UNA SETENTONA DE MUY BUEN VER
En ‘El gran carnaval’, devastador retrato del periodismo rodado por el cineasta Billy Wilder, un reportero mediocre retrasa la salvación de un hombre atrapado en una mina para adquirir notoriedad. El 70º aniversario del film nos lo devuelve más trascenden
Hay una costumbre adanista de considerar
Los Simpson como una ficción predictiva. Puede que a veces lo haya sido. Pero también chupa de la tradición. Lo bueno es que la serie tiene la virtud de disfrutarse igual si se pillan todas las referencias como si no. Antes de que se acabe el año, habrá que recordar una de las grandes películas de 1951. Una de las que este año han cumplido los 70 junto a Quo Vadis, La reina de África, El río, Extraños en un tren, Ultimátum a la tierra, Un lugar en el sol, Un tranvía llamado deseo, Un americano en París, Milagro en Milán… El gran carnaval, de Billy Wilder, con un Kirk Douglas malvado como pocas veces. Cuando se citan las mejores películas de periodistas (esa categoría onanista para tantos) no siempre se menciona El gran carnaval, quizá porque los periodistas no salen muy bien. Charles Tatum es un tiparraco que irrumpe en el pequeño periódico de Nuevo México a por trabajo igual que llega Charles Foster Kane al Inquirer para dirigirlo. Tanto el antiguo director de este como el director del periódico de Tatum, que lleva tirantes y cinturón, son periodistas dignos. A Tatum le ‘estorba’ el letrero bordado en la redacción del Alburquerque Sun-Bulletin (‘decir la verdad’). Tras un año aburrido en el periódico, Tatum se encuentra con una historia. Una que también hay que alimentar. Un minero indio se queda atrapado en un túnel y Tatum ve la oportunidad de volver a triunfar. En connivencia con el sheriff, necesita una semana de espectáculo y retrasa el rescate. Las dieciséis horas que le anuncian para sacar al hombre no le parecen bien. Le proponen otra opción que tardaría siete días. Perfecto para vender periódicos.
Con Julen en 2019 cualquiera que la hubiera visto, pensaba en la película. Y en Bart. A veces todo ha pasado antes en el cine o la televisión. El capítulo de Los Simpson, de enero de 1992, es Radio Bart (tercera temporada). Bart tira la radio de un walkie en un pozo y hace creer a Springfield que un niño llamado Timmy está en el fondo. Se monta el rescate/espectáculo. Luego el propio Bart se cae al pozo, pero, al saberse la gamberrada, suspenden el operativo. Además, ha aparecido una ardilla con la cara de Lincoln. Y eso sí es importante. En 2017, y tras un terremoto en Morelos (México), se montó la historia falsa de que una niña estaba bajo los escombros. Al principio se llamaba Frida y luego Sofía. Al final, el único cuerpo que se rescató fue el de una mujer. La indignación se desató. Y la TV Azteca emitió el episodio Radio Bart para poner en evidencia al Televisa, que había montado la historia. También podían haber puesto El gran carnaval.
Vista ahora es todavía más actual que en 1951. Cruel y real, pero también exagerada. Piensas de manera inmediata en el tratamiento actual de los sucesos en los programas de televisión. Claro que aquí mientras buscaban a Julen no se instaló en los alrededores una noria, un tiovivo, un circo y puestos de comida para atender a los miles de curiosos. El circo es hoy metafórico, pero igual de real. Cuando se estrenó, la película tuvo malas críticas y perdió dinero. El estudio cambió el título de The Ace Hole (‘un as en la manga’, pero con el juego de palabras en inglés de hole, ‘agujero’) a The Big Carnival para atraer más espectadores. No lo consiguió. Hoy es una setentona indiscutible.
“VISTA AHORA EL GRAN CARNAVAL ES AÚN MÁS VIGENTE. PIENSAS EN EL TRATAMIENTO ACTUAL DE LOS SUCESOS EN LOS PROGRAMAS DE TELEVISIÓN”.