BARBRA DIJO NO A ‘CABARET’
Abanderada de una belleza fuera de clichés, la cantante, compositora, actriz, directora y productora lleva más de 50 años en la industria del espectáculo. Un fenómeno a contracorriente del que habla nuestra cronista.
Fernando Savater tiene 75 años y dice que le parece una edad incompatible con él. Barbra Streisand tiene 80 y me parece incompatible con cualquier cosa. ¿Cómo es posible que la ‘funny girl’ sea una señora tan mayor? Cuenta Barbra que su sobrina, después de ver Funny Girl (1968), le preguntó por qué cantaba tantas canciones de Glee. O sea, saber quién es Rihanna, pero no saber quién es Barbra. O sabiéndolo (su sobrina) no saberlo en realidad. Y cómo es posible que sea tan mayor la Judy Maxwell de ¿Qué me pasa, doctor? (1972). La comedia de Bogdanovich también está de aniversario, que cumple 50. Es una de esas películas donde Barbra se ventila al tío más cañón del momento. En este caso, Ryan O’Neal. En Tal como éramos, Robert Redford. Y la tía sale indemne. Como lo hacía Ellen Barkin con Dennis Quaid en Querido detective. En el cine y en la vida lo habitual es que las mujeres sean más guapas que los hombres. No es lo mismo que Barbara Stanwyck se mida con Fred MacMurray o Edward G. Robinson en Perdición
(y encima con ese flequillo) a que Barbra lo haga con los adonis de su época. Vale, Stanwyck también se enfrentó a Gary Cooper. La Streisand es una de esas feúchas atractivas que se han permitido mantener su nariz y reírse de no ser Ava Gardner. Aunque luego se haga un Bette Davis en Un gánster para un milagro y se transforme en tía buena en El amor tiene dos caras. Poniéndose de hermana a Mimi Rogers y de madre a Lauren Bacall, pienso en la verosimilitud hitchcockiana. ¿Cómo va a salir una hermana tan fea?
Es un lugar común recordar que Streisand tiene, entre otros premios, un Oscar, un Tony, un Emmy y un Grammy (el Oscar lo ganó a la vez que Katharine Hepburn por El león en invierno, para pasmo de Ingrid Bergman, que lo entregaba). Un talento multidisciplinar. Una de las mayores figuras de la industria del entretenimiento. Con históricos conciertos en directo (por ejemplo, ese del verano de 1967 en Central Park). Pero también tiene una carrera cinematográfica donde ha cantado, ha actuado y ha dirigido. Debutó en 1983 con Yentl y también dirigió El príncipe de las mareas (Nick Nolte ha contado que le tiró los tejos) y El amor tiene dos caras. Walter Matthau no podía soportarla y durante el rodaje de Hello, Dolly! (1969) procuraba no verla salvo cuando tenían que actuar juntos. Por exigencias del guion, se excusarían las del destape. Matthau le llegó a decir que no tenía más talento que el pedo de una mariposa.
Por suerte, dijo que no a Cabaret (1972) porque quería alejarse de los musicales. Liza Minnelli era la segunda opción, pero la primera en mi corazón. Si tuviera que elegir como Meryl Streep, actriz favorita de Barbra, en
La decisión de Sophie (papel que Barbra quería), me quedo con Liza antes que con Barbra. No solo porque me cueste imaginarme a Barbra en Cabaret, también me quedo con Liza en una actuación en directo. Aunque la otra sea la mujer que más discos ha vendido.
Su figura es tan enorme que hasta ha dado nombre a un efecto, el ‘efecto Streisand’, que se produce cuando se intenta ocultar alguna información y con ello se le da más publicidad. También la conocemos por haber clonado a su perro. Lástima que no se puedan clonar los artistas que nos gustan. Aunque pienso en Diane Lane. En cuando era su suegra por estar casada con Josh Brolin. Y me da miedo.
“BARBRA ES UN TALENTO MULTIDISCIPLINAR Y UNA DE LAS MAYORES FIGURAS DE LA INDUSTRIA DEL ENTRETENIMIENTO”.