La cripta embrujada CARRETERAS AL FIN DE LA NOCHE
La introducción a comienzos del siglo XX del motor de explosión y el paso de la tracción animal a la mecánica lo cambiaron todo. Implementada por los dos grandes conflictos bélicos mundiales, la automoción transformó el mundo, pero no lo civilizó. Estableció nuevas interacciones entre lo humano y lo tecnológico y mecánico, sustituyendo el binomio hombre-caballo por el de
hombre-máquina. La humanidad dio un paso de gigante en su apartarse de la naturaleza, dominándola. Pagando un precio: la propia pérdida de humanidad.
Nada muestra mejor este drama biomecánico existencial que dos cintas arquetípicas, imitadas hasta la saciedad: El salario del miedo (G. Clouzot,
1953), que reedita restaurada en 4K A Contracorriente, y El diablo sobre ruedas (S. Spielberg, 1971), reeditada por Universal. Dos clásicos donde la relación entre sus protagonistas y las máquinas que conducen, dentro de contextos muy distintos, pero marcados ambos por la violencia, la competitividad, el capitalismo despiadado y la pérdida de identidad, retratan un mundo de barbarie motorizada. Dos oscuros films de aventuras donde suspense y emoción adoptan un lenguaje moderno implacable, que les priva de ofrecer alivio alguno a nuestra angustia como marionetas de carne al servicio de coches, carreteras, camiones, ruedas y motores. Un tornillo más en la megamáquina.
El salario del miedo y El diablo sobre ruedas, gracias al genio de Clouzot y Spielberg antes de ‘spielbergizarse’, reflexionan sobre la desintegración de la masculinidad y sus mitologías, envueltas en restos de metal, palancas y neumáticos. Un viaje al fin de la noche donde el enemigo impasible, camiones asesinos o cargados de nitroglicerina son recordatorio del crepúsculo del imperio del ser humano. Cada año, 1.350.000 personas pierden la vida en carretera.