Fotogramas

Blanca Portillo, por Maixabel.

- Por Sonia Guijarro. Fotos: Pablo Sarabia.

Con la emoción (no siempre) contenida, la actriz nos habla de su debut con Icíar Bollaín, “una bendición”; del vértigo ampliament­e anhelado de enfrentars­e sin paliativos a la mirada de Luis Tosar, y de la lección de su vida, “impartida por la más generosa de las maestras”, la verdadera ‘Maixabel’, que la ha acompañado en este conmovedor viaje al centro del conflicto vasco desde una perspectiv­a desconocid­a. Una fórmula magistral, defendida como álter ego por Blanca Portillo, que luchará por la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián.

Recibir a Blanca en nuestro plató es abrir las ventanas de par en par y dejar que el sol entre a espuertas, que la brisa ventile cualquier resquicio de mala vibración y que la palabra, en la más amplia de sus acepciones (también esa que hace referencia al honor y la dignidad), se haga dueña del encuentro. Ya no está caracteriz­ada de Maixabel, la viuda de Juan María Jáuregui (víctima de ETA en 2000) que accedió a hablar con los asesinos de su marido, pero en aquellas siete semanas de rodaje entre Guipúzcoa y Álava, y los meses previos de inmersión, algo llegó para quedarse: Su coherencia infinita, su gran humanidad, ese dolor transforma­do en impulso para sanar las heridas…, sin duda con Maixabel ha habido un antes y un después. Yo ya no soy la misma. Excelente reclamo para indagar en la nueva Blanca Portillo.

DE COHERENCIA Y LECCIONES DE VIDA

¿Hasta qué punto puede una película, en este caso Maixabel, cambiarle la vida a la actriz que la protagoniz­a?

En Maixabel vemos lo que nunca nos habían enseñado, el dolor de todas las partes y el proceso de sanación que lleva a cabo cada una de ellas. El gran hallazgo de Icíar (Bollaín) es haber escarbado en el lado humano de los acontecimi­entos, ese que olvidamos tantas veces, al que yo me he acercado con el máximo respeto porque es imposible vivir lo que ella vivió. No se trataba de imitar a Maixabel porque Maixabel ya existe, está ahí. Esa mujer tiene una coherencia infinita. Desde que era muy joven, junto a su marido, siempre pensó que todo el mundo merece una segunda oportunida­d. Cuando le tocó sufrirlo en sus carnes, no solo continuó pensando lo mismo, sino que lo llevó a cabo con los asesinos de su marido. Esa grandeza de espíritu, esa alma… Para mí ha sido una lección de vida, me ha hecho verme de otra manera, cuestionar­me cosas que yo creía certezas y no lo son. ¡Cuántas veces digo cosas que no sé si seré capaz de llevar a cabo! O juzgo sin tener toda la informació­n.

“NO SE TRATABA DE IMITAR A MAIXABEL, PORQUE MAIXABEL EXISTE, ESTÁ AHÍ. SU GRANDEZA DE ESPÍRITU, SU ALMA, SU GENEROSIDA­D, ME HAN HECHO CUESTIONAR­ME COSAS QUE YO CREÍA CERTEZAS Y NO LO SON”.

Ahora procuro ser menos categórica, no creerme en posesión de la verdad. Conocerla me ha ayudado a conocerme a mí misma. Ella habla de una segunda oportunida­d y se incluye, yo también quiero mi segunda oportunida­d cuando me equivoco, poder reconstrui­rme. ¡Es tan generosa!

Un lado humano que, en este caso, es más humano si cabe puesto que la protagonis­ta, Maixabel, es una mujer real, que además ha estado con usted durante el rodaje, aconsejánd­ola.

Ayer hablé con ella; el día de mi cumpleaños me dijo que brindaría por mí; de vez en cuando hablo con su hija María… No quiero perderla, es de esas personas que hay que tener cerca. La manera en la que Maixabel afronta la vida es admirable. Ella le otorga un valor inmenso al recorrido que han hecho los arrepentid­os, los asesinos de su marido, a los que califica como los auténticos deslegitim­adores de la violencia. ¿Es eso grande o no lo es? Yo podía ver a través de sus ojos en nuestras charlas, pero nunca fue invasiva.

¿Y qué veía exactament­e en esos ojos?

No había conocido a una víctima directa del terrorismo de ETA. Es un tema que siempre me interesó, como a todos porque es nuestra historia. Antes de tener el guion [de Icíar Bollaín e Isa Campos] en mis manos, yo sabía que Maixabel existía, había leído sobre ella, había visto el documental de

Jon Sistiaga ETA, el final del silencio, sobre sus encuentros con los asesinos. Pero ahora estaba conmigo, y yo iba a contar su drama. Ha sido todo muy fuerte, muy grande.

No fue usted la única candidata de Icíar, ¿cierto?

Cierto. Siempre he admirado a Maixabel, antes desde otro lugar. Un día me entero de que Icíar está buscando a una actriz para interpreta­rla. Tenía cinco opciones y yo era una de ellas. Quería verme. Yo pensé entonces: No puede ser, la vida rima.

Por suerte conozco al filósofo Reyes Mate, involucrad­o en aquellos Encuentros Restaurati­vos, y lo llamé para que me ayudara a construir esa primera aproximaci­ón. Al terminar la prueba le dije a Icíar: No me importa si me coges o no, lo único que te pido es que cuando estés rodando me dejes estar, necesito conocer a esa mujer y quiero ver cómo haces esto.

Icíar se echó a reír y no supe de ella hasta el día de mi cumpleaños (15 de junio). Ese día, una llamada me confirmó que el papel era mío. Primero, la ilusión. Después llegó el terror.

¿Qué hizo con esos miedos?

Encomendar­me a la directora, que me ha dado la confianza necesaria para sacudirme el yo no voy a ser capaz de hacer esto. Nunca miro el combo en el rodaje, no me gusto, solo la miraba a ella. Si a ella le duele y le convence, lo doy por bueno. Pongo mi oficio al servicio del equipo, jamás habría podido hacerlo sin la mirada de Icíar. Soñaba con trabajar con ella, y ha sido una bendición.

¿Realmente cree que se puede perdonar algo como lo que perdonó Maixabel?

Haciendo la película me he dado cuenta de que nos ha faltado siempre mucha informació­n, nos llega sesgada por ambas partes. Cuando no tienes informació­n emites juicios de valor sin entender. Ojo, que entender no es justificar, bajo ningún concepto puede justificar­se la violencia. Es más fácil y más cómodo elegir entre blanco y negro, yo soy buena persona y el otro es malo, punto. Pero hay matices, siempre. Las primeras veces que me aproximé a Maixabel le dije: Mi trabajo consiste en construir seres humanos y entender por qué son como son. Para eso tengo que indagar en tu círculo y en el de la otra parte. Maixabel es muy consciente del esfuerzo vital de arrepentim­iento. Hasta tal punto, que en la película hay un momento en que le dice al etarra Ibon:

No querría ser tu madre. Y el exterroris­ta responde: Yo preferiría ser Juan Mari.

Entre el equipo hay decenas de premios Goya, tres de Tosar, once del compositor Alberto Iglesias, tres de Clara Bilbao por sus vestuarios. Usted ha tenido tres nominacion­es, ¿podría materializ­ar Maixabel por fin el Goya?

No lo sé, pero tampoco me importa. Haber podido construir a esta mujer es un premio en sí mismo, esto me lo llevo yo para mí, no necesito una figurita. ¿Que viene? Fenomenal. Pero cuando haces trabajos tan profundos lo hermoso es hacerlos. Me preocupa más llegar a los espectador­es que quienes deciden si merezco la figurita.

Por merecerla, su interlocut­or Luis Tosar (Ibon Etxezarret­a), que por cierto ya es habitual de Bollaín, también sería buen candidato.

Siento por Tosar una admiración que raya la demencia. Probableme­nte era el único actor con el que me daba miedo trabajar, incluso diría terror. Ahora me dices: Vas a trabajar con Al Pacino y me muero de la ilusión, pero Tosar eran palabras mayores. Hay algo en su mirada que me impone. Solo nos habíamos visto una vez en la vida, cuando yo dirigía el Festival de Teatro de Mérida y él vino a ver un espectácul­o. Hola y adiós. Al saber que él sería el terrorista con el que Maixabel habla en la película le hice una propuesta a Icíar que me compró: No puedo imaginar cómo es sentarme delante de él, mirarle a los ojos con el terror que me produce. ¿Qué pasaría si no nos viéramos hasta el instante en que rodamos juntos la primera escena del encuentro?, le dije. Ni siquiera quise saber en qué hotel se alojaba. Esa primera escena fue el momento más bestia de mi carrera.

El siguiente, ¿podría ser la dirección?

Podría, aunque antes de ponerme en marcha con dos cortos que ya tengo preparados terminaré de grabar (en noviembre)

MAIXABEL: BASADA EN (DOLOROSOS) HECHOS REALES

Maixabel Lasa (Blanca Portillo) perdió a su marido, el ex gobernador civil de Guipúzcoa (y su pareja desde los 16 años) Juan María Jáuregui, en un atentado de la banda terrorista ETA el 29 de julio de 2000. Once años después, uno de los asesinos arrepentid­os (Luis María Carrasco) solicita reunirse con ella en la cárcel alavesa de Nanclares de Oca en el marco de los denominado­s Encuentros Restaurati­vos. Maixabel, directora de la Oficina para las Víctimas del Terrorismo, accede a hablar con él (y después con Ibon Etxezarret­a-Luis Tosar) porque todo el mundo merece una segunda oportunida­d. La directora de Maixabel, Icíar Bollaín, considera que hay algo profundame­nte humano en lo que hace Maixabel: hacer saber a los asesinos el dolor causado, pedir respuestas y sopesar la sinceridad de su arrepentim­iento. También ellos han sufrido, y juntos intentan emprender el viaje de la reparación y la esperanza. la serie Días mejores [Alejo Flah, Arantxa Echevarría y Jota Linares, para Amazon] en la que interpreto a una psiquiatra que trabaja con gente en proceso de duelo. Yo misma perdí a mi madre hace poco y la vida siempre me regala personajes que me ayudan. El año que viene vendrá el monólogo Silencio

de Juan Mayorga en El Español, que hace dos años que no hago nada nuevo en teatro, y después me pondré con algo que me apetece todo, la película Teresa, de Paula Ortiz, adaptación de La lengua en pedazos, sobre la historia de Teresa de Jesús.

De lo más variado. El sueño de cualquier actriz…

Siempre he seguido el criterio de hacer las cosas que yo entiendo buenas para la sociedad. Suena un poco grandilocu­ente pero es que los actores cumplimos una labor social. Tuve un maestro que siempre me decía: Huye del ‘cualquierc­osismo’, no vale todo. Por eso mi carrera ha ido más o menos por donde yo quería, construida más con los noes que con los síes.

¿Ese ‘sí’ que guarda como oro en paño?

La Agustina de Volver (Almodóvar, 2006). Me tocó fuerte por su vínculo con la muerte, que es algo que yo llevo fatal.

Hablemos entonces de los vivos. ¿Cuál es su momento vital?

En estado de inmersión, hacia dentro, de autoanális­is, de hacer balance de si he aprovechad­o bien la vida. Tengo 58 años, sé que me queda menos que lo vivido. Sin embargo, tengo la sensación de una juventud increíble, de novedad. Mi profesión me sigue sorprendie­ndo, mis afectos cercanos están vivos y frescos, me puede la curiosidad y he dejado aparcadas la exigencia y la soberbia, me he reconcilia­do con una parte de mi profesión que antes juzgaba severament­e.

“SIENTO POR LUIS TOSAR UNA ADMIRACIÓN QUE RAYA LA DEMENCIA. PROBABLEME­NTE ES EL ÚNICO ACTOR CON EL QUE ME DABA TERROR TRABAJAR, ESA MIRADA…”.

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 ??  ?? “AL TERMINAR LA PRUEBA LE DIJE A ICÍAR (BOLLAÍN): NO ME IMPORTA SI NO ME COGES, LO ÚNICO QUE TE PIDO ES QUE CUANDO RUEDES MAIXABEL ME DEJES ESTAR, NECESITO CONOCER A ESA MUJER”.
“AL TERMINAR LA PRUEBA LE DIJE A ICÍAR (BOLLAÍN): NO ME IMPORTA SI NO ME COGES, LO ÚNICO QUE TE PIDO ES QUE CUANDO RUEDES MAIXABEL ME DEJES ESTAR, NECESITO CONOCER A ESA MUJER”.
 ??  ?? “NO SÉ SI ESTE ES UN TRABAJO DIGNO DEL GOYA, PERO TAMPOCO ME IMPORTA. HABER PODIDO CONSTRUIR A ESTA MUJER ES UN PREMIO EN SÍ MISMO, NO NECESITO LA FIGURITA. ¿QUE VIENE? FENOMENAL, PERO ME PREOCUPA MÁS LLEGAR A LOS ESPECTADOR­ES, QUE LA CONOZCAN”.
“NO SÉ SI ESTE ES UN TRABAJO DIGNO DEL GOYA, PERO TAMPOCO ME IMPORTA. HABER PODIDO CONSTRUIR A ESTA MUJER ES UN PREMIO EN SÍ MISMO, NO NECESITO LA FIGURITA. ¿QUE VIENE? FENOMENAL, PERO ME PREOCUPA MÁS LLEGAR A LOS ESPECTADOR­ES, QUE LA CONOZCAN”.
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