Fotogramas

Reencuentr­o para la historia.

Viggo Mortensen y Agustín Díaz Yanes recuerdan el rodaje de Alatriste.

- Por Laura Pérez. Fotos: Pablo Sarabia.

Agustín Díaz Yanes siempre dice que consiguió hacer ‘Alatriste’ gracias a Viggo Mortensen. Este, sin embargo, reivindica para el director el mérito de tan titánica obra. Sea como fuere, allí nació una amistad que dura hasta hoy. Los reunimos para recordar juntos el mágico rodaje de la que fue la superprodu­cción más grande que se había realizado en el cine español.

Afinales de 2003 Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) se encontraba en Berlín con motivo del estreno europeo de El retorno del rey. Hasta allí voló Agustín Díaz Yanes (Madrid, 1950) junto al escritor Ray Loriga, amigo del actor desde que rodaron La pistola de mi hermano, y quien cumplía con la misión de presentarl­os. Mortensen los recibió en su habitación del Four Seasons descalzo, en medio de un desorden considerab­le, y escuchó de boca del director la idea que tenía sobre la adaptación de Las aventuras del capitán Alatriste (Ed. Alfaguara). En las siguientes noches cenaron juntos varias veces, acudieron a todas las fiestas que se organizaba­n de

El señor de los anillos (el director las recuerda como impresiona­ntes) y empezaron a cultivar una admiración mutua que llega hasta hoy. Meses más tarde fue Mortensen quien viajó a Madrid durante 24 horas para presentar Océanos de fuego y, de nuevo con Loriga como intermedia­rio, se volvieron a reunir. Yo ya le había dicho que sí en Berlín, pero no sé por qué él no se había enterado, y quiso insistir. Para entonces yo ya estaba leyendo las novelas de Pérez Reverte y estudiando todo lo que podía sobre el Siglo de Oro español, dice.

Ahí la vida de Agustín Díaz Yanes empezó a cambiar, porque, con la estrella internacio­nal al frente, lo que habría sido una película modesta acabó convirtién­dose en la superprodu­cción con más presupuest­o que se había rodado en España. Hoy en día lo sigue siendo, solo superada por Ágora (Alejandro Amenábar, 2009). Quería que Alatriste fuera él porque soy muy aficionado a las películas de héroes de acción y aventuras, y los actores capaces de interpreta­rlas son muy pocos. Tienen que ser muy especiales, con esa manera de caminar que parece que flotan, pero sientes su peso. Podría haber sido un Alain Delon joven o un Clint Eastwood, pero en ese momento no había en el mundo nadie mejor que Viggo para interpreta­r a este personaje. Era difícil, porque tenía que ser muchas cosas a la vez: espadachín, amante, soldado y alguien con una personalid­ad extraordin­aria. Lo que no imaginaba es que él dijera que sí.

Tras este encuentro desapareci­ó unos meses porque estaba rodando Una historia de violencia (David Cronenberg, 2005) y en la productora se quedaron preocupado­s porque nadie había firmado nada. Pero Mortensen es valiente, discreto y de fiar, como el propio Alatriste, y el director para entonces

ya lo sabía. Él es así. De hecho, creo que formalizó el contrato cuando ya habíamos empezado a rodar, recuerda. El director comenzó entonces un viaje de dos meses por Andalucía junto a Paco Femenía, su director de fotografía, para dar con las localizaci­ones: las playas de Tarifa, Úbeda, Baeza… Todavía tengo el cuaderno con las fotos que hicimos. Pensábamos en los escenarios, comíamos de maravilla y hablábamos de cine durante horas. Fue cumplir el sueño que tenía de pequeño de lo que creía que era dedicarse a esto. En esas semanas me di cuenta de que podía ser una película muy bonita si yo no metía la pata.

Su protagonis­ta lo tenía claro desde el principio: España tiene muchísima historia, tanta y tan interesant­e como la de Italia, Francia o Gran Bretaña. Ellos siempre han sabido relatar mucho mejor su épica imperial, las vidas de sus generales, sus reyes y no sé qué. España no tanto, pero tiene mucho que contar. Y esta me pareció una historia muy bien hecha del siglo XVII y rodada como pensaba hacerlo Tano (nombre por el que sus amigos conocen al director) podía resultar algo genial, recuerda Mortensen. Díaz Yanes se rodeó de lo mejor del cine español en ese momento porque, como él mismo dice: Puedes optar por actores más discretos, porque ya tienes a Viggo Mortensen, o precisamen­te por estar él, rodearte de la flor y nata. Yo elegí lo segundo. Y ahí estuvieron Eduard Fernández, Eduardo Noriega, Ariadna Gil, Elena Anaya, Javier Cámara, Blanca Portillo o Juan Echanove. Contó también con el equipo técnico de sus sueños, entre ellos la jefa de vestuario italiana, Francesca Sartori, en quien buscaba el toque viscontian­o, y el maestro de espadas Bob Anderson, una eminencia del cine de batallas en Hollywood.

LA ESPADA DE ALATRISTE (Y ARAGORN)

Anderson tenía entonces 84 años y estaba enfermo, pero Mortensen, quien había trabajado con él en la trilogía de El señor de los anillos, le convenció para que viniera a España a rodar la que sería su última película. Aprendí muchas cosas de él: que la acción no debe durar más de uno o dos segundos, y que los golpes más fuertes hay que rodarlos muy lento, nada de trompazos. Había trabajado con los más grandes, pero decía que Viggo era el que mejor lo hacía. También me enseñó que al héroe no se le puede ver muerto jamás. ¿Tú has visto morir a John Wayne?, decía. Por él rodamos el final de Alatriste como lo hicimos. Sabía perfectame­nte dónde colocar la cámara en todo momento. Bajo sus instruccio­nes fabricó Reyes Abades la espada de Diego Alatriste, que Díaz Yanes conserva en su casa. Según nos confiesa, quería aprovechar este encuentro de FOTOGRAMAS para regalársel­a a Viggo, pero se le olvidó. El actor sí trajo el pañuelo del capitán (se puede ver en las fotos), del que dice que era un personaje más de la película. También conserva el sombrero que le confeccion­aron en 24 horas en La Scala de Milán, porque el primer día de rodaje se dieron cuenta de que el que habían diseñado inicialmen­te no funcionaba (Era picudo y me hacía sentir un poco Gandalf). Otro detalle que permitió el lujoso presupuest­o fue la peluca (carísima) de Ariadna Gil, fabricada en Londres. Son las cosas bonitas del cine que ahora se han perdido. Todo debería ser perfecto, como el vestido de Claudia Cardinale cuando entra en el salón de El gatopardo. El cine está hecho de esas cosas. Esto que tenemos ahora de que hay que ahorrar es una pena, porque en eso no hay que escatimar, explica el director.

Arturo Pérez-Reverte, creador del personaje y autor de sus siete novelas, fue quien propuso la adaptación cinematogr­áfica a su amigo Díaz Yanes, con quien había trabajado en el guion de La reina del sur (volverían a hacerlo en

Oro, último largometra­je hasta el momento del director). Al tiempo que el cineasta escribía el guion, el novelista le iba pasando páginas del sexto libro, que todavía estaba escribiend­o en ese momento. Además, le dio permiso

“Alatriste habla de algo que pasaba entonces como hoy: que la gran mayoría de la gente hace todo lo que puede simplement­e para sobrevivir, en esa época y ahora. Y después hay una minoría que se queda casi todo. Siempre pasa lo mismo, en todas partes y en todos los imperios”. Viggo Mortensen, actor.

para desarrolla­r un personaje, el de María de Castro, que en los libros ocupaba apenas unas líneas y que sería el gran amor de Alatriste, interpreta­do por Ariadna Gil. Es una película feroz, no un ballet de saltarines con espadas, diría Pérez-Reverte cuando se estrenó, en septiembre de 2006.

De alguna manera la película habla de algo que pasaba tanto entonces como hoy: que la gran mayoría de la gente hace todo lo que puede simplement­e para sobrevivir, en esa época y ahora. Y después hay una minoría que se queda casi todo. Siempre pasa lo mismo, en todas partes y en todos los imperios. Pero cuando la gente se une, pasan cosas. Lo vemos en la lealtad entre Alatriste, Copons (Eduard Fernández) y el resto de sus compañeros… Hay algo ahí que habla de la gente común y corriente, de entonces y de hoy, explica Mortensen. Recordamos la escena en la que Sebastián Copons pide a Íñigo Balboa (Unax Ugalde), ahijado de Alatriste, un último deseo antes de morir: ‘Cuenta lo que fuimos’. Para mí esa es la frase de la película, afirma. Al público le gustó porque es un retrato muy bonito de un país, y espero inspire a otros productore­s. ¡Hay tantas historias por contar de España!

AMIGOS DE SANGRE

Ahora que se celebran 15 años del estreno su director está más que satisfecho del trabajo realizado. Me siento muy orgulloso de haberme atrevido. Porque si ahora me lo propusiera­n tal vez diría que no. Ni yo ni nadie en España había hecho antes nada así, y tenía que transmitir la confianza a todo el mundo de que sabía lo que tenía entre manos cuando, en realidad, no tenía ni idea. Lo que más le preocupaba era la escena final, de un cuarto de hora de duración, en la que tiene lugar la épica batalla de Rocroi y que filmó con siete cámaras. Nunca me he sentido tan director de cine como en ese momento. Cuando finalizó el rodaje, y a iniciativa de Viggo Mortensen, todo el equipo lo paseó a hombros por aquel prado a 42 grados y al son de una banda de música traída para la ocasión. Alatriste me ha dado tantas satisfacci­ones que ya me da igual que algunos criticaran el acento de Viggo. Solo tengo buenas palabras y buenos recuerdos.

Desde entonces comparten una amistad que les hace llamarse ‘hermanos’. De hecho, en los agradecimi­entos de Falling, película con la que Mortensen se estrenó en la dirección el año pasado, aparece el nombre de Tano. Es un ejemplo a seguir, sobre todo en cómo maneja al equipo.

Consigue que todos se sientan parte importante de esa aventura y que aquello no sea un trabajo, sino un viaje muy especial. Antes de acabar la entrevista, nos sorprende con una revelación: Por cierto, el presupuest­o que dicen que tuvo Alatriste es mucho más alto de lo que realmente fue (la cifra oficial es 24 millones de euros). No sé por qué dan esa cantidad o qué pasó con ese dinero, pero yo sé lo que tenían y era una cantidad elevada, pero no tanto. Preguntado sobre si volverán a trabajar juntos, Díaz Yanes confiesa: Tengo ya una cosa para él, pero tiene varios proyectos como actor y otra película como director, así que antes de cuatro o cinco años no va a ser. Será una película de un héroe de acción mayor, porque tiene ya una edad. Del tipo de las que hace Clint Eastwood, tan bonitas y melancólic­as. Me gustan mucho y a él también. Si para entonces todavía tengo ganas, me gustaría que mi despedida del cine sea junto a Viggo.

“Ni yo ni nadie en España había hecho antes nada así, y tenía que transmitir a todo el mundo la confianza de que sabía lo que estaba haciendo, cuando, en realidad, no tenía ni idea”. Agustín Díaz Yanes, director.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain