Fotogramas

VACACIONES (CAPITALIST­AS) EN EL MAR

‘El triángulo de la tristeza’. ¿Quién para a Ruben Östlund? Tras triunfar en Cannes 2017 satirizand­o el mundillo del arte moderno en ‘The Square’, el cineasta sueco levantó su segunda Palma de Oro con una salvaje invocación de la lucha de clases.

- Por M. Y. (Festival de Cannes).

DE QUÉ VA: Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean), una pareja de influencer­s, llega a un yate de lujo donde el capitán (Woody Harrelson) se niega a salir de su camarote.

Hundir la flota. El segundo de los tres actos de El triángulo de la tristeza,

la nueva sátira sobre el privilegio del sueco Ruben Östlund, fue filmado en el yate ‘Christina O’, antigua propiedad del magnate griego-argentino Aristótele­s Onassis. Fue interesant­ísimo estar en un yate por el que ha pasado toda la élite del mundo occidental, y descubrir, por ejemplo, que en su último servicio, la tripulació­n había recibido una propina de 250.000 euros, señala el director de The Square (2017).

Aunque lo que más me llamó la atención es que la tripulació­n de esos yates de lujo tiene prohibido decir ‘no’ a los clientes. En el film, cuando un pasajero pide Nutella para desayunar, se contrata un helicópter­o para traerla. Y cuando a una mujer se le ocurre que la tripulació­n debe tomar un baño relajante en el mar, los trabajador­es cumplen la orden sin rechistar.

Imponer al otro el divertimen­to me parece el abuso de poder definitivo,

sentencia Östlund.

La moda y el capitalism­o inverso. Los protagonis­tas de El triángulo de la tristeza son una pareja de modelos que se ven atrapados en una versión esperpénti­ca de la lucha de clases. ¿Por qué decidió Östlund poner el foco en el mundo de la moda? Me interesaba la idea de que los modelos masculinos suelen cobrar un tercio de lo que perciben las modelos por su trabajo. Se produce un reflejo inverso de lo que ocurre en el conjunto de la sociedad. Según el cineasta, entre los modelos, no hay lugar para la vanidad. En las sesiones fotográfic­as, a los chicos se les suele llamar male models, porque ellas son las verdaderas ‘models’, explica Östlund, que defiende que sus tres últimas películas –Fuerza mayor (2014), The Square (2017) y El triángulo de la tristeza (2022)– forman una trilogía sobre cómo ser hombre en nuestro tiempo. Para el sueco, los tres films están protagoniz­ados por hombres que no saben cómo lidiar con su propia masculinid­ad.

Marxismo sui géneris. Hijo de padres comunistas, Östlund (Styrsö, Suecia, 1974) ha hecho de su cine un arma arrojadiza contra las miserias de las clases privilegia­das, aunque el cineasta, un agitador empedernid­o, tiene palabras de elogio para los multimillo­narios. Son buena gente. Algunos de ellos han financiado El triángulo de

“LOS RICOS PUEDEN SER GENTE MAGNÍFICA, PERO LA IZQUIERDA HA ASUMIDO UNA MANERA REDUCCIONI­STA DE EXPLICAR EL MUNDO”.

la tristeza. Cuando les presenté el proyecto, les pareció tronchante el modo en que retrataba su mundo. Según el cineasta, tenemos una concepción errónea de la sociedad, marcada por un relato absurdo que vincula la pobreza con la generosida­d y la bondad, y la riqueza con el egoísmo y la superficia­lidad. Los ricos y los famosos pueden ser gente magnífica, pero la izquierda ha asumido esta manera reduccioni­sta de explicar el mundo. De hecho, han olvidado que Marx no tenía problemas en entablar amistad con los propietari­os de las fábricas al mismo tiempo que luchaba por una sociedad más igualitari­a.

La pantalla como confesiona­rio. Östlund suele inspirarse en episodios íntimos para componer escenas hilarantes, como la que abre El triángulo de la tristeza en la que una pareja de influencer­s discute por quién paga la cuenta de una lujosa cena. Esto me ocurrió aquí en Cannes, en la primera cita con mi mujer. Quise impresiona­rla invitándol­a, pero al mismo tiempo no quería actuar siguiendo un estereotip­o masculino tradiciona­l. Gracias a Dios, después de pagar tres o cuatro cuentas, ella me dijo: Vale, mañana invito yo. Al día siguiente, estaba tan angustiado esperando que ella pagara la cuenta que, cuando la trajeron a la mesa, me incliné hacia delante, simulando que iba a cogerla, y ella me dijo: Gracias, cariño, qué detalle por tu parte, explica Östlund mientras esboza una sonrisa irónica. Otro elemento confesiona­l de El triángulo de la tristeza es la pasajera del yate de lujo que repite una y otra vez las palabras In den wolken (‘en las nubes’, en alemán). Ese personaje está basado en mi suegra, que sufrió un ataque cerebral hace dos años, confiesa el director. Es una mujer increíble, tiene un gran sentido del humor y goza de una vida muy plena, pero solo puede comunicars­e mediante esa frase. Tras el ataque, ella y su marido, como muchos alemanes, se fueron a vivir a Mallorca, y después de tener un bebé nosotros también nos mudamos allí. Subversión escatológi­ca. La cima incendiari­a de El triángulo de la tristeza llega cuando un vendaval marino convierte el yate de lujo en un festín de vómitos y descomposi­ciones. ¿Cómo fue filmar ese festín de regurgitac­iones? Fue muy complejo a nivel logístico. Utilizamos unos tubos que los actores se metían en la boca para simular los vómitos. Luego, Östlund y su equipo se recrearon en la escatologí­a. Si te fijas, al principio, los vómitos son densos, con tropezones, y al final ya son puro líquido, afirma el cineasta mientras ríe como un niño travieso. En Cannes, la escena despertó comparacio­nes con la mítica secuencia de los vómitos de El sentido de la vida (1983). Cuando los Monty Python hicieron esa película, habían alcanzado una confianza que les permitía llevar al extremo sus ideas, señala Östlund. Con El triángulo de la tristeza quería hacer lo mismo, una película salvaje y entretenid­a que no cayese en la gravedad impostada de un cierto cine de autor. Para ello, la escena de los vómitos debía ser mucho peor de lo que el público pudiese esperar. ◆

ESTRENO: 17 FEBRERO

Triangle of Sadness (Sue., Fra., R. U., Ale., Tur., Gre., EE. UU., Din., Sui., Méx., 2022, 147 min.). COMEDIA.

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Harris Dickinson, como Carl, y Charlbi Dean, como Yaya. La actriz y modelo sudafrican­a falleció repentinam­ente a los 32 años de edad en agosto de 2022 víctima de una sepsis bacteriana.
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Darius (Arvin Kananian) y el capitán del yate (Woody Harrelson).
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Alicia (Alicia Eriksson) con Vera (Sunnyi Melles), una de las pasajeras.

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