Glamour (Spain)

Sexo 4.0. Las mejores y más divertidas historias de Tinder

Jornadas maratonian­as en la oficina y... ¿poco tiempo para el placer? Descubre las historias más divertidas del llamado sexo 4.0, y deja de pensar que pasarlo bien cuesta mucho trabajo.

- Texto: Elena Mandacen

uánto tiempo hace que una amiga o amigo no te cuenta que ha ligado en una discoteca por la noche? O sin ir más lejos, ¿cuánto hace que no se te acerca alguien y te dice a la cara que le gustas y que si quieres tener sexo? Segurament­e mucho, porque la forma de ligar ha cambiado de forma radical, así como la forma de conocer gente. La sociedad de 4.0 los 140 caracteres (ahora alguno más) ha hecho que las apps, con Tinder o Happn a la cabeza, s ean el nuevo terreno de juego para la búsqueda de nuevas relaciones. Y es que, según explica el psicólogo Jesús Martos, “los contras son mayores que los pros. Ya no toleramos la frustració­n y a la primera de cambio rompemos relaciones. No esperamos a conectar de verdad con los demás y, a pesar de estar cada vez más conectados en un mundo globalizad­o, estamos más solos”. Seis personas nos han contado sus experienci­as con las dating apps y, aunque parezca mentira, no siempre sale mal.

TANIA BLESA “Fue el mejor sexo de mi vida”

“Me gusta el sexo. No lo voy a negar. Perdí la virginidad con 16 años y a lo largo de mi vida (tengo 29) lo he disfrutado sin prejuicios y sin ataduras. Eso sí, cada vez me resultaba más complicado encontrar a un hombre que me gustase y con el que tuviese feeling. Un día, decidí meterme en Tinder y, tras varios fracasos, conocí a alguien que me hizo volar... de placer. Recuerdo que se llamaba Antonio, era médico y estaba divorciado. Casi ni hablamos, nos fuimos a su casa y lo hicimos en todos los lugares posibles, en la cama, en el sofá, en la encimera de la cocina y en la ducha. Y con posturas que ni siquiera conocía. Tardé varios días en recuperarm­e y, aunque no nos hemos vuelto a ver, sé que el día que quiera tener sexo con mayúsculas volveré a llamarle.” ALBERTO RINO “No teníamos mucho en común, pero funcionó” “

Yo venía de una época de negación de las dating apps y, tras meses de inactivida­d, volví a la carga, pero tratando de darle menos importanci­a a todo. Di con un violonchel­ista-bailarín que me alegró una tarde y me encajaba mucho para lo mío. Y en el camino apareció un director de marketing de 40 años que me saludó con mucha naturalida­d y educación. Hablamos un rato, y me dijo: ‘Por fin alguien normal’. Yo le dije que buscaba un hombre guapo que me invitara a sitios caros, nos dimos las buenas noches y nos emplazamos a seguir hablando. Físicament­e no me encajaba, me parecía del montón, pero a la mañana siguiente me dio los buenos días. Y me hizo reír. Hablamos más, me propuso que buscara un sitio caro (¡sí!) para invitarme a cenar y me envió unos audios (acento andaluz), y quedamos tres días después de la primera conversaci­ón. En persona me gustó más, parecía más joven y más

mi rollo. El restaurant­e cumplió expectativ­as y la conversaci­ón también, aunque a priori no teníamos mucho en común. Me lo curré bastante para cubrir silencios y di el primer beso en los postres. Salimos agarradísi­mos y hasta hoy. Han pasado 4 meses.”

“ES MUY FÁCIL. Y SI NO SURGE, BUSCAS OTRO MATCH”

ANA SAN JUAN “Era demasiado pasivo” ESTER LORENTE “Las citas a ciegas no funcionan para mí”

“Conocí en persona a mi primera cita virtual, concretame­nte fue a través de Tinder, en un bar de La Latina (Madrid). Era estudiante de Ciencias Políticas, ojos claros, le gustaba vestir de negro y amaba a los animales. Pidió agua con gas y yo cer veza. Esa misma noche fuimos a su casa y todo pasó muy rápido. No hubo feeling entre nosotros, me daba la sensación de que el sexo no le interesaba nada, era demasiado pasivo y a mi me gusta que en la cama ellos lleven la iniciativa. No volvimos a vernos más, pero me lo igual.” “El físico no es algo que me importe demasiado, pero ir a una cita a ciegas con alguien del que no sé si es rubio, moreno, alto o bajo es algo que no volveré a hacer. Me retó una de mis mejores amigas y dije: ‘Por qué no’. Quedamos en un bar y, cuando entré, recuerdo sentirme como en un capítulo de

Black Mirror diciendo que no sea él, que no sea él... pero era él. No habían pasado ni cinco minutos y ya me estaba pensando qué excusa darle para salir huyendo. Que se ha puesto mi gato enfermo (qué ridículo, ¿ verdad?)... Sé que no se lo creyó, pero tenía que huir de allí ya. Si quedaba como mentirosa, era cosa mía.”

ANA RIVAS “Sigo soñando con el amor tradiciona­l”

“Soy diseñadora gráfica y vivo en Madrid. Me divorcié hace tres años (ahora tengo 38) y, por motivos laborales, me paso la vida viajando. Reconozco que siempre fui reacia a las citas online por prejuicios ridículos, hasta que una de mis mejores amigas me animó a hacerlo. Hice varios intentos, le puse muchas ganas y recibí más de un match, pero a la hora de la verdad, de plantarme en un bar esperando a un desconocid­o que podría estar engañándom­e... me arrepentí. Sé que en estos momentos es mi opción más segura, pero prefiero seguir soñando con alguien al que conozca en un avión sentado a mi lado o en una despedida de soltera. Soy muy conser vadora.”

MARÍA HERNÁNDEZ “Encontré al hombre de mi vida en internet”

“Acababa de dejar una relación muy larga y me creé un perfil en Badoo. Un día, viendo fotos por la app, vi a Alberto, un chico interesant­e y guapo. Nos dimos ese like inicial, el que marcaría nuestro futuro. De ese ‘me gusta’ llegaron las conversaci­ones, nuestra primera cita… hasta hoy, ¡y llevamos seis años! La familia que hemos formado y ¡lo que nos queda! Creo en el destino, tarde o temprano nos hubiéramos encontrado, pero… ¿qué necesidad de esperar cuando esta app me adelantó el proceso, no?”

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