CRÓNICA DEL DESENCANTO
Algo tan cotidiano como llevar de vuelta a sus hijos a casa inspiró a Félix Viscarret (Pamplona, 1975) la trama de Una vida no tan simple, su cuarto largometraje de ficción, con guion propio, que acaba de rodar en Bilbao, con Miki Esparbé al frente del reparto. El director de Bajo las estrellas, por la que ganó el Goya a Mejor Guion Adaptado, y codirector de la serie Patria, sendas adaptaciones de novelas de Fernando Aramburu, hace una pausa en el montaje del film para hablar en exclusiva con FOTOGRAMAS. Aquel día mis amigos se fueron a un estreno mientras yo me quedé con mis críos, que se habían dormido en el coche, recuerda. Tuve que cargar con ellos en mitad de la noche hasta dejarlos en sus camas. En esos momentos me preguntaba dónde estarían mis colegas y sentí melancolía por haber perdido la libertad de la juventud; pero por otra parte experimenté el sentimiento de que vivía algo hermoso, de haber encontrado mi lugar en el mundo y que mis críos daban sentido a prescindir de lo que podía quedar atrás.
El humor como bálsamo. El protagonista de la historia es Isaías, un arquitecto para quien, entrado en la cuarentena y con cargas familiares, se ha pasado ya el tiempo de los éxitos, cuando era una joven promesa. Más que un relato autobiográfico es un reflejo de un estado de ánimo fruto de diferentes experiencias vitales, un guiño melancólico e irónico al paso del tiempo, aclara Viscarret. El actor Miki Esparbé, visto recientemente en las series Reyes de la Noche e Historias para no dormir, fue desde el principio el candidato ideal para el papel. Es muy trabajador y versátil y tiene un don innato para la comedia. Esto era esencial para que Isaías transmitiera esa mirada un poco neurótica que tenemos todos a veces ante desastres que resultan cómicos a pesar de que son angustiosos. Álex García, como Nico, encarna a su amigo y socio, que no acaba de asumir la edad que tiene; Julián Villagrán es Rascafría, otro compañero arquitecto, que ha entendido mejor los tiempos; Olaya Caldera, su esposa, Ainhoa; Ramón Barea, un constructor de toda la vida, don Antonio, y Ana Polvorosa, una madre, Sonia, con la que coincide en el parque al que lleva a sus hijos, que se convertirá en su paño de lágrimas.
Rodar durante el diluvio. No es casual que Isaías sea arquitecto en la película. Es una profesión con una parte creativa y otra industrial, como el cine; pero evité vincular la trama a este último mundo por temor a que la historia me saliera demasiado endogámica. El peligro real fueron, sin embargo, las recientes lluvias torrenciales que se prolongaron durante semanas en la capital vizcaína y que llegaron a amenazar la continuidad del rodaje, una vez filmados todos los interiores. Producen Lamia y A Contracorriente Films.
“REFLEJO UN ESTADO DE ÁNIMO FRUTO DE EXPERIENCIAS VITALES, Y HAGO UN GUIÑO MELANCÓLICO Y CON HUMOR AL PASO DEL TIEMPO”.