EL CASTILLO DE OLITE Y SUS FANTASMAS CORTESANOS
En este conjunto civil y militar de los siglos XIII y XIV, donde no faltan fosos, jardines, torres y murallas como sucede en otras fortalezas, habitan fantasmas, algunos de los cuales ya fueron vislumbrados someramente por el poeta Gustavo Ad Adolfo l Bécquer en 1866. En los cuentos populares se habla de los espectros de Carlos III, el Noble (fallecido aquí en 1425), de su nieto Carlos I, príncipe de Viana, y de la madre de este, Blanca de Navarra. Entre los gruesos muros, sumidos en la negra oscuridad, todavía es posible escucharles murmurar sobre algún episodio de sus vidas, o quizás sobre arte y cultura, sus pasiones favoritas. Ruidos y susurros y letanías de otra época se deslizan por las galerías de la Reina y Dorada, a veces acompañados por el suave rugido del león Marzot, fiel compañero de Carlos III. De hecho, está documentada la implantación en la Corte de Olite de un verdadero jardín zoológico repleto de animales exóticos. La vocación de Carlos I de Viana hacia las letras y las artes –los premios internacionales Príncipe de Viana que aún hoy se entregan a la Cultura y la Solidaridad provienen precisamente del título concedido por Carlos, el Noble, a su nieto– chocaba con los planes militares que su padre, Juan II de Aragón, tenía para él y por los que le amargó la vida. De ahí que viviera angustiado, como refleja su mirada atormentada en el cuadro expuesto en el salón principal del parador-castillo. No extraña por tanto que su alma vague por estas habitaciones,donde solo consiguió ser feliz hasta los 20 años y donde disfrutó de esa cultura que tanto amaba junto con su madre y abuelo.