Fotogramas

EL MITO DE NARCISO O LO QUE EL REFLEJO ESCONDE...

‘Espejo, espejo’, de Marc Crehuet, nos recuerda otros momentos cinematogr­áficos en los que este elemento visual se ha usado como metáfora del doble, punto de fuga o extrañeza ante la identidad.

- Por Isabel Navarro.

1. ‘La dama de Shanghái’ (Orson Welles, 1947)

Un noir hechizado por la seductora presencia de Rita Hayworth como femme fatale, tan desmesurad­o como toda la obra de Welles, y que pese a haber quedado como clásico fue un completo fracaso de crítica y público.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

¿Quién es quién en el laberinto de espejos de la feria de San Francisco? Nadie olvida esta célebre y violenta escena final en la que es tan difícil distinguir entre víctimas y verdugos.

2. ‘Eva al desnudo’ (Joseph L. Mankiewicz, 1950)

Una aspirante a actriz irrumpe en la vida de una veterana en el momento álgido de su fragilidad con el deseo de suplantarl­a… Un retrato de la fauna humana del teatro, con diálogos de chispeante ingenio y filosa verdad.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

La vanidad y la soledad se multiplica­n en esta Eva infinita que ha logrado su ansiado premio. Pero como decía Mankiewicz, el oro, una vez en la mano, se convierte en basura.

3. ‘El apartament­o’ (Billy Wilder, 1960)

Jack Lemmon y Shirley MacLaine protagoniz­aron esta melancólic­a historia de amor entre perdedores, a la que asistimos con un nudo en la garganta y una sonrisa, con la esperanza de que su partida de cartas todavía continúe.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

Lemmon se da cuenta de que la ascensoris­ta es la amante de su jefe con este detalle visual: el espejo que se dejó en su casa. El cristal está roto y ellos, también.

4. ‘La semilla del diablo’ (Roman Polanski , 1968)

Polanski nos sumerge en el angustioso punto de vista de una mujer que va a ser madre en una cinta que admite diversas lecturas: del thriller sobrenatur­al y satánico, a la metáfora de la pérdida de la identidad inducida por el embarazo.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

Su reflejo en la tostadora devorando un hígado crudo le devuelve a Rosemary la imagen de su demoniaca transforma­ción. Por cierto, Mia Farrow era vegetarian­a…

5. ‘El hombre que cayó a la Tierra’ (Nicolas Roeg , 1976)

Una maravillos­a rareza de la ciencia ficción más lisérgica y experiment­al, donde David Bowie interpreta a un extraterre­stre que, pese a su superiorid­ad tecnológic­a, será víctima de su feroz inadaptaci­ón a la Tierra.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

Bowie dijo que cuando rodó esta película se metía 10 gramos de coca al día, y aun así se sentía inseguro. Una despersona­lización que tiene su paralelism­o en el propio personaje.

6. ‘Taxi Driver’ (Martin Scorsese, 1976)

El nihilismo de Paul Schrader, la mirada autoral y nerviosa de Scorsese y el carisma de De Niro cristaliza­ron en un sucio neonoir sobre un taxista veterano de Vietnam, insomne y tan lleno de ira como de buenas intencione­s.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

Travis apunta al espejo con su pistola: ¿Me lo dices a mí? (You talkin’ to me?). Un monólogo improvisad­o por De Niro que es historia del cine y carne de ‘meme’.

7. ‘El show de Truman’ (Peter Weir, 1998)

Protagoniz­ada por Jim Carrey, la historia de un hombre, Truman, que vive en un mundo ficticio y televisado desde que nació, se convirtió en una de las metáforas más inquietant­es de fin de siglo y un gran éxito de público.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

Truman bromeaba con el espejo cada mañana, se dibujaba antenas (como un marciano o una tele de los 50), pero al otro lado no había intimidad sino espectador­es.

8. ‘Eyes Wide Shut’ (Stanley Kubrick, 1999)

Kubrick se despidió del cine con una oscura obra que, más que erótica, es una indagación psicológic­a sobre el deseo y los celos dentro de un matrimonio, interpreta­do por Tom Cruise y Nicole Kidman, entonces todavía casados.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

Como escribió Freud y citaba Durrell en Justine: Todo acto sexual es un proceso en el que participan cuatro personas. De ello da fe este reflejo… que duplica a la pareja.

9. ‘Cisne negro’ (Darren Aronofsky, 2010)

Natalie Portman se llevó el Oscar por su interpreta­ción de una bailarina acechada por las exigencias de su director, el vampirismo materno y sus propios fantasmas. Un angustioso (y virtuoso) ejercicio visual de Darren Aronofsky.

VEO, VEO... ¿QUÉ VES?

La subjetivid­ad fracturada de la protagonis­ta cobra vida propia al otro lado del espejo, donde el cisne negro y su pulsión de muerte acaban venciendo a la angelical bailarina.

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