‘Drive My Car’.
Ryûsuke Hamaguchi se ha convertido en el último fenómeno asiático en un tiempo récord. Hablamos con el cineasta nipón, hoy en día, una de las grandes voces del séptimo arte contemporáneo.
Un afamado director de teatro, tras perder a su esposa, acepta una residencia para dirigir el montaje de Tío Vania mientras se enfrenta a los fantasmas de su relación.
La ruleta de la fortuna y la fantasía cinéfilas. A veces ocurren pequeños milagros con ciertas películas que alcanzan una dimensión inesperada. Es lo que está pasando con Drive My Car, último trabajo del japonés Ryûsuke Hamaguchi que llega a la cartelera pocos meses después de su anterior film, La ruleta de la fortuna y la fantasía
(2021), y que se ha posicionado como la gran favorita para conseguir el Oscar a Mejor Film Internacional. ¿Qué tiene de especial esta obra de 179 minutos basada en un relato corto de Haruki Murakami? Entre otras muchas cosas, su sensibilidad a la hora de hablar sobre la incomunicación, la soledad, el desarraigo y la pérdida, tomando como vínculo el texto de Tío Vania, de Antón Chéjov. Cuando Hamaguchi leyó el relato Drive My Car, incluido en la compilación Hombres sin mujeres (Ed. Tusquets), sintió una inmediata conexión con su universo particular. Los personajes principales, Yûsuke Kafuku
(Hidetoshi Nishijima) y Misaki Watari
(Tôko Miura), no son precisamente habladores, pero conectan de forma espiritual. Tienen una relación muy