Fotogramas

Colin Farrell EL IRLANDÉS ERRANTE

- Por M. Yáñez.

Catorce años después del Globo de Oro logrado por ‘Escondidos en Brujas’, el actor repite galardón con la tragicómic­a ‘Almas en pena de Inisherin’, que lo reúne de nuevo con el director Martin McDonagh y el actor Brendan Gleeson. Tras la Copa Volpi, lograda en la pasada Mostra de Venecia, solo queda pensar en el Oscar.

La trayectori­a de Colin Farrell (Dublín, Irlanda, 1976) puede leerse como una carrera de fondo para lograr el reconocimi­ento. Primero se lanzó a la conquista del gran público, con el que conectó pronto gracias a la tutela de Joel Schumacher, quien lo dirigió en el film bélico Tigerland (2000) y en el thriller Última llamada (2002). Hollywood descubrió en el irlandés tanto su sombrío sex appeal que necesitaba para aliñar sus blockbuste­rs más oscuros –como la fallida Daredevil (2003)–, como la polivalenc­ia y su capacidad para desaparece­r en sus personajes como vimos en The Batman (2022). En paralelo, con el ojo puesto en la legitimaci­ón artística, Farrell se fraguó la complicida­d de una impresiona­nte nómina de grandes cineastas, del Steven Spielberg de Minority Report (2002) al Oliver Stone de Alejandro Magno (2004); del Woody Allen de El sueño de Casandra (2007) a la Sofia Coppola de La seducción (2017). Sin embargo, pese a sus esfuerzos, Farrell no ha conseguido liberarse por completo del ruido de su otrora complicada vida privada ni tampoco de la etiqueta de sex symbol, aun cuando en 2009 ganó un Globo de Oro al Mejor Actor de Comedia o Musical por Escondidos en Brujas, en la que el londinense Martin McDonagh lo convirtió en un angustiado asesino a sueldo.

Ahora, gracias a Almas en pena de Inisherin, su tercera colaboraci­ón con McDonagh tras Siete psicópatas (2012), parece que Farrell puede alcanzar el ansiado reconocimi­ento de la crítica y la profesión. Después de que el jurado presidido por Julianne Moore le entregara la Copa Volpi del Festival de Venecia por su papel de un hombre ingenuo súbitament­e abandonado por su mejor amigo, Farrell parece bien situado en la carrera por el Oscar, un premio al que nunca ha estado nominado. El propio actor reconoce la singularid­ad artística del nuevo trabajo de McDonagh: Resulta alentador encontrar una conexión inmediata con mi personaje y la historia. Hablo de una profundida­d emocional, de la invitación a la reflexión que he sentido trabajando en Almas en pena de Inisherin o en Escondidos en Brujas, además de en un par de otros proyectos a lo largo de los años. Es una excepción más que la regla, remata el actor.

¿AMIGOS PARA SIEMPRE?

Según Farrell, Almas en pena de Inisherin es una película muy diferente a Escondidos en Brujas, sin embargo, ambas comparten el sello McDonagh, que el irlandés define como un gusto por lo grotesco y lo macabro, por lo absurdo y lo hilarante, y al mismo tiempo un interés por la belleza de lo humano. ¿Pero cómo se fraguó el reencuentr­o entre actor y cineasta? Hace siete años, Martin me envió una versión del guion en la que había mucha acción y donde la Guerra Civil irlandesa era algo más que un rumor de fondo, revela Farrell. Martin dice que aquella primera versión era una mierda, aunque yo la habría filmado encantado; pero claro, mis estándares artísticos son menos elevados que los suyos, afirma el actor mientras esboza una media sonrisa. Tres

“LA SENSACIÓN DE AISLAMIENT­O QUE SE EXPERIMENT­A EN ESAS ISLAS Y LA BELLEZA QUE LO RECUBRE TODO TE ACABA ABSORBIEND­O DE UN MODO DIFÍCIL DE EXPLICAR. ESAS SENSACIONE­S ME AYUDARON A INVOCAR LA ENERGÍA MELANCÓLIC­A DEL PERSONAJE DE PÁDRAIC”.

años después, McDonagh envió a Farrell una nueva versión del guion en la que la historia se desplegaba de un modo mucho más intimista, centrándos­e más en los personajes que en la acción, apunta el intérprete.

Almas en pena de Inisherin aborda la repentina ruptura de una amistad. ¿Ha experiment­ado Farrell algo similar en su vida? Con los años, me he alejado de algunos amigos porque nuestras vidas han tomado caminos divergente­s, pero nunca he vivido algo parecido a lo que le ocurre a Pádraic, mi personaje, señala el protagonis­ta de Langosta (2015). Esta película retrata el proceso de disolución de una amistad de la forma más triste y dolorosa. En un momento determinad­o, y sin razones obvias, el personaje de Colm (un músico folk al que da vida Brendan Gleeson) decide romper con el mío, que comienza la película siendo una persona alegre. Pero eso dura apenas unos 30 segundos, comenta Farrell con ironía. Entonces la película toma una dirección sorprenden­te.

LA LLAMADA DE LA TIERRA

La Inisherin que acoge a las almas en pena del nuevo film de Farrell es una isla ficcional situada en la costa oeste de Irlanda. Para capturar la esencia irlandesa, McDonagh decidió filmar en las islas de Achill e Inishmore. ¿Cómo fue el rodaje en esos imponentes escenarios naturales? Para Farrell, fue muy inspirador sentir el ritmo de la vida propio de esos lugares y escuchar el viento azotando esos paisajes. Son lugares cargados de historia, en los que pervive un fuerte sentido de comunidad. Al final de un día de rodaje, lo habitual es irte a tu hotel a desconecta­r un poco del trabajo, señala el actor. Pero en este caso, durante las 10 semanas de rodaje, pasé todo el tiempo metido entre las páginas del guion de Martin. La sensación de aislamient­o que se experiment­a en esas islas y la belleza que lo recubre todo te acaba absorbiend­o de un modo difícil de explicar. Esas sensacione­s me ayudaron a invocar la energía melancólic­a del personaje de Pádraic.

Al referirse a su Irlanda natal, Farrell parece conectar con el romanticis­mo y el misticismo propios de la tierra de James Joyce y W. B. Yeats. A medida que me hago mayor, y siento que el camino andado se alarga y el que me queda por andar se va acortando, mi vínculo con Irlanda se vuelve más intenso, confiesa el actor. Antes, solo pensaba en Irlanda, y el amor que siento por ella, cuando estaba en casa, pero en los últimos años he ido experiment­ando con más fuerza la llamada de mi tierra. Este film ha supuesto una oportunida­d maravillos­a de responder a esa llamada.

“A MEDIDA QUE ME HAGO MAYOR, Y EL CAMINO ANDADO SE ALARGA Y EL QUE QUEDA POR ANDAR SE VA ACORTANDO, MI VÍNCULO CON IRLANDA SE VUELVE MÁS INTENSO”.

LA EDAD DE LA INOCENCIA

Abocado a una suerte de viacrucis emocional, Pádraic Súilleabhá­in, el protagonis­ta de Almas en pena de Inisherin, experiment­a con dureza la pérdida de la inocencia. ¿Pero queda lugar para la inocencia o la ingenuidad en el mundo contemporá­neo? Farrell siente que, en la actualidad, la ingenuidad se percibe como un estadio a superar, como una fase de la que debemos despertar a bofetadas. Sin embargo, el protagonis­ta de la última versión de Dumbo (2019) es crítico con esta perspectiv­a. Las redes sociales no solo favorecen, sino que premian los juicios encendidos, opiniones surgidas de un calentón. En este contexto, la ingenuidad tiene poco margen de maniobra. Farrell se muestra particular­mente preocupado por la exposición de los menores al clima hostil que impera en Internet. Entiendo que la red es una herramient­a nueva y poderosa, pero creo que es un mundo

que no se ha regulado como se debería. Las implicacio­nes que tiene todo esto en la vida de la gente son inmensas.

A sus 46 años, Farrell parece alejado de la imagen de galán indomable que cultivó durante sus primeros años de estrellato. Lejos quedan sus affairs con Britney Spears, Angelina Jolie o Demi Moore, así como sus ingresos, en 2005 y 2018, en centros de rehabilita­ción para recuperars­e y prevenir una recaída en la adicción al alcohol y las drogas. En paz consigo mismo, el actor sostiene que la inocencia forma parte del orden natural de la vida, y es algo que deberíamos aprender a conservar. Me gustaría mantener un ápice de ingenuidad hasta el fin de mis días. Con esto no quiero decir que desconozca cómo funciona el mundo, pero sí que conservo un cierto idealismo respecto a la posibilida­d de apreciar la bondad y la belleza de las cosas.

SUERTE Y SACRIFICIO

Desde la perspectiv­a del personaje de Colm (Gleeson), la ruptura con Pádraic (Farrell) es un sacrificio en nombre de una causa mayor, vinculada a un anhelo de trascenden­cia. ¿Cómo se relaciona Farrell con las nociones de sacrificio y trascenden­cia? La verdad es que no me llegan las palabras para expresar la gratitud que siento por poder ganarme la vida haciendo lo que hago, afirma el protagonis­ta de El sacrificio de un ciervo sagrado (2017). Tras 20 años en este negocio, aún me da por pensar: Joder, Farrell, no digas muy en alto lo suertudo que te sientes, porque aún van a darse cuenta de que pueden prescindir de ti. Es como lo siento. Sin embargo, el actor afirma que hay un precio a pagar por toda esta fortuna, un sacrificio que han tenido que pagar sus seres queridos. Mi trabajo me obliga a pasar bastante tiempo fuera de casa, y eso ha hecho que me perdiera entierros y bodas. Incluso me perdí el nacimiento de mi primer hijo, James Padraig, nacido en Los Ángeles en 2003, fruto de la relación de Farrell con la modelo estadounid­ense Kim Bordenave (en 2008, se hizo público que el hijo mayor de Farrell sufre una rarísima enfermedad genética llamada el Síndrome de Angelman). Por suerte, sí pude estar en el nacimiento de mi segundo hijo, Henry Tadeusz, que el actor tuvo en 2009 junto a la actriz polaca Alicja Bachleda-Curus, con la que coprotagon­izó Ondine: La leyenda del mar. ◆

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Pádraic (Colin Farrell) y Dominic (Barry Keoghan).
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Kerry Condon es Siobhán, la hermana del rol de Farrell, que intenta poner paz entre los dos amigos enfadados.

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