Glamour (Spain)

¿EL ÚLTIMO TABÚ? Ver a un hombre desnudo sigue generando polémica. Si queremos igualdad, ¿qué nos impide exigirla?

Texto:

- Elena Mandacen

El pasado verano, los tabloides norteameri­canos sacaban en portada al actor Orlando Bloom de vacaciones con su actual pareja, la cantante Kate Perry. Pero, ¿qué tenía de especial esta foto? Pues que la pareja estaba practicand­o paddle surf y Bloom iba completame­nte desnudo. Fue entonces cuando las redes sociales estallaron generando un debate viral en el que entró hasta la exmujer del actor, la modelo Miranda Kerr, que se vio obligada a comentarlo en un programa de televisión. “Voy a enviarle un par de trajes de baño a Orlando. Segurament­e le va a gustar”, bromeó.

Ellas sí, ¿ellos no? Pero para lo que realmente ha ser vido esta polémica ha sido para volver a poner sobre la mesa ese absurdo tabú que existe en la sociedad sobre el desnudo masculino. ¿Por qué se ve con normalidad que lo haga una mujer? ¿Por qué aceptamos que Irina Shaik, Lindsay Lohan o Rihanna hayan aparecido en portadas de revistas mostrando su cuerpo desnudo y, en cambio, nos llevamos las manos a la cabeza cuando lo hace un hombre ? Si estamos reivindica­ndo la igualdad entre sexos, quizá sería un buen momento para cambiarlo. Y es que, como explica la socióloga Ana María Ruiz, “estamos acostumbra­dos a ver mujeres desnudas porque se utilizan como objetos de deseo en la publicidad y la televisión. Sin embargo, los hombres desnudos no son tan comunes, no estamos acostumbra­dos a ver un pene. Creo que ése es el principal problema de la gente”.

Dejar atrás la censura. El caso de Orlando Bloom no es el único que ha escandaliz­ado últimament­e al, a veces, puritano y machista Hollywood. Tom Brady, marido de Gisele Bündchen, tomaba tranquilam­ente el sol este verano en una playa italiana cuando los paparazzi le “cazaron” completame­nte desnudo. Y de nuevo, la misma historia. Al regresar a Boston, el jugador de los New England Patriots tuvo que dar explicacio­nes en una entrevista de radio en la que aseguró haberse sentido intimidado, al mismo tiempo que afirmaba con rotundidad que nunca volvería a hacerlo. ¿Acaso algún directivo de su club le dio un tirón de orejas ? Si hubiesen pillado a su mujer, ¿habría sido distinto? En España también ocurre. Maxi Iglesias publicaba en su cuenta de Instagram una foto en la que salía desnudo en la playa. En este caso no fue una foto robada, sólo una manera de normalizar­lo. “El otoño me ha robado el bañador… octubre encantado… ¡sigue así de soleado!”, decía el actor con su habitual sentido del humor. Tampoco nos podemos olvidar del mundo del arte que se ha visto salpicado por esta especie de censura innecesari­a. Mientras que el desnudo femenino ha sido objeto de innumerabl­es estudios, manifestac­iones o proyectos académicos (como la exposición que el pintor Alonso Cano dedicó al cuerpo de la mujer y que se puede ver en el Museo del Prado), el masculino

ha sido víctima de un oscuro e incomprens­ible rechazo. Por eso, la exposición que tuvo lugar hace unos años en el Museo d’orsay de París rompía en cierto modo ese tabú. En ella se mostraba una visión general del cuerpo masculino desde 1800 hasta la época actual. ¿Son necesarias más muestras de normalizac­ión? En el cine no nos escandaliz­ó ver a Nicole Kidman casi desnuda en Eyes Wide Shut (¿Y Tom Cruise qué?). Por el contrario, cinco segundos de desnudo integral de Michael Fassbender en Shame hicieron que se hablase más de ello que de la historia que contaba. Por no hablar de cómo Hollywood se negó a que Jamie Dornan “enseñase todo” en 50 sombras de Grey y nos tuviésemos que conformar con sus perfectos abdominale­s. En la televisión pasa algo similar. Kit Harington, Jon Snow en Juego de tronos, exigió cotas de igualdad en el tema de los desnudos de su serie y Emilia Clarke, Daenerys Targaryen, nunca ha escondido su malestar ante el reinado de las tetas (el llamado boobs mandate). Quizá por eso, la decisión de Olivia Wilde de mostrar un desnudo integral en la serie de televisión Vinyl sir vió para reabrir el eterno debate, una discusión fuera de todo razonamien­to, que lleva años acompañánd­onos.

Ese oscuro deseo. Para la psicóloga y sexóloga Nayara Malnero, es necesario normalizar­lo. “Cuando no estamos acostumbra­dos a algo nos sorprende, así de sencillo. Podemos escuchar habitualme­nte opiniones como que el cuerpo femenino es bonito por naturaleza y que el masculino no. Fijémonos mejor en que la belleza no es más que una valoración subjetiva y cultural que nos inculcan y que se enseña.” El deseo nunca tuvo problemas con el género. una gran sensualida­d en la mirada del espectador. Ésa es, al menos, la lección que hemos aprendido quienes hemos visitado su exposición en la Galería Pilar Serra (pilarserra.com) titulada Ácido dorado. ¿Qué hemos visto en ella? Pues un trabajo que Mona Kuhn inició en 2013 en una apartada mansión de estilo modernista, en concreto la que el arquitecto Robert Stone tiene en el Joshua Tree National Park de California. Seis fotografía­s de tamaño mediano y dos de gran formato componen esta exposición en la que se muestra un particular diálogo entre el cuerpo humano y ese desértico paisaje, incidiendo en la flora y en la intensa luz solar que producen los reflejos y transparen­cias. No viene de ahora la relación que esta galería tiene con Mona Kuhn. En 2007, cuando todavía se llamaba Galería Estiarte, presentaro­n su serie Evidence, en la que la artista nos introducía en un club privado, una colonia naturista en el sur de Francia, donde estaba pasando sus vacaciones. Mediante un tratamient­o exquisito de la luz y el color, Kuhn moldeaba los cuerpos desnudos para extraer una ambigua sensación. En 2012, esta galería presentaba Native, una serie que surgió de la reinterpre­tación de su pasado y que llevó a la artista a su país de origen natal, Brasil, donde, en contraste con otros trabajos anteriores, buscó un hilo conductor entre las personas y la naturaleza, convirtien­do al paisaje en el auténtico protagonis­ta junto a la exuberante selva brasileña.

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