RAF SIMONS Make America great again
EL DISEÑOR TOMA LAS RIENDAS DE CALVIN KLEIN A TRAVÉS DE UN EJERCICIO QUE SUEÑA CON DEVOLVER A LA FIRMA LA CATEGORÍA DE ICONO AMERICANO.
en el desfile de Calvin Klein durante la pasada semana de la moda neoyorquina, los invitados del front row se sentaban, expectantes, casi al borde de sus asientos. Raf Simons desvelaba por fin su primera colección para la firma americana después de su nombramiento como nuevo director creativo tras la salida de Francisco Costa. Era, probablemente, el momento más esperado. El diseñador belga tenía que demostrar que estaba a la altura, que sería capaz de mantener el lugar que la industria de la moda le había asignado como uno de los diseñadores contemporáneos con más potencial y, además, que sería capaz de inaugurar con éxito un nuevo capítulo en el legado de la etiqueta neoyorquina del lujo silencioso. Y lo hizo, vaya que si lo hizo.
En medio de un público inquieto y ner vioso por un sistema político que empezaba a resquebrajarse tras el nombramiento de Donald Trump como presidente de Estados Unidos de América, las notas de This Is Not America, la canción de David Bowie, abrían un desfile mixto que constituía una declaración de intenciones en sí mismo desde la primera salida. La idea de devolver la inspiración del sueño americano estaba presente en cada uno de los looks que el diseñador belga mostró. Raf Simons quiso
regresar a los días gloriosos de Estados Unidos a los que Bruce Springsteen cantaba a principios de los 80, a través de una propuesta que pretende devolver a Calvin Klein la categoría de icono. “Nothing comes between me and my Calvins”, decía Brooke Shields en una famosa campaña de 1981, a la que el belga quiso rendir homenaje durante el desfile.
El romanticismo contemporáneo de Simons. Sobre la pasarela, ni un sólo logo estampado ni tampoco referencias explícitas al activismo político de ninguna clase –a excepción del pañuelo blanco que se regaló a los invitados como símbolo de su adhesión a la campaña #tiedtogether–, el diseñador mostró su particular visión sobre América sin andarse con rodeos, cómo solía ser habitual en cada ejercicio de su marca homónima. “Toda esta gente con diferentes estilos y códigos de vestir es el futuro, el pasado, el art déco, la ciudad, el Oeste”, escribía en su nota de desfile. “No una sola era, no una sola cosa, no un solo look. Es la conjunción de personajes diferentes y de individuos diferentes, como EE UU mismo. Es la belleza única y la emoción de América.” Con estas palabras describía el diseñador una compleja colección que exhibió el denim como tejido universal (americano); que jugó a los contrarios recurriendo a la combinación de materiales de factura clásica con otros futuristas como el plástico; y que subrayó los uniformes colegiales y de estrellas del deporte americanas, a través de los pantalones de rayas, como hilos conductores de un ejercicio que alude a la sinergia entre el arte y la moda como leitmotiv recurrente a lo largo de la carrera del belga. Además, el set del desfile –celebrado en los headquartes insignia de la marca y titulado Sterling Ruby Imagined America– exhibía elementos como banderas y sábanas de tejido vaquero que componían una instalación diseñada por el artista y habitual colaborador de Simons, Sterling Ruby.
El exdirector creativo de Dior, que controla también las estrategias de publicidad y márketing , estrenó días después del desfile la nueva campaña de la firma, American Classics, en la que el underwear comparte protagonismo con lienzos firmados por artistas como Andy Warhol. Así comienza la nueva andadura de Raf Simons al frente de una firma que promete devolver el esplendor a un sueño americano que hace aguas.