ALCARRÀS, AÑO CERO
√ Pocas veces tiene una la certeza de estar viendo una película que va más allá de una simple definición de esta y que se convierte, ante tus ojos, en una obra imperecedera, una obra de arte que consigue que lo natural, la vida misma, se manifieste como algo único. Carla Simón lo ha conseguido con Alcarràs, un pedazo de vida que es una magistral película.
Arantxa Muñoz (vía e-mail). √ Voy a ser la voz minoritaria ante las alabanzas que ha despertado (antes de llegar al público que de verdad pasa por taquilla) Alcarràs, pero no he visto nada en ella que no sea ese realismo impostado y esos tiempos muertos que parecen haberse convertido en el sinónimo de ‘obra de arte’ que los críticos ensalzan semana sí, semana también.
Xabier Chicote (vía Facebook).
√ Todo es asombrosamente veraz en Alcarràs aunque no estemos ante un documental sobre la cosecha de melocotones en Lleida. Hay en este maravilloso film de Carla Simón una mirada profunda y poéticamente cinematográfica que une su obra con, por ejemplo, el Terrence Malick de Días del cielo.
Laia Flich (vía e-mail).
CONTESTA MR. BELVEDERE
También este, y más rural que el reparto de
El árbol de los zuecos de Ermanno Olmi, Belve pensó en Días del cielo viendo Alcarràs. Como en un par de obras maestras que igual (pienso yo) no están entre los referentes de la brillante Carla Simón, pero que a mí sí que se me aparecen en su película: Las uvas de la ira de John Ford y El pan
nuestro de cada día de King Vidor.