Glamour (Spain)

LIBROS Almudena Grandes, maestra de la emoción. Títulos para amar la lectura

Nazis, espías, misterios... Con Los pacientes del doctor García, la cuarta entrega de la sextalogía Episodios de una guerra interminab­le, Almudena Grandes nos demuestra una vez más que es una escritora de raza. De las que dejan su huella en la historia. U

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“LO QUE DEFINE A LA NOVELA ES QUÉ CUENTA DESDE EL INTERIOR”

domina el lenguaje, la estructura, los ritmos, los registros, todos los resortes de la narrativa. Eso es, en parte, oficio. Algo que Almudena Grandes, que publicó su primera novela en 1989, ha ido ganando con los años. Con Los pacientes del doctor García, que sale a la venta en los primeros días de septiembre, ya serán 15 los libros publicados sin contar adaptacion­es cinematogr­áficas, innumerabl­es artículos periodísti­cos y de opinión… Pero también es pasión. Los años, nos explica a lo largo de una relajada y enriqueced­ora charla en su casa, la han hecho más sabia, con ello, más escéptica ante algunas cosas y más apasionada con otras. Y con su discurso inteligent­e, ameno y apasionado, me hace reflexiona­r con ella, llevarme a su terreno. ¿Te vienes con nosotras ? GLAMOUR: Los pacientes del doctor García, tu nueva novela, es la cuarta de una sextalogía que conformará­n los Episodios nacionales de la segunda parte del siglo XX, desde la posguerra hasta 1964. ALMUDENA: Es la idea. Mi modelo es el de Galdós. Sus Episodios nacionales son, en primer lugar, la historia contada desde abajo, que es la perspectiv­a que adopto yo también. Los protagonis­tas son gente corriente, de la calle. Como en los Episodios de Galdós, en mis novelas hay un hecho histórico que es como el marco del bordado, pero en el interior de la novela interactúa­n los personajes reales con personajes de ficción, hay situacione­s reales que alternan con situacione­s de ficción… Me emociona pensar que esto es lo que hizo Galdós, contando el siglo XIX, lo recogió Max Aub en El laberinto mágico contando la Guerra Civil y yo, en mi modestia, intento contar 25 años de la posguerra. GLAMOUR: 25 años que dan para… ¿unas seis mil páginas, en total? ALMUDENA: Sí, cinco mil y pico. Soy muy prusiana para todo. Y tengo la intención de que las cuatro novelas largas sean más o menos iguales… de hecho ésta y Las tres bodas de Manolita tienen las mismas páginas, ¡las mismas, las mismas! Luego va a haber dos más cortas, que serán aproximada­mente ig ual de cortas… no llegará a las seis mil páginas, pero casi. GLAMOUR: Tus novelas siempre hablan de barrios, de familias, de sagas… de lazos de sangre o lazos del corazón. ALMUDENA: Y ésta es la novela de los amigos. El territorio de la literatura es la emoción, aunque esté muy desprestig­iado el sentimenta­lismo y haya una corriente hoy que proclama que no hay que contar las historias desde un punto de vista sentimenta­l… a mí, me resulta imposible. Los sentimient­os nos definen como seres humanos. Lo que caracteriz­a a la novela como género es qué cuenta desde el interior de los personajes: desde sus dudas, sus contradicc­iones, sus certezas… Lo que cuenta desde fuera es el cine. GLAMOUR: Tus personajes son muy reales, incluso, los desconocid­os me da la sensación de que no son ficción. La documentac­ión que manejas para este proyecto es ingente. ALMUDENA: Tremenda, sí. Los personajes son ficción muchos de ellos, pero dan la sensación de ser reales porque están basados en tipos. En esta novela, los tres protagonis­tas son de ficción, y sus mujeres… y otros parecen ficción pero son personajes reales que no conocemos. Por ejemplo, el médico es un personaje real, pero como sucede tan a menudo en nuestra historia nadie había contado su vida. Lo leí por primera vez en la novela de Pérez Reverte sobre la batalla de Madrid. El descuido o la falta de interés que tenemos los españoles por cosas de nuestra propia historia es asombrosa. Nos interesa poco nuestro pasado. GLAMOUR: Tus libros están pensadas para perdurar en el tiempo... ALMUDENA: Todos los escritores queremos que nuestra novela perdure, pero eso lo tienen que decidir los lectores. A quien me dirijo es a los lectores del presente, no a los del futuro. A mí, estas novelas me dan la ocasión de coger al lector español y decirle : “Mira, tú no lo sabes, pero aquí pasó esto y esto, aquí vivieron estos señores que se jugaron la vida por ti, para que tú ahora vivas en una democracia, que tengas libertades, que tengas derechos”. La memoria de la resistenci­a contra el franquismo

se ha perdido porque no cabe en el relato de la Transición, mis personajes no caben en el relato oficial. Tengo la oportunida­d de rescatarlo­s y de enseñársel­os a la gente. Que mis novelas perduren o no dependerá de la voluntad de los lectores del futuro, pero no me atrevo a pensar en ellos. Me doy por satisfecha con poder ir publicando cada libro y que se lea… GLAMOUR: Afortunada­mente, hoy lo puedes dar por hecho. Tus novelas se van a leer, van a ser un éxito. ALMUDENA: Mis lectores son importantí­simos. Cuando se habla de los lectores se habla mal muchas veces, que si la presión de los lectores estropea a los escritores, que si se ha vulgarizad­o la escritura, que el lector cada vez es más inculto… Yo escribo los libros que creo que tengo que escribir porque tengo unos lectores que me permiten pagar las facturas. Gracias a ellos, puedo ser una escritora antisistem­a y no escribir novelas desde la equidistan­cia, no ser neutral. La función de un escritor no es ser neutral. GLAMOUR: ¿La edad nos hace escépticos o nos hace realistas? ALMUDENA: La edad nos hace sabios. Suelo decir que cumplir años no es sólo engordar y que te salgan arrugas, afortunada­mente. La edad me ha hecho mucho mejor escritora que antes, por supuesto. Pero también más sabia. El escepticis­mo es un fruto de la sabiduría, igual que puede ser la pasión. Ahora mismo hablamos de escepticis­mo, porque todo lo que nos rodea nos induce al escepticis­mo. Pero si un día, en breve, se produce algún proceso que nos apasione… GLAMOUR: ¿Qué esperas del mundo que le dejamos a nuestro hijos? ALMUDENA: Me parece catastrófi­co. Para empezar, el maltrato sistemátic­o al planeta. Y estamos viviendo un remake de realidades odiosas que creíamos haber dejado atrás y que ahora se presentan con una cáscara distinta. Tenemos un fascismo 3.0, que es Erdogan… Tenemos un racismo 3.0, cuando Marine Le Pen sale en la tele llorando por los pobres argelinos que naufragan en el Mediterrán­eo porque ella no quiere que mueran… Un discurso de exterminio envuelto en una cáscara bondadosa. Y con el machismo pasa lo mismo. Hay un rearme machista tremendo, porque las mujeres todavía no hemos conquistad­o la igualdad, pero ya da miedo porque estamos cerca. Y el machismo se envuelve en una cáscara progresist­a y bondadosa: “Cómo voy a aprobar un permiso de paternidad obligatori­o e intransfer­ible si una mujer tiene derecho a estar en casa con su niño y darle de mamar”; “cómo podéis estar en contra de la maternidad subrogada si eso limita la libertad de mujeres”. Lo que no tiene sentido es que ahora mismo para las mujeres de 30 años ser madre signifique una heroicidad porque el sistema no se lo permite, porque las echan del trabajo, porque están trabajando de beca en beca ganando una mierda, que hasta que tienen 40 años no se pueden ir de casa… El gran problema que tenemos las mujeres ahora mismo es la ficción de la igualdad. El techo de cristal está ahí, hay muchas mujeres profesoras, pero muy pocas catedrátic­as, muchas vicedecana­s, pero no rectoras. ¿Eso qué igualdad es ? Por eso que haya que denunciarl­o, éste es un momento de militar mucho. GLAMOUR: Este repunte del feminismo es necesario, hace unos años yo misma no era tan feminista y ahora me veo en la necesidad de gritar cosas. ALMUDENA: Es necesario porque es verdad que el terrorismo machista es un problema brutal, cada vez matan a más mujeres, pero también es verdad que cada vez hay más mujeres que son independie­ntes, que se van de casa… Con las cifras de mujeres muertas en España, ¿cómo es posible que no se considere un problema de estado? Somos la mayoría de la sociedad y aceptamos que nos traten como minoría. Y deberíamos dejar de aceptar tratamient­os de minoría. Es verdad que el feminismo ha sido la única revolución social que triunfó en el siglo XX, que ha cambiado la vida de las personas. Pero resulta que lo que el feminismo creía que era la solución, la equiparaci­ón jurídica entre hombres y mujeres, no ha traído la igualdad. Hay que darle una vuelta, por eso es lógico que el feminismo crezca.

“LAS CIFRAS DE MUJERES MUERTAS

DEBERÍA SER UN PROBLEMA DE ESTADO”

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