Fotogramas

LA REINA ESTÁ DORMIDA

Vehemente mito del cine y el teatro español, a la actriz Aurora Bautista la encumbraro­n roles de mujer extraordin­arios analizados por nuestra cronista. Se cumplen diez años de la desaparici­ón de su talento irrepetibl­e.

- Por Rosa Belmonte*. *Rosa Belmonte es abogada, columnista y colaborado­ra en varios medios de comunicaci­ón.

“RECONOCÍA QUE TENDRÍA QUE HABER HECHO MEJOR CINE, QUE NO HABÍA PODIDO. PERO TAMBIÉN DIJO ESTO: A MÍ AURORA BAUTISTA ME GUSTA”.

Fernando Méndez-Leite, recién nombrado presidente de la Academia de Cine, dedicó en su día un programa de La noche del cine español a Aurora Bautista con la película Locura de amor (1948). También había una entrevista con la actriz, declaracio­nes de otros y una pequeña introducci­ón de Méndez-Leite que acababa con que en los años 70 sus películas no tuvieron demasiada importanci­a. Era 1985 y Aurora Bautista no había hecho Amanece, que no es poco (1989). No había sido todavía la Padington, la mujer del que plagiaba a Faulkner. La organizado­ra de las asambleas de mujeres donde se decidía a quién tocaba ser puta, a quién adúltera o si los coitos habían sido o no satisfacto­rios. Rodó la comedia El marido (1958), con Alberto Sordi, pero nada en su carrera es como la película de José Luis Cuerda. Aunque ella calificara como surrealist­a Los pasajeros (1975), donde enseñó el pecho. Y aunque su reina Juana sea lo más loco del cine español.

Hace diez años, el 27 de agosto de 2012, que murió Aurora Bautista, la actriz más teatral de nuestro cine. Pese a su conciencia crítica (y a su familia), estuvo ligada al cine más épico del régimen. No sé cómo habría sido la reina Juana de Mari Carrillo. Tuvo el papel en sus manos. Pero la película se quedó en un cajón. La retomó Cifesa con Juan de Orduña y se empeñó en Aurora Bautista. Carrillo contó a Méndez-Leite que había coincidido con Orduña en un teatro, pero como era corta de vista no se dio cuenta. Orduña tiempo después le dijo: ¿Sabes por qué no hiciste la película? Porque no me saludaste en un pasillo. No sé si habría compartido, como sí hizo Aurora Bautista, los bocadillos de tortilla y de sardinas que se llevaban al rodaje Encarna Paso y Sara Montiel. Soy la mala, pero estoy buena, recordaba la manchega. La que no era manchega era Aurora Bautista, que nació en Villanueva de los Infantes (15 de octubre de 1925), pero en el de Valladolid, no en el de Ciudad Real. Su mejor papel reconocía que era La tía Tula (1964), de Miguel Picazo. En la confesión con el cura José María Prada tiene la mirada baja todo el rato. Quería manejar los ojos, pero Picazo no quería. Y fue mejor. Una lección de cine. Se quejaba de Agustina de Aragón (1950), también de Juan de Orduña. Quería más enjundia en el personaje, aparte del cañonazo, una historia humana. El cañonazo es la imagen más recordada de la legendaria cabecera de La noche del cine español.

Rechazó a Orduña, con quien también había hecho Pequeñeces (1950), cuando le propuso La leona de Castilla, que hizo Amparo Rivelles. Es una nueva locura de amor, le dijo el director. Sí, pero sin locura y sin amor, contestó ella, harta de dramas históricos. Volvieron a verse las caras con Teresa de Jesús (1962). Aurora Bautista estaba tan dura como Teresa de Jesús cuando pedía a Dios el don de lágrimas para poder llorar por Jesucristo. Pidió lágrimas artificial­es, pero Orduña le contó cuando murió su madre. Ya en agonía intentó hablarle, él se acercó y dijo mamá. Aurora se puso a llorar.

Hizo pocas películas, pero a ver quién las olvida. El derecho de nacer la calificaba como muy horrorosa, pero fue un momento en que su marido no le dejaba hacer cine y con esta consintió porque el productor era amigo suyo. Acabó dejándolo. Reconocía que tendría que haber hecho mejor cine, que no había podido. Pero también esto: A mí me gusta Aurora Bautista. A mí también.

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