SOMOS ANTIGÜEDADES
El ritmo acelerado de estrenos, desde hace más de una década, el escaso recorrido de las películas en salas y el tipo de films que se ruedan ¿serán capaces de generar memoria cinéfila? ¿O se ha quedado por el camino el poso cultural que nos dejaban historias llamadas a ser clásicos?
Por tirar de Twitter, grandes películas no tenemos, solo nos queda Masibon. Claro que puede ser una cosa generacional, que hay quien vive todavía acontecimiento tras acontecimiento con películas de Marvel o similares, pero no tengo la sensación de que haya estrenos de cine que vayan a hacer memoria cinéfila. Que vayan a dejar poso.
Aunque fuera poso de hiel, que dirían en Amanece, que no es poco. La nostalgia del cine de ayer.
Estamos en el 40.º aniversario de E.T. el extraterrestre
(1982). No es que lo considere un clásico para dar ejemplo. Pero lo es. No hay que ir a Lo que el viento se llevó (1939), a Vértigo o a la filmografía de Ford, Lubitsch y Wilder. A veces creo que el cine clásico se acabó con Tiburón
(1975) y luego empezó otra cosa que también traía buen cine, aunque no fuera el anterior. Pero ese cine a partir de los 70, visto ahora, también es clásico. Otro tipo de clásicos. ¿Cómo va a ser lo mismo Chinatown que Ninotchka?
Otra impresión. Que El silencio de los corderos (1991) es la última gran película acontecimiento. Aunque eso no lo sintiera al salir del cine. Allí solo estaba el disfrute de ir al cine, de ir a ver una buena película, de salir más contenta de lo que había entrado. De saber que si la hubiera visto por primera vez en la televisión no habría sido lo mismo.
No sabía entonces que esa iba a ser una de las últimas películas que me iban a obsesionar toda la vida.
Y digo obsesionar como algo positivo. Como te obsesiona Encadenados (1946). O Cuando ruge la marabunta
(1954), que no hay que ir a un maestro del cine. No sabías que te ibas a acordar de las frases de Hannibal Lecter como de las de Alicia Huberman (Ingrid Bergman) o las de Joanna Leiningen (Eleanor Parker): “Si usted supiera más de música, se daría cuenta de que un piano suena mejor cuando se ha tocado”.
Se lo dice Eleanor Parker a Charlton Heston cuando este se entera de que ella, con la que ha contraído matrimonio por poderes, ya había estado casada. Y esto, que es un tópico para cualquier cinéfilo, no lo es para quien no conoce la película.
No sé cómo será la cinefilia del futuro. Ni siquiera sé cómo es la de ahora. La joven. En una entrevista a Guillermo del Toro de hace unos años, el periodista, de una edad aproximada a la suya, le pregunta qué tipo de historias va a pedir la gente en el futuro. La verdad es que no sabemos porque no está en nuestras manos. La realidad es que, mira, tú y yo somos unas antigüedades. La gente joven, menor de 12 años, no entiende de plataformas, nació con todas las plataformas. Le explicas la importancia del cine y es muy difícil que se comunique eso. Pero, a la vez, Garci ha escrito que duda de que los cinéfilos que nos sucedan estén más cerca de El árbol de la vida (Terrence Malick) que de
Perdición (Wilder). También resaltaba Guillermo del Toro en la entrevista que se había homogeneizado la narrativa de la televisión con la del cine.
La televisión de arco largo es maravillosa, pero va orientada a la creación de arcos y personajes, no a la creación de imágenes memorables. De una película de Kubrick, te puedo decir cuarenta imágenes memorables, pero de una serie maravillosa te puedo hablar de momentos maravillosos, muy rara vez de imágenes maravillosas.
Me consuelo pensando que a lo mejor estamos incurriendo en ‘abuelocebolletismo’ repitiendo que el cine no es lo que era. ◆
*Rosa Belmonte es abogada, columnista y colaboradora en varios medios de comunicación.
“A VECES CREO QUE EL CINE CLÁSICO SE ACABÓ CON TIBURÓN (1975) Y LUEGO EMPEZÓ OTRA COSA QUE TAMBIÉN TRAÍA BUEN CINE AUNQUE NO FUERA EL ANTERIOR”.