. El total de pérdidas acumuladas va a llevar años digerirlo. El camino no ha sido fácil hasta ahora y se prevé complicado, pero es un comienzo.
LA HORA DE LA VERDAD
Ahora es el momento de que el mercado demuestre su potencial. Este verano va a suponer una fase de calentamiento. El sector tendrá que probar si está en un nivel prepandemia en el último trimestre del año. Esa será la etapa de no excusas. Somos conscientes de que todo ha cambiado, el espectador también. Del que iba al cine a ver qué ponían hemos pasado al público que opta por un título y quiere verlo en pantalla grande. Por su espectacularidad, por la imagen, por el sonido o simplemente porque es un plan en familia, grupo o pareja. Por eso se necesitan películas que empujen a salir de casa. Y por eso, más que espectadores, lo que ha faltado estos últimos meses es un caudal normal de películas evento.
Esas cintas que se erigen como un fenómeno anticipado –la última de Santiago Segura, la nueva de Marvel, el regreso de Toretto y familia– y que llegan a su estreno con una notoriedad previa. Ausencia que ha conllevado un descenso en la inversión publicitaria. En condiciones normales, cada fin de semana se invierten alrededor de 1,5 millones de euros destinados a promocionar exclusivamente estrenos de cine. Sin estos impactos, el ánimo se enfría. Ahora toca volver a encenderlo: con campañas de promoción para que la gente vuelva a tener el cine como una opción de ocio preferencial, el boca-oreja y estrenos potentes. Tenemos claro que sin los blockbusters no seríamos viables como sector, pero tampoco lo seríamos sin el cine independiente. El presente y el futuro nacen de su combinación. Y de los film sorpresa, esos éxitos que nos cogen desprevenidos y producen el fenómeno a la inversa: se convierten en evento ya en salas, como Campeones u Ocho apellidos vascos.
Somos optimistas porque la experiencia que ofrecemos y el impacto que generamos en nuestros clientes no se puede replicar en un móvil, una tablet o una TV. Las pantallas gigantes, la oscuridad de la sala o la vivencia –el viaje, la evasión, descubrir nuevos mundos– compartida sin moverse de la butaca. Eso es lo que hace grandes a las películas. También, o más aún, a las películas grandes. Y esto lo saben los clientes y lo saben los ejecutivos que trabajamos para encontrar el punto de equilibrio que permita dar flexibilidad a la exclusividad en cines a la vez que no se daña un negocio que genera una taquilla mundial de 40.000 millones de dólares al año. El futuro es un reto pero todos unidos –creadores, talento, productores, distribuidores, exhibidores, espectadores y administración– debemos conseguir que el cine siga siendo el referente artístico más importante también para las próximas generaciones.
“TENEMOS CLARO QUE SIN LOS BLOCKBUSTERS NO SERÍAMOS VIABLES COMO SECTOR, PERO TAMPOCO LO SERÍAMOS SIN EL CINE INDEPENDIENTE”.