PARA AFINES A LOS DRAMAS SOBRIOS Y DE CALADO UNIVERSAL.
Lo mejor: el respeto creativo con que aborda la tragedia por todos conocida.
Lo peor: lo duro que resulta ver a Gaspard Ulliel en pantalla conociendo su triste destino.
da la espalda a la tentación melodramática, y ahí, en lo bien templado de su antiefectismo, radica quizá lo mejor de esta obra sobria y terrenal (en el mejor sentido) que se hace digna allí donde, por desgracia, nace el bochorno en la gran mayoría de las películas dedicadas a narrar cómo se marchita una salud con inevitable fecha de caducidad.
Quizá la gran virtud de Harry Potter haya sido abrir una puerta mágica a que el cine mire hacia la mejor literatura fantástica juvenil para adultos. Y eso puede producir deliciosas aberraciones como esta adaptación de la primera novela de K. J. Parker –pseudónimo de Tom Holt– dedicada a la misteriosa firma londinense J.W. Wells and Co. (inspirada en la ópera cómica de Gilbert & Sullivan The Sorcerer, estrenada en 1877), que yo sepa sin publicar en castellano. Nos encontramos aquí con una película absolutamente divertida e inteligente, que une a la aventura el humor y ciertas dosis de sátira subterránea, capaces de ampliar su público juvenil hacia una tal vez minoritaria audiencia adulta amante de la fantasía eutrapélica, sin dramatismos ni grandilocuencia gratuita.
Con un espléndido reparto donde destacan Patrick Gibson, la peculiar Jessica De Gouw y un irresistible
Sam Neill lleno de duende, La puerta mágica procede de la factoría Henson, por lo que podemos disfrutar de fabulosos decorados y un elenco feérico con agradecido maquillaje y efectos físicos. Aunque difícilmente obtenga el éxito que merece, ojalá le sigan pronto las secuelas.
Más información en núm. 2.156
ESTRENO: 23 JUNIO