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Analizamos con lupa la letra pequeña de la cosmética. Un paso elemental para elegir ingredientes seguros y no contaminantes que cuiden tu piel y el planeta. Texto: Carol López
INGREDIENTES ‘ECO-FRIENDLY’
AQUA/WATER/EAU. A menudo es el primer ingrediente de las etiquetas, porque representa hasta el 50% de las fórmulas. Se emplea desmineralizada, aunque algunas marcas le dan un papel activo y la sustituyen por infusiones de romero, caléndula o té verde (Apivita), agua de abedul (Mádara), agua de rosas (Armonía Bio) o agua termal marina rica en plancton y alga chlorella (Crisderma). PCA GLYCERYL OLEATE. Esta mezcla de ácidos grasos se obtiene de la glicerina vegetal y de aceites de coco, aguacate... La glicerina “es un activo autorreparador que hay en la piel de forma natural”, aseguran en Freshly Cosmetics. En el cabello, reduce el encrespado. En la piel, calma la descamación, refuerza la barrera natural de la dermis y evita que pierda humedad. Es decir: igual que las siliconas pero, al contrario que éstas, no tapona los poros y es biodegradable. ARGANIA SPINOSA KERNEL OIL. Conocido como oro líquido, el aceite de argán se extrae de la semilla de un árbol de Marruecos. Nutre y suaviza la piel, con beneficios equivalentes a los de la parafina, pero 100% natural y sin trazas de petróleo. “El aceite de argán mantiene el cabello sedoso, manejable y con brillo”, confirman en Freshly Cosmetics. Aporta vitamina E, antioxidantes, ácidos grasos y fitoesteroles (colesterol “bueno” de origen vegetal). XANTHAN GUM. “La goma xantana es un espesante natural que se obtiene de la fermentación del jarabe de maíz”, sostienen en Freshly Cosmetics. “Se utiliza para espesar los geles y champús, y también acondiciona la piel.” Gracias a estas propiedades, puede sustituir ingredientes no ecológicos como los sulfatos y las siliconas. LIMONENE**, CITRAL**. Pueden ser artificiales, derivados del petróleo, pero en este caso el doble asterisco indica que son naturales. Son ingredientes extraídos de los aceites esenciales de plantas y cítricos como el pomelo y el limón. Aportan fragancia. Son más caras que sus equivalentes de laboratorio, pero afines a la piel y 100% saludables. Para evitar equívocos, fíjate que se indique, como en este caso, que son de origen natural.
INGREDIENTES A EVITAR
DIMETHICONE. Tras los sufijos “-cone” y “-siloxano” se esconden las siliconas. Son sustancias plásticas que aportan textura cremosa a los cosméticos y forman en la piel y el pelo una película que da suavidad al tacto”, dice Leonor Greyl. Aunque son inocuas, “taponan los poros asfixiando la piel y el cuero cabelludo”. Están avaladas por las autoridades cosméticas, pero no así por las ecológicas. PARAFINA. Es un aceite mineral. Forma una película impermeable sobre la piel que retiene el agua, evitando que se evapore, pero es totalmente antiecológica porque no es biodegradable. Elige mejor fórmulas con aceite de jojoba (Simmondsia chinensis), aceite de aguacate (Persea gratissima) o glicerina vegetal (Glyceryl stearate). PARABENES. Son conservantes antimicrobianos y antihongos. Son muy baratos de producir, pero también agresivos con la piel. Pueden causar dermatitis, inflamación y sequedad. Su uso está autorizado en concentraciones por debajo del 0,4% (o hasta el 0,8% en combinación de varios). Algunos expertos alertan de que el riesgo de no usar conservantes es mayor que el de usarlos en la cantidad permitida. Alternativas naturales son “el extracto de sauce, el alcohol de 96º y el ácido ascórbico”, asegura Diana Burillo, de Handmade Beauty. SULFATOS. Es el Sodium lauryl sulphate. Limpia y crea espuma, “pero es tan agresivo que elimina también el sebo natural, resecando piel y cabello”, dice Tata Harper, gurú cosmética. Los champús con sulfatos “dañan los tintes y tratamientos de queratina”, menciona el estilista Eduardo Sánchez. Opta por limpiadores derivados del coco: “Hacen espuma, limpian sin resecar y son aptos para bebés”, concluyen en Freshly Cosmetics.