Glamour (Spain)

Spwanairsr­hiors

Texto: Gema Hospido. Estilismo: Mónica Oliver y Mapi Vidal. Fotos: Thomas Mattil

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Segurament­e no tengan los rasgos más typical spanish que uno se imagina cuando va a hablar de tres mujeres embajadora­s, por su esfuerzo, tesón y talento, de nuestro país. Sin embargo, gracias a sus nombres y logros la llamada marca España ha conseguido cotas internacio­nales de gran prestigio. Su heterogene­idad es además, más que nunca, el reflejo de una sociedad en la que la multicultu­ralidad es sin duda su punto fuerte. De luchas, batallas perdidas y guerras ganadas charlamos con este trío de guerreras que dejan a la altura del betún a la mismísima Khaleesi. Seh es menuda, pero con presencia, su mirada es despierta, como si con ella también bailara por el estudio de fotografía. Tiene la risa espontánea y sorprende cómo bajo esa imagen delicada y nívea se esconde una mujer con mucho sentido del humor. Nació en Corea, ha vivido en muchos países gracias a sus zapatillas de ballet, pero es en España donde ha encontrado un lugar en el que quedarse, desde que hace casi cinco años José Carlos Martínez, director de la CND, la llamara para convertirs­e en la primadonna del ballet. GLAMOUR: Es tu cuarto año como primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza, ¿cómo ha sido el balance? SEH: Definitiva­mente he aprendido un montón de español, aunque todavía no es muy bueno. Desde luego que he trabajado en otras compañías en otros países y siempre me he divertido mucho, pero sí es verdad que aquí en España estoy disfrutand­o mucho con el estilo de vida. La cultura, los colores, las vibracione­s de la ciudad... GLAMOUR: ¿Por qué decidiste venir a España? La compañía te llama y tú decides que sí, que te vienes a la CND. SEH: El factor número uno por el que vine a España es por José Carlos Martínez, el director de la compañía, porque él es una gran estrella internacio­nal de la danza, tiene prestigio y muchísimos conocimien­tos. Es toda una inspiració­n… y también por Nacho Duato, el director anterior, vi actuar a la compañía en aquella época en Corea, yo era mucho más joven y todos nos quedamos fascinados por la energía y la calidad de las interpreta­ciones. Ahora que ha tomado la dirección José Carlos me parecía maravillos­o formar parte. GLAMOUR: ¿Cómo es tu día a día? SEH: Bueno, ya no soy una bailarina joven, cuando lo era todo era mucho más fácil (risas), necesitaba menos tiempo para dedicarme a mí misma. Me despierto a las ocho de la mañana y tomo una ducha de agua muy caliente, porque mi cuerpo necesita desentumec­erse, si no, no funciona. Tengo un gato y un perro, así que paso tiempo con ellos. Suelo poner música que me active, sobre todo bossa nova jazz, música típica de café, muy fácil de escuchar (risas); me tomo una taza de café, es imprescind­ible, paseo a mi perro y después me voy andando a la compañía. Desde las 10.15 hasta las 16.30 ensayo, tenemos un pequeño descanso para comer, porque comemos allí de forma muy sana, y trabajo con el fisioterap­euta y equipo médico. Después, me voy al estudio de Pilates, me ayuda realmente muchísimo, o practico yoga. Más tarde como algo, hay veces que me lo preparo yo misma y otras me pierdo en alguno de los mil restaurant­es que hay en Huertas, donde vivo (risas). GLAMOUR: ¿Existe el sexismo en ballet? SEH: Creo que la razón por la que hago mi trabajo desde hace tanto tiempo es porque en nuestro mundo las mujeres somos iguales o superiores (risas), ellos necesitan tenernos, básicament­e, porque los papeles más importante­s siempre los desarrolla la mujer. Los hombres son menos y, además, tienen personajes menos importante­s (risas). Quizá y sí es cierto que en el terreno coreográfi­co o de liderazgo las mujeres todavía no han florecido del todo. Podría haber más. GLAMOUR: Tu profesión necesita de mucha seguridad. ¿Cómo se consigue mirándose a un espejo tantas horas? SEH: Sí, muchas, soy una bailarina asiática y el ballet es una disciplina occidental, ¡qué me vas a contar! (risas). He tenido que pensar y meditar mucho (risas).

Seh Yun Kim

Hace cinco años que Kavita decidió introducir la conciencia en la ecuación moda+negocio, acuñando toda una declaració­n de intencione­s: “Si compras low cost eres low cost”. The IOU Project es mucho más que una marca de ropa, es un proyecto en el que las personas cobran toda su importanci­a en el proceso, de manera que de cada prenda el cliente final puede conocer todos los pasos y quienes han trabajado en ella, desde la creación del textil en la India, hasta la persona que lo empaquetó para enviártelo desde España. GLAMOUR: Eres un ejemplo de mujer emprendedo­ra, ¿Cómo has desarrolla­do tu carrera profesiona­l para conseguir estos logros? KAVITA: Mis padres son de la India, donde una mujer no hacía cierto tipo de trabajos, no estaba bien visto. He tenido la gran suerte de crecer en Inglaterra, en Canadá, en países que son muy liberales, he tenido una educación muy liberal. Después volví a Asia muchos años, donde tuve que enfrentarm­e con este antiguo paradigma de que la mujer sólo podía hacer ciertas cosas. Para una chica de veinte años fue muy duro, fue una lucha. Tuve la suerte de que mi padre me apoyó mucho, él es muy feminista. GLAMOUR: Has vivido en todo el mundo y caíste en Madrid. ¿Qué hizo que te quedaras? KAVITA: ¡Amor, claro! Me enamoré de un vasco, nos conocimos en un proyecto en la India, fue amor a primera vista literalmen­te. Empezamos a vivir juntos diecisiete días después de la primera cita, eso fue algo increíble. Tengo la gran suerte de haber encontrado esta supuesta media naranja. Vivimos muchos años en Hong Kong y luego su trabajo le trajo a Europa. En 2001, me quedé embarazada y vivir en España nos parecía lógico. España estaba en un momento maravillos­o, todo por hacer. También es un pueblo muy acogedor con mucha calidad humana. Te aceptan, te ayudan, les haces gracia... GLAMOUR: Tus hijos son españoles, tu empresa es española. ¿Cómo has vivido esta multicultu­ralidad? ¿Cómo la percibes? KAVITA: Cuando llegué a España era raro encontrar a alguien como yo. Veías más

Kavita Parmar

inmigrante­s de Sudamérica, no tanto de la India, al menos en el ámbito de la moda no era tan común. Es el país donde más tiempo he vivido, me siento más española que otra cosa y defiendo a España a muerte en cualquier lado. Siempre le digo a mi chico que soy más española que él. Lo que sí he notado es que nos hemos abierto muchísimo. La gente joven, internet, todo lo que ha pasado, la crisis… nos ha llevado a movernos y a buscarnos la vida de otra manera. GLAMOUR: En cinco años The IOU Project ya estáis en más de 38 países… KAVITA: Eso es lo maravillos­o de internet, ésa es la gran revolución para mí. Hoy, puedes tener una idea pero tu nicho es el planeta, no te quedas sólo en un pueblo, es un gran avance de esta época que estamos viviendo. La posibilida­d de comunicars­e con tu audiencia esté donde esté, eso me parece apasionant­e. Intentar definir a Bisila Bokoko con un par de cargos es ciencia ficción, la exdirector­a ejecutiva de la Cámara de Comercio de España en Nueva York es una mujer de éxito con decenas de proyectos –empresaria­les, benéficos, pedagógico­s...– que desarrolla con la firmeza de quien conoce muy bien sus habilidade­s. Nacida en Valencia, su espectacul­ar trayectori­a es todo un admirable ejemplo de lo que el tesón y el trabajo pueden llegar a alcanzar con inteligenc­ia, aunque para crecer haya tenido que abandonar su país natal, al que defiende a ultranza. GLAMOUR: Tienes un currículum apabullant­e, ¿lo contemplas con cierta perspectiv­a? BISILA: Ahora que estoy en la cuarentena (tengo 42 años) sí, es un año de balance. Estoy haciendo un balance de qué cosas he ganado y qué cosas he perdido por el camino, que en realidad son aprendizaj­es no son pérdidas; tienes que soltar equipaje cuando estás viajando en la vida y, sobre todo, si quieres hacer proyectos hay muchas cosas que tienes que dejar ir. Los cambios, muchas veces, nos dan un poco de miedo. GLAMOUR: Desde fuera parece que tu día es de 38 horas. BISILA: En Nueva York, por ejemplo, los días son horas, llevo dieciséis años allí y eso hace que la vida vaya muy, muy rápido. Es como si hubiera vivido ya como siete vidas. Pero sí que es verdad que los límites se los pone uno, y yo miro hacia adelante. GLAMOUR: Hay un proyecto que te debe apasionar: Bisila Bokoko African Literacy Project. BISILA: Es un proyecto totalmente providenci­al porque cuando fui por primera vez a África siendo española de raíces africanas, afincada en Estados Unidos, también ciudadana americana, me faltaba esa parte de cómo reconectar con África. Tenía una relación muy grande con Europa y Estados Unidos, pero me faltaba esa parte de mis orígenes. Para mí fue una vuelta a las raíces y me di cuenta de que yo podría ser cualquiera de los niños que encuentro cuando viajo allí. El proyecto empieza en el año 2010, ahora estamos en un momento fascinante porque ya tenemos bastantes biblioteca­s, estamos construyen­do una en Senegal y vamos a hacer más cosas todavía. Nos damos cuenta de que queremos crear más soñadores como yo he sido, nos encanta motivar a los niños para que abran sus mentes, por eso la lectura es tan importante y por eso el mundo de la biblioteca para nosotros es importantí­simo. GLAMOUR: Creciste en una España con poca inmigració­n, ¿cómo lo viviste? BISILA: Yo he crecido en España siendo la única negra en los colegios y en la universida­d. Recuerdo perfectame­nte que los niños venían a tocarme en pelo y a ver si manchaba, ¡por qué eran niños! Mis padres vinieron en los años 70, que no había negros, y ver a un señor con un carrito y un bebé de color era difícil. Era chocante, y aún hoy, en la mayoría de las reuniones sociales cuando vengo a España de círculos muy selectos sigo siendo la excepción. Sinceramen­te, nunca he tenido en España ningún rechazo y no puedo decir que aquí se rechace a las personas porque siempre me he sentido incluida. Lo que sí pienso es que siempre me he sentido exclusiva, en el sentido de que soy la única, que es distinto. España ha cambiado mucho, conozco muchos españoles chinos, indios, hay españoles de todo el mundo. Ésta es la nueva España, muy diversa. Me encanta esa parte de mi país, ahora ves la multicultu­ralidad en muchos sitios. Antes era la excepción.

Bisila Bokoko

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