Fotogramas

VIVIR RODANDO

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A punto de recibir el Goya de Honor que reconoce el trabajo de una vida, el cineasta estrena el documental ‘Las paredes hablan’. Un nuevo trabajo que refleja su curiosidad sin límites y una audacia que le ha permitido hacer lo que ha querido en una carrera que ahora repasamos con él. Por L. Pérez.

He tenido la suerte de hacer siempre el cine que he querido, incluso durante el franquismo, confiesa a FOTOGRAMAS Carlos Saura (Huesca, 1932). El cine es mi vida, y mi vida la he dedicado al cine. Llevo más de 50 películas y tenía menos de 30 años cuando rodé la primera. Ya no sabría pararme. Con 32 rodó la valiente La caza (1966), que le valió el premio a Mejor Dirección en el Festival de Berlín. En ella planteaba ya los asuntos que poblarían su cine después: la huella de la Guerra Civil en la sociedad española y los efectos de la represión franquista en los individuos. Comenzó entonces una asociación inquebrant­able con el productor Elías Querejeta de la que germinaron algunas de las películas más audaces del cine español: Stresses tres-tres (1968), El jardín de las delicias (1970), Ana y los lobos (1973),

La prima Angélica (1974) o Cría cuervos… (1976), entre ellas. Su ambición intelectua­l lo llevó desde el principio a ensanchar los márgenes del lenguaje audiovisua­l y a experiment­ar en el fondo y en la forma. La fusión de presente y pasado y el tratamient­o psicoanalí­tico de deseos y miedos de los personajes han sido una constante. Su juego con lo abstracto y lo enigmático respondía a un deseo de originalid­ad creativa, pero también a una necesidad de esquivar la censura. Soy un privilegia­do porque trabajo en mi pasión y eso, no es trabajo. Soy fotógrafo, escribo novelas, dibujo, me mantengo muy activo y cuando tengo un proyecto me dedico plenamente a él, de manera casi obsesiva. Siempre he intentado ser honesto conmigo mismo, y ser muy exigente con la calidad de mis proyectos, cuenta.

Saura siente una curiosidad innata por todas las artes pero, entre todas ellas, eligió el cine como vía de expresión. Es el arte total ya que aúna todas las disciplina­s que me apasionan y por eso, de manera natural, acabé dedicándom­e al cine aunque empecé siendo fotógrafo. A los 91 años tiene numerosos proyectos en mente. Trabajo continuame­nte, no duermo mucho, y cuando no estoy haciendo una cosa hago otra. Lo difícil sería no hacer lo que hago. El problema que tiene la vejez es que a veces el cuerpo te pone impediment­os, y contra eso lucho, porque yo lo que quiero es seguir haciendo esto, que tanto me gusta, todo lo que me quede de vida.

“Hay un grabado de Goya en el que aparece un anciano con un bastón donde pone Ese soy yo”.

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Carlos Saura en Madrid, en 2017.
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