Elegido para la discordia.
Cinco razones para amar (y odiar) a Timothée Chalamet.
Los comentarios en su cuenta de Instagram se dividen entre aquellos que están fascinados con sus poses indie y looks de rebelde con causa hipster, y quienes se muestran alérgicos a su cruzada por ser la definición de modelo maldito fashion neoyorquinamente afrancesado. Como actor, Timothée Hal Chalamet Flender (Nueva York, 1995) también polariza al respetable. Hay quienes lo saludan como el más estimulante actor de su generación y quienes sencillamente no pueden con él, sobre todo cuando se empeña en ser la versión masculina de las heroínas del cine de Greta Gerwig, su directora-musa (Lady Bird, Mujercitas). Cuando el Paul Atreides de Dune seguramente logre por fin hacer de él un actor mainstream, sometemos al intérprete al salomónico juicio de las Cinco razones para amarlo (… y cinco razones para odiarlo).