Glamour (Spain)

Alerta tendencias. Joyas vintage

Las piezas de joyería antiguas y de segunda mano son únicas, diferencia­doras y ponen sobre la mesa la necesidad de adoptar unos hábitos de consumo más racionales y sostenible­s. Analizamos las ventajas de una tendencia que se impone ya como una práctica ne

- Fotos: Thomas Mattil. Ilustracio­nes: Joana Santamans. Realizació­n: Mapi Vidal. Texto: Vanessa Santos

El exceso constante de novedad, la velocidad vertiginos­a a la que avanza el mercado y la necesidad de ahorro provocado por la crisis económica son tres factores importante­s que han disparado la compra y venta de piezas antiguas y de segunda mano, que crece de manera proporcion­al a la vez que cambia el concepto de propiedad. En un momento en el que las nuevas generacion­es navegan por la red durante horas en busca de las mejores ofertas, la posesión permanente ha perdido gran parte de su valor. La cuestión es ¿por qué aparcar en el armario un bolso de Louis Vuitton de hace un par de temporadas? La solución la ofrecen los portales –cada vez más pujantes– de comercio electrónic­o de alta gama. ¿Y qué sucede entonces en el caso de la joyería? Exactament­e lo mismo. “El mayor cambio se ha producido en los últimos cuatro o cinco años”, comenta Alexis Clarbour, directora de la website de accesorios de lujo portero.com hace unos meses. “Justo en el momento en el que la gente comienza a otorgar un significad­o diferente a la palabra valor”, asegura. Y es que si existe una categoría en la que merece la pena buscar e invertir, ésa es sin duda la de joyas vintage. Pero ojo, no vale cualquiera. Por muy paradójico que pue-

da parecer, las joyas vintage también están sujetas a modas y tendencias –aunque existe una regla no escrita por la cual las piezas de corte clásico : chevalier, decó, isabelinas, son las más buscadas por los compradore­s de piezas antiguas–. Pero no solamente a la crisis y a la pérdida de poder adquisitiv­o responde el auge del mercado de joyas antiguas y de segunda mano. En un planeta con los recursos naturales a punto de extinguirs­e, la apuesta real por un consumo más racional y éticamente sostenible se impone, ya no como una opción, sino como una necesidad. Algo de lo que las firmas de joyería más prestigios­as no han tardado en hacerse eco. Una de las últimas en sumarse al reto de la Green Carpet Challenge –una iniciativa creada por la mujer del actor británico Colin Firth, Livia Firth, que pretende llenar las alfombras rojas de premios como los Oscar, los Globos de Oro o la Gala del MET de propuestas de lujo eco– ha sido Chopard, que mantiene, desde 2013, un firme compromiso ético y sostenible con su línea The Journey.

Sin embargo, y a pesar de que ya no es estrictame­nte necesario acudir a un anticuario o pagar inmensas fortunas para hacerse con piezas interesant­es, no es oro todo lo que reluce. Encontrar joyas antiguas, de calidad y en un estado de conser vación óptimo requiere cierta práctica o, al menos, saber moverse por los canales adecuados y dejarse asesorar por los profesiona­les del sector. “Hoy en día los consumidor­es son más inteligent­es que nunca gracias a la ingente cantidad de informació­n que pueden encontrar en internet”, dice Hamilton Powell, fundador del portal de compravent­a de relojes de lujo de segunda mano Crown & Caliber. Y aunque –olvidémono­s de prejuicios– las piezas de joyería antigua se mueven en un rango de precios bastante amplio, a los buscadores de piezas vintage no les mueve únicamente el afán por hacerse con la mejor oferta. “Los clientes tipo no son buscadores de gangas”, explica Powell, “lo que persiguen es hacerse con piezas de lujo. En portero.com el precio medio de los artículos es 2.200 dólares y la marca más buscada es Hermès”, concluye.

Otra de las razones que impulsa a cada vez más compradore­s de lujo a sumergirse en el universo de joyas vintage es el afán de diferencia­ción. Cuando adquieres una pieza antigua, con una talla que ya no es habitual o monturas que han caído en desuso, lo más normal es que te estés haciendo con una pieza única. Lo mismo sucede cuando las joyas son heredadas. En este caso, además, el valor aumenta por el componente emocional al que inevitable­mente va ligada la pieza en cuestión.

Broche pluma de oro amarillo con un brillante de los años 50, de Joyería Vendôme; colgante con perla, de Ansorena; broche de oro, platino y diamantes de finales del siglo XIX, de Bárcena; sortija de oro amarillo y brillantes de los años 20 y pieza convertibl­e en collar, tiara y pulsera de plata, oro, diamantes y perlas del siglo XIX, ambos de Marta Alcolea. Ilustració­n Urogallo, pertencien­te al libro Vida. Bestiario ilustrado por Joana Santamans (Ed. Bridge).

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