Glamour (Spain)

Christine Nagel. La felicidad huele a cactus y a buganvilla

Christine Nagel tiene una misión: encapsular en un frasco todos los valores de Hermès. También para los millennial.

- Texto: Carol López

Christine Nagel coge de la estantería un frasquito que pone canela y pulveriza una tira de papel. Coge otro frasquito,

limonette, y pulveriza otra tira. “Agarra uno en cada mano, colócalos bajo tu nariz y haz así”, me dice mientras mueve los dos secantes, intercalán­dolos a toda velocidad. Se hace la magia: “¡Coca-cola!”, exclamo. En sólo un segundo, la perfumista de Hermès logra que mi mente invoque miles de recuerdos, miles de sensacione­s. El instituto, el verano, aquel viaje en autobús, aquella fiesta de cumpleaños, un concierto... Ese refresco de cola intangible se vuelve aún más certero con los ojos cerrados. En su oficina-taller de París, un espacio luminoso estilo Le Corbusier con un gran ventanal que emula la proa de un barco, Nagel nos demuestra que el perfume

es el arte de la felicidad a través de los sentidos. GLAMOUR: Estoy atónita con este experiment­o de la canela y el limonette...

CHRISTINE: Lo hago para demostrar que la creación de un perfume no implica tener una rosa perfecta, o el mejor cedro, o la mejor vainilla... Se trata de generar reacciones. Como al pintar: no sólo empleamos colores primarios, los mezclamos para que surjan nuevos tonos que consigan dar profundida­d y crear matices. GLAMOUR: ¿El primer perfume que te cautivó? CHRISTINE: Fue el de unos polvos de talco muy tradiciona­les en Italia, Borotalco. Su aroma es empolvado, algodonoso... Mi madre se los aplicaba a mi hermano pequeño. Es curioso, porque los aromas de referencia dependen mucho del país donde hayas crecido. En España, para mucha gente es el olor de

“PAR A MUCHOS ESPAÑOLES, EL BIENESTAR LES RECUERDA A NENUCO”

Nenuco; en Italia, Borotalco; en Inglaterra, Johnson & Johnson; aquí en Francia es Mustela... Son aromas de momentos familiares de dicha, de bienestar. GLAMOUR: ¿Cómo podemos distinguir quienes no somos expertos entre en buen y un mal perfume? CHRISTINE: Un perfume bueno es aquél que te abraza y te reconforta. Nunca uses un perfume que no te haga sentir bien. Es un sacrilegio. GLAMOUR: ¿Naturaleza o moléculas de laboratori­o? ¿Con qué notas prefieres crear?

CHRISTINE: Ambas son esenciales. Un limón tiene 30 moléculas. Una rosa, 50. Un cedro, 50. Si quisieras crear un perfume con esos tres ingredient­es te juntarías con 130 moléculas. Sería inabarcabl­e. Pero si usas moléculas de laboratori­o el ejercicio se simplifica, y una vez creada la estructura se le puede dar un giro. Además, un perfume 100% natural huele a medicina. Las moléculas de laboratori­o permiten aportar volumen y profundida­d. Y modulan la difusión para que sea progresiva. Si no, los aromas resultan barrocos. GLAMOUR: ¿Puede una fragancia contarnos secretos de la mujer que la usa? CHRISTINE: Si nos esforzáram­os en captar el aroma de las personas en vez de mirarlas podríamos saber más de ellas. El perfume es algo tan íntimo como un test psicológic­o. Dime cómo hueles y te diré cómo eres. GLAMOUR: Eres la creadora de perfumes como Sì, de Giorgio Armani; de Galop, de Hermès; de English Pear & Freesia, de Jo Malone; de For Her, de Narciso Rodriguez... ¿Cuál es el secreto para crear una fragancia perfecta? CHRISTINE: Aplicar los sentidos. Escuchar, mirar, tocar, oler... A la gente, el ambiente que nos rodea... Mi oficio es cuestión de sentidos y sensibilid­ad. De salir de uno mismo y empaparse de estímulos. Yo soy incapaz de crear sin hacer este ejercicio. GLAMOUR: ¿La última nota que te haya cautivado? CHRISTINE: Cuando descubro una molécula me invade un gran interés en trabajarla hasta ser capaz de domesticar­la. Ahora estoy con el cardamomo. Le estoy dando vueltas, quiero hacer algo con cardamomo. GLAMOUR: El arte y la naturaleza te inspiran. ¿Qué papel desempeñan tus viajes en tu oficio de nariz? CHRISTINE: Soy muy curiosa y creo que todo puede convertirs­e en inspiració­n. Cuando un estímulo toca mi sensibilid­ad, algo sucede en mi cabeza. Puede ser el color de una pared de ladrillo en Siena. O un naranjo en España... Es un proceso a la vez emocional e intelectua­l. Voy guardando todas esas referencia­s en mi cerebro, como si hubiera muchas cajas. Abro una de esas cajitas y... “¡Oh, sí!”, surgen los recuerdos.

Tengo muchos recuerdos de infancia. Fui mucho a España de vacaciones, así que guardo sus olores en mi memoria: la tierra caliente y árida, los cactus con sus flores llenas de agua, la vegetación seca... GLAMOUR: ¿Ibas a Andalucía? CHRISTINE: A Alicante. Solíamos pasar el verano allí. GLAMOUR: ¿Y a qué huele España? CHRISTINE: A buganvilla. Nunca he visto flores más hermosas. Y es una dicotomía, porque en esos paisajes áridos hay plantas, como los cactus, que crecen espléndido­s y están llenos de agua. Son un regalo realmente generoso de la naturaleza, que nos brinda agua en forma de plantas. Amo esos milagros. GLAMOUR: ¿Cómo sabes que un perfume está acabado? ¿Cuándo dejas de hacer modificaci­ones?

CHRISTINE: ¿Cómo sabe un agricultor cuándo debe recolectar una naranja? Es algo muy sutil. Llego a un punto donde digo: “Vale, esto es todo.” No sé muy bien por qué, sólo lo sé. O puedo pasarme dos años más pensando: “Podría cambiar esto o esto otro...”. A medida que voy acumulando experienci­a, siento que podría haber hecho ciertos perfumes de otra manera. Así que intento estar atenta a ese punto del proceso en el que sé instintiva­mente que una fórmula

ha alcanzado la madurez. GLAMOUR: ¿Qué perfume usas? CHRISTINE: Lamentable­mente ninguno. Utilizo mi piel para testar los perfumes que creo, y tengo que ser cuidadosa. Entre semana llevo mis brazos llenos de pegatinas con números: 21, 34, 58... Me paso el día oliéndolas. Son pruebas para perfumes de hombre, de mujer... Mi piel es mi herramient­a de trabajo. GLAMOUR: Cuando trabajabas con Alberto Morillas te gustaba observar las reacciones de las voluntaria­s que testaban sus perfumes. Inhalaban con los ojos cerrados y sonreían, se emocionaba­n... CHRISTINE: Ésa es la magia del perfume. Si tuviera una receta la usaría todos los días, pero no la tengo. Y Alberto es el mejor perfumista del mundo. Es fantástico conseguir hacer que los demás se sientan bien. GLAMOUR: ¿Cómo es tu perfume soñado? CHRISTINE: Me gustaría conseguir crear perfumes que tengan una firma genuina, que no se parezcan a ningún otro. Creo que el elogio más hermoso que le puedes decir a alguien es: “¡Qué bien hueles!”. Y si responde: “Huelo a Galop”, sería el mayor cumplido para mí. GLAMOUR: ¿Podrías decirnos tres perfumes que toda mujer debería oler antes de morir? CHRISTINE: Te diría más de tres, pero me voy a quedar con Bois des Iles, de Chanel; Amazone, de Hermès; y Féminité du Bois, de Serge Lutens.

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“De pequeña iba a España de vacaciones y guardo sus olores en mi memoria: la tierra árida, la vegetación seca...”
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