PREGUNTAS SIN RESPUESTA
¿Por qué hay quien, en lugar de dejarse llevar por la arrebatada historia que cuenta, se fija en la ‘insalvable’ diferencia de edad entre los personajes de Alana Haim y Cooper Hoffman en Licorice Pizza?
¿Por qué parece que Roland Emmerich, después de amenazar la Tierra de una y mil maneras a lo largo de su filmografía, con Moonfall ha decidido destrozar su futuro profesional?
¿Por qué nos parece más terrorífica la historia que se cuenta en Un pequeño mundo (Playground) que las de la mayoría de cintas de miedo? ¿Por qué nadie puso freno al disparate de casting que ha acabado siendo la nueva versión de Muerte en el Nilo?
¿Por qué se ha publicitado tanto lo que no pasa de ser un cameo visto y no visto de El Rubius en Uncharted?
¿Por qué no podemos sacarnos de la cabeza a Carmen Sevilla cuando vemos a Jessica Chastain en Los ojos de Tammy Faye?
¿Cómo decide Nicolas Cage, aparte de los ceros del cheque, los papeles que interpreta? ¿Por qué a veces sentimos que la ironía y mala leche que arrojan Gastón Duprat y Mariano Cohn en Competencia Oficial
se les escapa a buena parte de los espectadores?
¿Cuál es el secreto del infatigable ritmo de trabajo que sigue François Ozon, a razón de película al año? Acaba de estrenar en nuestras salas Todo ha ido bien
y ya tiene otra, Peter von Kant,
inaugurando la Berlinale.
¿Por qué las tres horas de Drive My Car pasan como un suspiro? ¿Por qué es tan difícil que algunas plataformas comuniquen bien las series y películas que se incorporan a su catálogo?