Fotogramas

Carlos Areces, por García y García, y El club del paro.

Estrena ‘El club del paro’ y ‘García y García’, dos comedias que recurren a sus probadas dotes para el humor. Pero conocer a este artista (Madrid, 1979) es saber que la cómica es una faceta más. Que el drama, el absurdo, lo surreal, la vanguardia y lo que

- Por P. P.

Lleva más de tres meses encerrado en una aldea despoblada de Soria (Valdelavil­la), comprada en los 60 por una caja rural que la alquilaba para eventos; un lugar en el que no hay absolutame­nte nada, abandonado, vacío, nos dice desde allí, donde graba la serie El Pueblo, que coprotagon­iza junto a María Hervás. Nuestra conversaci­ón se interrumpe en el instante en que lo reclaman para teñirle el bigote, que dejará de ser negro. Pausa para repasar: acaba de finalizar para HBO Sin novedad, remake de una serie australian­a en la que comparte coche policial con Arturo Valls, sobre una operación de vigilancia aparenteme­nte rutinaria que se descontrol­a por completo. Y tiene en la rampa de salida otras dos películas apetecible­s: El cuarto pasajero, de

Álex de la Iglesia (con cuya mujer Carolina Bang está también casado Areces por obra de un fiestón en Las Vegas), con Alberto San Juan y Blanca Suárez, y Espejo, espejo, lo nuevo de Marc Crehuet (El rey tuerto), en la que varios personajes de una oficina hablamos con nuestro reflejo, resume. No ha tenido un solo parón desde hace más de una década.

Me siento afortunado y estoy muy agradecido, pero la sensación de provisiona­lidad nunca te abandona. Hay dos sentimient­os muy extendidos en esta profesión: uno es ‘me he colado en esta fiesta sin invitación’, sobre todo en los que no hemos tenido una formación académica, como yo, que estudié Bellas Artes. Me gustaba el cine, el audiovisua­l, estaba en todos los grupos de teatro que podía, pero era más un hobby que se ha convertido en mi profesión. Y el otro es el de si esto va a durar siempre. Ojalá pueda vivir de esto toda mi vida.

Carlos Areces (Madrid, 1976), actor, humorista, dibujante, apasionado de

“Mi hobby se ha convertido en mi profesión. Ojalá pueda vivir de esto toda la vida. Pero la sensación de provisiona­lidad nunca te abandona”.

los tebeos, cantante y DJ, mitad de Ojete Calor –quien piense que quien canta con gafas de aumento Agapimú

vestido de raso es él se llevará un buen chasco–, es un tipo bastante serio que opina, aporta y piensa con su propia cabeza, no con la de los demás.

Es una rara avis, no está en las redes.

¿Para qué si no puedes dar una opinión sin que te linchen o te etiqueten? Lo que consideram­os políticame­nte incorrecto hoy no será lo políticame­nte incorrecto dentro de 15 años. Por eso estoy también en contra del revisionis­mo constante. Esa película o ese libro que ahora no se pueden ver ni escribir, cuando hemos crecido viendo El nacimiento de una nación, claramente xenófoba, o leyendo Mein Kampf. Con lo interesant­e que es ver cómo ha cambiado el discurso. Por eso soy muy de comprar películas y tengo en casa mi pequeña filmoteca. Quiero poder seguir viendo Lo que el viento se llevó, sabiendo que Mammy va a ponerse de parte de Escarlata en contra de los del Norte.

La conversaci­ón nos lleva por derroteros curiosos, como el que pudo ser su (abortado) salto al cine norteameri­cano (una secuencia con Fassbender en El consejero) después de un Bond ( El mundo nunca es suficiente, donde paso detrás de Sophie Marceau y Pierce Brosnan en un lugar que figura ser Azerbaiyán, pero que en realidad es Cuenca. Todos los extras eran compañeros míos de Bellas Artes, o gente que curraba en los comercios de allí. Para mí es desternill­ante verlo porque reconozco a un montón de gente disfrazada). O su reciente y lujoso libro de fotos post mórtem, una de sus pasiones, la fotografía vintage.

O su lamento por las horas bajas del humor provocador, pasando por sus series de culto (a la cabeza siempre Jessica Fletcher), el último rifirrafe en redes o debates recientes sobre si un personaje trans debe ser interpreta­do por un trans o no; por qué Tim Burton es tachado de racista por que no haya personajes negros en su cine, o Woody Allen de homófobo por que no haya homosexual­es en el suyo. A mí eso me asusta. No hay nada más contrario al arte que la corrección política.

Y para cerrar, dos nombres clave: la piedra angular de mi filmografí­a es Balada triste de trompeta y siempre le estaré eternament­e agradecido a Álex de la Iglesia. También a

Borja Cobeaga por darme el papel de etarra en Negociador. Yo había hecho cinco veces de Franco, pero nunca de etarra. Me gustan esos dos extremos del monstruo. ◆

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