JEFE INDESEABLE COMPARTE OFICINA ‘WeCrashed’.
Jared Leto y Anne Hathaway encarnan a la pareja que construyó un imperio adquiriendo oficinas polvorientas y convirtiéndolas en atractivos ‘co-workings’. Forjaron el sueño ‘millennial’ y se hundieron con él. Hablamos con sus creadores, Lee Eisenberg y Dre
Si hay algo que nos gusta más como espectadores que un ascenso meteórico es una espectacular caída, sentencia Lee Eisenberg, guionista y productor curtido en las writers’ room de clásicos como la versión USA de
The Office y detrás de comedias como
Bad Teacher, SMILF o Hello Ladies. Pero para caída, la que retrata su nueva serie,
WeCrashed, protagonizada por Jared Leto y Anne Hathaway, que cuenta uno de los escándalos más rocambolescos de la última década: el de la burbuja del
co-working que convirtió la empresa WeWorked en un caramelito para inversores. Lanzada en 2010 al calor de la crisis económica, en su punto álgido llegó a valer 47.000 millones de dólares y tenía sedes en todo el planeta, pero para 2019 se la consideraba casi en bancarrota. Detrás estaba el israelí Adam Neumann, junto su esposa Rebekah, a quienes desde los primeros compases de la serie identificamos como unos auténticos botarates. Él descalzo y ella con una seguridad que rompe la pantalla, entran en su oficina mientras suena Roar de Katy Perry a todo trapo. Son los jefes de una multinacional en debacle.
Un jefe peculiar. La figura de Adam Neumann fue muy cuestionada, hasta el punto de que los inversores intentaron apartarlo como CEO. Drew Crevello, cocreador de WeCrashed junto a Eisenberg, recuerda una de sus excentricidades más sonadas: Adam se llevó una buena cantidad de marihuana en un avión privado, la metió en una caja de cereales y luego se la dejó allí. Fue descubierta después por las autoridades. Sin embargo, sus dotes de liderazgo eran innegables: Lo llamativo de Adam es que había mucha gente que lo quería, expone Eisenberg. Daba titulares en los que afirmaba que quería ser el presidente del mundo y el primer trillonario de la historia. Era como una estrella del rock y un líder de una secta. Se subía a un escenario y la gente coreaba su nombre, iba a fiestas, a programas de TV… Hizo sentir a la gente que estaban construyendo un futuro mejor.
El sueño ‘millennial’. La clave del éxito del co-working, y por ende de WeWorked, residía en no solo ofrecer un servicio más o menos útil –un escritorio en una oficina compartida para quienes no podían tener una propia–, sino en presentarse como una fantasía aspiracional en el país de las start-ups. Un Adam casi mesiánico lo vendía como un ambiente creativo donde coincidir con otros emprendedores y construir tu propio imperio junto a un futbolín y un grifo de cerveza. Era el reflejo del sueño millennial, comenta Crevello. Adam y Rebekah llegan en un momento en que los millennials adquieren poder como generación. Y entre ellos existe la creencia de que se puede hacer algo positivo y a la vez forrarse, lo cual me parece algo naíf. El sueño americano tiene que ver con el éxito, pero esto va más allá: haz lo que amas y el dinero vendrá después. Se trata de encontrar un significado vital en el trabajo, lo cual podría ser una evolución del sueño americano.
Amor y patetismo. Lo que hace diferente esta historia de otras de grandes colapsos empresariales es su romance,
plantea Eisenberg sobre los excéntricos personajes interpretados por Leto y Hathaway. Eran el mayor apoyo el uno para el otro y se empujaban hacia la grandeza. Es algo que no se aprecia tanto cuando lees un artículo sobre el tema y queríamos ahondar en ello. Poner la pareja en el centro no fue tanto una decisión creativa sino la forma en la que veíamos la historia. Su compañero asegura estar orgulloso de un trabajo actoral que bordea la sátira sin caer en lo grotesco: Para Jared y Anne el gran reto era entender a Adam y Rebekah como seres humanos. Al no abordarlos como personajes meramente cómicos, han sido capaces de encontrar su complejidad, lo cual los lleva tanto a la comedia y al patetismo como al drama y creo que eso da forma a una interpretación maravillosa.
Ricos y fraudes. Historias basadas en hechos reales sobre ricos, cantamañanas y caídas en desgracia conforman una tendencia televisiva reciente que une WeCrashed con ¿Quién es Anna?, sobre la estafadora de Manhattan
Anna Delvey que ha retratado Shonda Rhimes para Netflix, y la inminente
The Dropout (que aquí estrenará Disney+), que abordará la figura de la gurú de Silicon Valley que prometía revolucionar la industria sanitaria con una patente que jamás llegó. Elizabeth Holmes cometió fraude y ha sido condenada por ello. Con ¿Quién es Anna?
pasa lo mismo. Ambas son historias interesantes, pero lo que hace diferente a la de Adam es que él no hizo nada ilegal y, aun así, la gente cuestiona qué hizo mal, analiza Eisenberg. Una de las grandes preguntas es si era un visionario, si se creyó su propio cuento o si era un cínico oportunista. Crevello añade: Al final, todos queremos formar parte del próximo boom
y estamos expectantes por si aparece un visionario que cambie el mundo. Los inversores son tan susceptibles al FOMO (siglas en inglés de Fear of Missing Out, ‘miedo a perderse algo’) como cualquiera con una vida común. Por eso, estas series hablan de cómo todos somos capaces de comprar estos unicornios y mitos fundacionales. Pero, de toda esta aventura, extraen una lección: Los unicornios no existen.