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Vitaminada­s

Previene las manchas, combate las arrugas y la flacidez e ilumina tu rostro. Analizamos todo lo que la vitamina C puede hacer por ti y todo lo que debes hacer tú para sacarle el máximo partido. Texto: Leyre Moreno

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Amada y temida a partes iguales. Son muchos los beneficios que se le atribuyen a la vitamina C y otros tantos los mitos que se ciernen sobre ella. Está demostrado que favorece la luminosida­d de la piel, estimula la producción de colágeno mejorando la tersura y firmeza y combatiend­o la flacidez cutánea. En la otra balanza, hay quien cree que puede manchar el cutis o que es fotosensib­ilizante. ¿Qué hay de verdad en estas afirmacion­es? Los expertos despejan éstas y otras dudas, como la concentrac­ión de vitamina C que debe poseer un cosmético para resultar efectivo o si resulta igual de óptima su ingesta que su aplicación tópica.

P: ¿Cuáles son los beneficios de la vitamina C para la piel? R: “En su forma más pura, el ácido ascórbico, la vitamina C es un fantástico antioxidan­te que nos protege del estrés oxidativo y de las agresiones externas. Además, favorece la producción de colágeno y mejora el tono y la textura de la piel”, explica Janet Pardo, vicepresid­enta de Desarrollo

de Nuevos Productos de Clinique. Aurora Garré, research and developmen­t de Isdin, ahonda en su capacidad para prevenir la aparición de manchas: “Si el estrés oxidativo de la exposición solar no es neutraliza­do por los antioxidan­tes de nuestra piel, ésta reacciona de manera defensiva provocando una mayor síntesis de melanina, pigmento que da color a la piel. La vitamina C aplicada tópicament­e tiene dos funciones en el tratamient­o de las manchas. Su efecto antioxidan­te disminuye la producción de melanina y tiene un ligero efecto exfoliante que favorece la renovación celular”. En cuanto a su poder

Raquel González, directora técnica Pure Skincare de Perricone MD añade: “Al igual que necesitamo­s la vitamina A para tener más fibroblast­os, la C es clave para que éstos produzcan más colágeno. Además, previene su degradació­n combatiend­o la flacidez. También es indispensa­ble para la liberación de factores de crecimient­o de transforma­ción que modifican el procolágen­o (débil y fácilmente absorbible) en colágeno de tipo I, el más deseado, el del ‘culito de bebé’. En relación a la luminosida­d, todos los buenos antioxidan­tes aportan luz, porque permiten que nuestras células metabolice­n mejor y produzcan más energía en la mitocondri­a, lo que se traduce en un cutis brillante”.

P: ¿Qué diferencia hay entre ingerir vitamina C y aplicarse una crema rica en este ingredient­e? R: “La aplicación sistémica de vitamina C no consigue en piel los niveles a los que se llega con la aplicación tópica. De esta última forma, se consigue una concentrac­ión en piel 20 veces mayor que con la ingesta de esta vitamina”, advierte la doctora Constanza Bahillo, miembro de la AEDV. Y es que no se trata de la vitamina que ingerimos, sino de la que somos capaces de absorber. Aurora Garré añade: “La exposición solar diaria hace que nuestra vitamina C a nivel de piel se gaste. La cantidad diaria necesaria de esta vitamina depende, entre otras cosas, de la edad. Los adultos necesitamo­s entre 75 y 90 mg ; las mujeres lactantes, 120 mg, y los menores de un año, 50 mg. Tomar más de la que se necesita no aporta ningún beneficio, ya que se elimina con la orina.

P: ¿Cómo mejorar su síntesis y potenciar sus efectos beneficios­os? R: “El principal problema de la vitamina C es su escasa estabilida­d. De ahí que los cosméticos con esta vitamina hidrosolub­le se formulen añadiendo vitamina E (liposolubl­e), que es antioxidan­te. Ambas se re- generan mutuamente. Además, las fórmulas no hidrosolub­les minimizan la irritación en concentrac­iones elevadas”, señala Gema Cabañero, directora del Centro Antiaging & Estética Avanzada Gema Cabañero. Y es que, tal y como apunta Raquel González, de Perricone MD: “Nos tenemos que remitir a concentrac­iones del 10-15% para que la cantidad de vitamina C que llegue a nivel de fibroblast­o sea suficiente para comenzar una cascada de reacciones”. Elena Aparicio, responsabl­e científica de Skinceutic­als añade: “Además, las formulacio­nes con ph superior a 3.5 no penetran en la piel. Éste debe situarse entre el 2 y el 3.5”. Es la vitamina C tamponada. Pero la efectivida­d de estos cosméticos no depende sólo de la concentrac­ión, también del sistema de vehiculiza­ción que variará en función del objetivo: “Para una acción antioxidan­te, elegiremos una formulació­n que se extienda por toda la superficie de la piel para que actúe como escudo de los radicales libres. Y si perseguimo­s un incremento de la producción del colágeno, tendremos que trabajar con sistemas de penetració­n sofisticad­os y una correcta concentrac­ión del activo para que alcancen el fibroblast­o”, aclara González. .

P: ¿Puede la vitamina C resultar irritante para las pieles sensibles?

R: “Si superamos la concentrac­ión del 10-15% se vuelve irritante, produciend­o inflamació­n y posibles fo ton sensibilid­ad es ”, advierte R aquel González, directora técnica Pure Skincare de Perricone MD. “Químicamen­te, nuestro organismo metaboliza la vitamina C en forma de ácido ascórbico. Diversos estudios demuestran que los niveles de ácido ascórbico en la piel se saturan tras el uso durante 5 días en una concentrac­ión del 15%. De ahí que no sirva de nada incrementa­r la cantidad de vitamina Cal 20%”, explica Aurora Garré, de Isdin. No obstante, existen otras formas no puras o derivados

PARA QUE LA VITAMINA C SEA EFECTIVA, DEBEMOS RECURRIR A UNA CONCENTRAC­IÓN DEL 10 AL 15%

de la vitamina C. “Como el ascorbil palmitato, una de las formas más empleadas en cosmética, ya que no irrita y es más estable que la vitamina C pura. El magnesio ascorbil fosfato evita el efecto exfoliante del ácido ascórbico tradiciona­l y es un buen blanqueado­r de las manchas, pero penetra peor. Por su parte, el tetrahexid­ecil ascorbato es capaz de penetrar con éxito en la epidermis y pasar a la dermis. De todos los derivados es el que genera una mayor síntesis de colágeno”, apunta Gema Cabañero. “Un producto con un 3% de tetrahexid­ecil ascorbato equivale a usar uno con ácido ascórbico al 12%”, puntualiza González.

P: ¿ La vitamina C es fotosensib­le? ¿ Debemos usar un fotoprotec­tor tras su aplicación? R: “Sí, es fotosensib­le, porque se inactiva con la exposición solar. Pero hay que aclarar que fotosensib­le no es lo mismo que fotosensib­ilizante, que se refiere a los sujetos que reaccionan de manera sintomátic­a ante la apli- cación tópica de un producto y la exposición al sol. La recomendac­ión de aplicarse un fotoprotec­tor después de la vitamina C no está relacionad­a con la fotosensib­ilidad sino con la pérdida de eficacia”, aclara Aurora Garré, research and developmen­t de Isdin. De hecho, la vitamina C puede potenciar los efectos del protector solar. “El fotoprotec­tor nos protege contra la radiación ultraviole­ta. Pero si lo usamos combinado con un sérum de vitamina C conseguire­mos una fotoprotec­ción más amplia, ya que nos protegerá también de los radicales libres de la radiación infrarroja y la contaminac­ión”, apunta Elena Aparicio, de Skinceutic­als.

P: ¿Qué otros mitos sobre esta vitamina deberíamos desterrar y qué verdades desconocem­os? R: “La vitamina C no ensucia el poro siempre que esté bien formulada y sea estable. Si esto pasa, es porque está oxidada y oxida la grasa del interior del folículo”, explica Raquel González. Gema Cabañero añade: “Cuando la vitamina C se oxida se pone amarilla; de ahí que muchos fabricante­s coloreen el producto para disimular este efecto. Pero el problema no es que cambie de color, sino que pierda eficacia y se vuelva pro-oxidante, incrementa­ndo la producción de los temidos radicales libres”. La doctora Mª Rosa García Maroto, de Clínica de la Fuente, apunta otro beneficio desconocid­o de la vitamina C: “Ayuda a quemar la grasa durante el ejercicio. Tampoco es cierto que la naranja sea uno de los alimentos con más vitamina C, le superan las grosellas, el perejil o el brécol”. “Deberíamos usar cosméticos con vitamina C todo el año, también en verano. Una mujer de 40 años que se expone al sol 30 min pierde su contenido de vitamina Ay C en un 90%. ¿No deberíamos recuperar esos niveles justo cuando más lo necesitamo­s?”, se cuestiona Raquel González. “También degrada la vit. C el consumo de algunos fármacos, de alcohol o de tabaco. Un cigarrillo destruye de 25 a 200 mg de vitamina C”, concluye Gema Cabañero.

ESTA VITAMINA ES SENSIBLE A LA LUZ, EL SOL ANULA SUS EFECTOS

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