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La memoria belvederiana funciona a base de destellos nostálgico-cinéfilos. Solo así se entiende que viendo Charlatán estuviera todo el rato pensando en Murmullos en la ciudad
( Joseph L. Mankiewicz, 1951).
Que sí, que la Annette de Leos Carax podría etiquetarse como un musical bizarro, pero no tanto como nuestro Los extremeños se tocan (Alfonso Paso, 1970).
Soy el único en el cine que se lo pasa pipa con Misterio en Saint-Tropez, o Puñales por la espalda a la medida de un desatado Christian Clavier cada día más Louis de Funès.
Hago caso al hijo de mi sobrino (el divorciado) y antes de ir a ver Reminiscencia reviso Te amo, te amo ( 1968), de Alain Resnais, y Lemmy contra Alphaville (1965), de Godard.