EL MITO DE NARCISO O LO QUE EL REFLEJO ESCONDE...
‘Espejo, espejo’, de Marc Crehuet, nos recuerda otros momentos cinematográficos en los que este elemento visual se ha usado como metáfora del doble, punto de fuga o extrañeza ante la identidad.
1. ‘La dama de Shanghái’ (Orson Welles, 1947)
Un noir hechizado por la seductora presencia de Rita Hayworth como femme fatale, tan desmesurado como toda la obra de Welles, y que pese a haber quedado como clásico fue un completo fracaso de crítica y público.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
¿Quién es quién en el laberinto de espejos de la feria de San Francisco? Nadie olvida esta célebre y violenta escena final en la que es tan difícil distinguir entre víctimas y verdugos.
2. ‘Eva al desnudo’ (Joseph L. Mankiewicz, 1950)
Una aspirante a actriz irrumpe en la vida de una veterana en el momento álgido de su fragilidad con el deseo de suplantarla… Un retrato de la fauna humana del teatro, con diálogos de chispeante ingenio y filosa verdad.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
La vanidad y la soledad se multiplican en esta Eva infinita que ha logrado su ansiado premio. Pero como decía Mankiewicz, el oro, una vez en la mano, se convierte en basura.
3. ‘El apartamento’ (Billy Wilder, 1960)
Jack Lemmon y Shirley MacLaine protagonizaron esta melancólica historia de amor entre perdedores, a la que asistimos con un nudo en la garganta y una sonrisa, con la esperanza de que su partida de cartas todavía continúe.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
Lemmon se da cuenta de que la ascensorista es la amante de su jefe con este detalle visual: el espejo que se dejó en su casa. El cristal está roto y ellos, también.
4. ‘La semilla del diablo’ (Roman Polanski , 1968)
Polanski nos sumerge en el angustioso punto de vista de una mujer que va a ser madre en una cinta que admite diversas lecturas: del thriller sobrenatural y satánico, a la metáfora de la pérdida de la identidad inducida por el embarazo.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
Su reflejo en la tostadora devorando un hígado crudo le devuelve a Rosemary la imagen de su demoniaca transformación. Por cierto, Mia Farrow era vegetariana…
5. ‘El hombre que cayó a la Tierra’ (Nicolas Roeg , 1976)
Una maravillosa rareza de la ciencia ficción más lisérgica y experimental, donde David Bowie interpreta a un extraterrestre que, pese a su superioridad tecnológica, será víctima de su feroz inadaptación a la Tierra.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
Bowie dijo que cuando rodó esta película se metía 10 gramos de coca al día, y aun así se sentía inseguro. Una despersonalización que tiene su paralelismo en el propio personaje.
6. ‘Taxi Driver’ (Martin Scorsese, 1976)
El nihilismo de Paul Schrader, la mirada autoral y nerviosa de Scorsese y el carisma de De Niro cristalizaron en un sucio neonoir sobre un taxista veterano de Vietnam, insomne y tan lleno de ira como de buenas intenciones.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
Travis apunta al espejo con su pistola: ¿Me lo dices a mí? (You talkin’ to me?). Un monólogo improvisado por De Niro que es historia del cine y carne de ‘meme’.
7. ‘El show de Truman’ (Peter Weir, 1998)
Protagonizada por Jim Carrey, la historia de un hombre, Truman, que vive en un mundo ficticio y televisado desde que nació, se convirtió en una de las metáforas más inquietantes de fin de siglo y un gran éxito de público.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
Truman bromeaba con el espejo cada mañana, se dibujaba antenas (como un marciano o una tele de los 50), pero al otro lado no había intimidad sino espectadores.
8. ‘Eyes Wide Shut’ (Stanley Kubrick, 1999)
Kubrick se despidió del cine con una oscura obra que, más que erótica, es una indagación psicológica sobre el deseo y los celos dentro de un matrimonio, interpretado por Tom Cruise y Nicole Kidman, entonces todavía casados.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
Como escribió Freud y citaba Durrell en Justine: Todo acto sexual es un proceso en el que participan cuatro personas. De ello da fe este reflejo… que duplica a la pareja.
9. ‘Cisne negro’ (Darren Aronofsky, 2010)
Natalie Portman se llevó el Oscar por su interpretación de una bailarina acechada por las exigencias de su director, el vampirismo materno y sus propios fantasmas. Un angustioso (y virtuoso) ejercicio visual de Darren Aronofsky.
VEO, VEO... ¿QUÉ VES?
La subjetividad fracturada de la protagonista cobra vida propia al otro lado del espejo, donde el cisne negro y su pulsión de muerte acaban venciendo a la angelical bailarina.