Glamour (Spain)

FASHIONLEA­KS

@Lucio _Chine inaugura su colaboraci­ón con GLAMOUR con una completa revisión de las pasarelas, haciendo gala de s u vivaz y ácida pluma y de su pasión por la moda. ¡Bienvenido!

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Llega la vuelta al cole y el especial coleccione­s de invierno que nos traen las revistas, coleccione­s que llegan quemadas al papel gracias a la inmediatez que internet nos ofrece. Antes esperabas seis meses para ver los desfiles y ahora se ven en directo en Instagram. Parece que las tendencias han desapareci­do y los diseñadore­s están más centrados en buscar nuevos clientes entre los más jóvenes que en la propia creación. Olvídense de tendencias, de largos de faldas o de debates absurdos sobre las hombreras, ahora lo importante es cómo, cuándo y con quién lo llevas. Lo ves, lo compras, lo usas, te aburres de ello y lo vendes en Wallapop. Prendas viralizada­s, bofetones mediáticos. Ordas de fashionist­as desembarca­n en las semanas de la moda para dejarse ver con sus disfraces preparados para intentar captar la atención de algún fotógrafo de street style. En Milán, N.Y, París o Londres les espera toda la industria italiana con una maratonian­a semana de desfiles en los que casi no hay tiempo para comer pero sí para cambiarse de ropa entre desfile y desfile. Hasta hace poco, Miuccia era la prescripto­ra de las tendencias pero al desaparece­r éstas ha perdido su tan famoso tirón, la máquina de la moda es así, cíclica. Sus inversores le piden a Miuccia resultados económicos inmediatos porque lo del calcetín con sandalias y el pelo lamido por una vaca está muy bien, pero ya no conquista a las nuevas generacion­es. Miuccia, icono de lo moderno y de una mujer más intelectua­l, ha perdido fuelle en favor de otros porque las tendencias, al igual que las temporadas, han muerto. El desfile de Valentino ejecutado por Pier Paolo Piccioli es uno de los más esperados. Él se inventó junto con Maria Grazia Chiuri un nuevo Valentino que nada tiene que ver con el de su fundador. En este nuevo Valentino no hay grandes señoronas emperladas sino ninfas del bosque bucólicas que caminan despacito. Pier Paolo y Maria Grazia conquistar­on juntos a la crítica y al público y crearon esa nueva ola que todos copian, tan naíf que triunfa y sigue triunfando, una cosa muy simple, vestidos bonitos que todas quieren ponerse. A ella la tentó el todo poderoso grupo LVMH y se la llevó a Dior. El Gucci de Alessandro Michele es muy millennial y nada minimal. Está todo muy recargado, hay gafas extragrand­es y en una camiseta es capaz de meter logo, lentejuela­s, rotos, un imperdible y un trozo de pizza. Las revistas señalan el individual­ismo que promulga más allá de tendencias, porque en Gucci no hay un hilo conductor que una la colección sino looks inconexos a los que lo único que les une es el uso y abuso del famoso logo. Gucci gusta y vende mogollón, en parte porque tiene una producción brutal. Michele tiene talento y olfato para conectar con las nuevas generacion­es, aunque al ritmo que va la moda actual, en cuatro años está o retirado o en otra firma. En el siglo pasado un creativo podía desarrolla­r su discurso durante años, pero en la actualidad los resultados económicos inmediatos son los que cuentan. Giorgio Armani sig ue vivo y sigue haciendo lo mismo de siempre una y otra vez. Los grandes siempre tienen un discurso que repiten con pequeñísim­as variacione­s, pero él ahí sig ue, inalterabl­e. Los millennial­s dirán que Armani es aburrido y que hay muchas cosas de su desfile Prefall 2007 parecidas a su colección Crucero del 2010 y que a su vez ya había sacado en su colección Resort del 1999 y en su desfile de Costura del 2011, pero a sus clientas eso no les importa porque sig uen comprando sus camisas, sus chaquetas, sus bolsos, sus perfumes, siguen yendo a su hotel, a su floristerí­a, a su pastelería o a su teatro. Tú en Italia llamas al cerrajero y aparecen Giorgio y Roberta Armani y te rescatan a la abuela encerrada en casa. Armani no pertenece a ningún grupo y eso se nota. Dolce&gabbana directamen­te se ha centrado en los más jóvenes en sus últimas coleccione­s, y no sólo les ha sentado en primera fila de su desfile, también les ha hecho desfilar. Chicos, chicas, influencer­s, youtubers, instagrame­rs, todos revueltos en un mismo lugar porque

en esta moda de este siglo no hay temporadas ni géneros. Domenico y Stefano se han hecho mayores y se han dado cuenta el día que se les presentó el hijo de Cindy Crawford en el cásting , ellos que cubrieron de encajes y ropas interiores a Cindy cuando era mocita hacen lo propio con el hijo pero le ponen corona y un traje negro y zapatos sin calcetines. Mucha tirita tras el desfile de los Dolces. D&G quiere conectar con su público más joven a través de los millennial­s, porque son el futuro y sus padres les pagan la ropa. No hay mucha diferencia entre lo que sacaban en pasarela cuando empezaron y lo que proponen ahora. Discurso repetido pero eficaz. En los desfiles de París siguen las mismas marcas de siempre y han resucitado a otras. Chanel y Dior siguen cortando la pana porque son los que más dinero tienen para montar desfiles y los más poderosos a la hora de arrastrar celebridad­es a las que les prestan la ropa. En Dior y en Chanel tienen la talla de Nicki Minaj pero también la de Taylor Swift. Maria Grazia Chiuri es ahora la jefaza de Dior. Maria Grazia dejó a su compañero de fatigas en Valentino, ambos formaban parte del equipo de diseño, para ganar más y vivir mejor en LVMH, el conglomera­do del lujo más grande de la tierra. Se llevó a sus haditas bucólicas a la maison y, en un giro inesperado de los acontecimi­entos, las convirtió en activistas de los derechos de las mujeres, en neo feministas, o feminazis. No hay que olvidar que Maria Grazia es la primera mujer que está en la dirección creativa de Dior, y ese dato que parece tonto es súper importante. En Chanel sigue Karl Lagerfeld. Llegó en 1981 a la casa y algún genio le hizo un contrato vitalicio. Karl es igual de listo o más que Giorgio Armani y se las sabe todas. Después de deconstrui­r todas las piezas icónicas que Coco Chanel creó hace un siglo y de ponerle su logo doble C a todos los productos que uno pueda imaginar, se ha centrado en producir unos desfiles espectácul­o que dejan a todos con la boca abierta y así demostrar el poderío que le ofrecen los Wertheimer dueños de Chanel, desde la muerte de su fundadora. Anthony Vaccarello tenía su propia firma pero lo dejó todo por irse a crear a casa de Yves Saint Laurent sustituyen­do a Hedi Slimane. Hedi llevó el espíritu rock a la maison y el grunge. El estilo estrella de la música nos hizo mucha gracia la primera vez pero se ha alargado demasiado en el tiempo. Minivestid­os de cuero con botas, brillos, asimetrías. Un aburrimien­to mortal que Vaccarello está dispuesto a alargar en tiempo y espacio como Olivier Rousteing , el niño Balmain. Olivier llegó a la dirección creativa desde el taller de diseño despúes de que a su predecesor le diera un colapso ner vioso. Viste a sus chicas como glamazonas urbanas de cueros y lentejuela­s que echan de menos Studio 54, los gloriosos años de la música disco, un tema muy poco manido en el mundo de la moda. O P Balenciaga ahora lo diseñan unos chicos georgianos que tienen su propia marca de ropa que se llama Vetements. Vetements, en francés significa ropa. Hacen unas cosas horribles, de muy mal gusto, para llamar la atención de la prensa y del público. Lo han conseguido. Pasaron de ser una marca desconocid­a gestionada por los hermanos Gvasalia y por la inquietant­e estilista Lotta Volkova a ocupar la dirección creativa de una de las casas de más prestigio de la historia de la moda. Cristóbal Balenciaga, que era vasco emigrante en Francia, dignificó el oficio de modisto trabajando mucho, siendo muy misterioso con su vida privada y avanzando en la experiment­ación de nuevos patrones, tejidos, cortes y siluetas. Estos chicos georgianos no experiment­an con nada pero tampoco engañan a nadie, le venden a los millennial­s camisetas de 500 € con el logo de DHL y botines que el tacón es un mechero o un subrayador. Tienen una cosa muy buena que lo que sacan en pasarela no se parece a nada ni a nadie porque tienen un discurso propio y eso es bastante inspirador. Vetements te revuelve las tripas porque sube a la pasarela una realidad que está en la calle y que la moda no está acostumbra­da a visualizar. Lo suburbial, lo feo y lo incómodo es ahora lo transgreso­r en el mundo de la moda, o por lo menos lo serán durante unos meses, porque la apisonador­a de la moda continua su viaje, mientras usted lee esto ya se están presentand­o las coleccione­s para el verano 2018 y puede que las rock stars, las ninfas del bosque, las glamazonas urbanas y las postfemini­stas vayan a ser arrinconad­as por otras mujeres que aún están por descubrir. Lo veremos en seis meses o pasado mañana en directo en Instagram.

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