“EL FUTURO DEL CINE SERÁ RADICAL”
Tras casi dos décadas ampliando los límites del cine digital –alargando los planos, acortando los rodajes, subvirtiendo el método actoral–, el cineasta catalán tocó el cielo del cine de autor al presentar ‘Pacifiction’ en la Competición Oficial del Festiv
Más allá de mis búsquedas estéticas, hago cine para burlarme del mundo, afirma con convicción Albert Serra (Banyoles, Girona, 1975), uno de los cineastas más transgresores y originales del cine español de los últimos lustros. Su camino arrancó del modo más impensado, de la mano de Honor de cavalleria
(2006), una adaptación de bajo presupuesto y altísima ambición artística de El Quijote, en la que una pareja de actores no profesionales llenaba de vida los tiempos muertos capturados por rudimentarias cámaras digitales. Ahora, con Pacifiction, el director catalán convierte al actor francés Benoît Magimel en el Alto Comisario de la República en la Polinesia francesa, una criatura que se mueve sibilinamente entre intereses diplomáticos cruzados. El fruto de 26 días de rodaje y cientos de horas de filmación es una película que retrata el circo de la política en su versión más grotesca y decadente.
¿Qué tres momentos destacaría de su trayectoria? Me quedaría con el espaldarazo que supuso la selección de Honor de cavalleria en la Quincena de Realizadores de Cannes y, luego, con la selección de Pacifiction en la Competición Oficial del certamen francés, algo que para mí es como la culminación de casi 20 años de trabajo. Como punto central, me quedaría con Història de la meva mort, que primero fue rechazada por Cannes, pero que luego ganó el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno de 2013. Aquella película supuso un punto de inflexión en mi carrera.
Dejé atrás el minimalismo contemplativo de mis primeras películas y me adentré en un universo más oscuro, complejo y ambiguo.
Esa oscuridad está muy presente en Pacifiction, pero también hay un gusto por el absurdo. En especial la escena en la que el protagonista se pone a buscar un submarino del ejército francés equipado únicamente con una lancha y una linterna.
Hay varias ideas como esta en la película. Que el almirante de una flota de submarinos franceses se pasee por un bar de mala muerte en la Polinesia buscando jóvenes y droga también es bastante inverosímil. Toda la película transita por el límite de lo imposible, pero mi modo de trabajar con los actores dota al conjunto de una extrañeza orgánica que hace la historia creíble. La lógica de mis películas es más poética que psicológica. Cuando el protagonista, en pleno monólogo, afirma que la política es como una discoteca, la frase no tiene una razón de ser dramática, es pura poesía.
También es una frase muy política. En Pacifiction hay una crítica feroz al absurdo y la arbitrariedad de la conducta de los poderosos.
En este sentido, la aparición de militares incrementa el tono siniestro y violento de la película. Se hace referencia a submarinos nucleares, algo que la Guerra de Putin ha vuelto a poner en primer plano. Y, luego, se retrata el abismo que existe entre los que ostentan el poder y la ciudadanía. Otro tema es la cuestión colonial y la idea de la destrucción de un paraíso natural a manos de una nación occidental. El tema está ahí, pero no quería caer en el cliché. Cuando llegué a la
‘PACIFICTION’
En su rol de Alto Comisario del Estado francés en Tahití, De Roller (Benoît Magimel) aparece como una figura ambigua. Nunca sabes del todo si está a favor del Estado o si empatiza con los indígenas, afirma Albert Serra. Tampoco queda claro si sus temores sobre la realización de pruebas nucleares cerca de la isla responden a la realidad o a su paranoia.
Además de ser el primer largometraje de Serra ambientado en la actualidad, Pacifiction
es una de sus obras más exuberantes. Me interesaba potenciar el exotismo colorista de los escenarios y así crear una sensación de artificialidad. El objetivo era asumir sin complejos una estética de postal para crear la idea de un paraíso perdido, remata el cineasta. ESTRENO: 2 SEPTIEMBRE
Tourment sur les îles (Fra., Esp., Ale., Por., 2022, 165 min.). DRAMA.
“Toda la película transita por el límite de lo imposible, pero mi modo de trabajar con los actores dota al conjunto de una extrañeza orgánica que hace la historia creíble”.