LOS CASTELLS O LA PASIÓN POR ERIGIR TORRES HUMANAS
Vamos,que quedan quince segundos!”, anima el cap
de colla Francesc Ramon, mientras las piernas de los castellers empiezan a temblar (algunos aguantan sobre sus hombros 300 kilos o más). Pero resisten y la colla Joves Xiquets de Valls consigue descarregar (erigir y desmontar sin que se derrumbe) un dos de
vuit net (torre humana de ocho pisos, con dos personas en cada uno, sin refuerzos extra en la base) en su ensayo del viernes por la noche. La sala, donde hay más de un centenar de personas de todas las edades, irrumpe en aplausos.“Este castell es el más difícil que se puede hacer, vale más que uno de diez pisos”, nos aclara Josep Maria Pallarès, practicante de esta tradición desde los 16 años, y tiene 74, nieto, hijo y hermano de castellers, y padre y abuelo de dos de los integrantes actuales.
La Joves forma parte de la élite del centenar de agrupaciones que hay en Cataluña, donde esta actividad, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010, vive su época de mayor auge. Además, es una de las dos de la ciudad de Valls, donde nacieron los castells a principios del siglo XIX (la primera actuación documentada enfrentó a ambas en 1813). La rivalidad con la Colla Vella, también de las más destacadas, es “feroz”, admite Pallarès: “No nos podemos ni ver. Es como un Barça-Espanyol, o un Real-Atlético”, pero en una población de 25.000 habitantes.
El reconocimiento de la Unesco ha descubierto esta tradición catalana al resto del mundo (ya hay cas
tellers chinos), y a las principales colles no paran de salirles bolos internacionales. La Joves se marcha dentro de unas semanas a Washing- ton. Pero toda su atención está centrada en octubre, cuando, cerrando una temporada de seis meses con más de 30 actuaciones, se celebrará, como siempre en Tarragona,el concurso de las mejores.
Esta cita bienal es la única que tiene carácter competitivo. “Tenemos en mente un castell con el que podemos ganar, que no se ha hecho nunca”, desvela Pallarès. De ser así pondrían fin a la hegemonía de los Castellers de Vilafranca del Penedès, que se prolonga desde 2002.De momento,el domingo actúan en el pueblo cercano de Perafort, a donde se desplazarán 160 personas. En las grandes ocasiones,como el concurso, pueden llegar a ser 700 camisas (Vilafranca ha llegado a desplazar a mil). Y aunque la colla cobra por la actuación, sus miembros no perciben ni un solo euro. Ser casteller es una pasión que no se paga con dinero.