La psicología de las sillas
Analizamos uno de los objetos más versátiles y relevantes del mundo del diseño, la silla, junto a Anatxu Zabalbeascoa y Erwan Bouroullec. Mucho más que un mero asiento, nos hablan y nos definen, así como retratan a sus creadores y al mundo. Texto: Gema Hospido
C on motivo de la primera edición de Madrid Design Festival, organizado por La Fábrica, la capital se llenó de propuestas relacionadas con el diseño y la arquitectura : 48 exposiciones e instalaciones urbanas, 320 profesionales y 200 actividades (conferencias, talleres, conciertos o encuentros profesionales, entre otros). Con tanto para elegir, decidimos sentarnos y pensar. Y sentados es como volvimos la mirada al objeto célula de cualquier diseñador, la silla. Bajo el paraguas de la presentación de Chairs, libro a cargo del estudio Andreu World sobre la historia de la silla de autor y escrito por la periodista especializada en diseño y arquitectura Anatxu Zabalbeascoa, pudimos embarcarnos en este viaje cuyo fin es acercarnos a este objeto casi de culto, que no es necesario, en el sentido de que nos podemos sentar en el suelo, y que además nos habla del mundo, de los contextos sociales, económicos y artísticos por los que ha pasado la evolución del ser humano.
Son silenciosas, pero gritan.
“Una buena silla es y deja ser. Se adapta como un traje a medida”, nos explicó la periodista en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM). “Sobre una silla comemos, leemos, conversamos, trabaja-
mos, estudiamos, aprendemos, esperamos, dibujamos… Sillas hay muchas, pero son pocas las que merecen pasar a la historia.” La también historiadora del arte reflexiona:“la silla es el objeto más diseñado de la era moderna. Y, sin embargo, es también el que más se sigue diseñando. Hay sillas para todos los gustos. Cada año son muchos los diseñadores, o empresarios, que piensan que con otra silla conseguirán decir algo nuevo. Muchas veces lo logran. ¿Qué sucede? ¿No sir ven los miles de ejemplares que existen? ¿Tan difícil es dar con la silla perfecta? ¿Puede llegar a existir ? ¿Hasta dónde se pueden mejorar los modelos? La respuesta a estas preguntas queda más allá de las propias sillas, consideradas hoy mucho más que un mero asiento. A la par, o incluso por encima de su funcionalidad, su economía de medios, su coste, su proceso de fabricación, los materiales con los que se fabrica, su estética y las conexiones psicológicas que establece con el usuario, la silla es un valor en sí mismo. De ahí que su historia resuma, a su vez, la historia del diseño”. El poder de este objeto cotidiano es relativo, “te puede salvar una comida, pero no un espacio”, nos recuerda Anatxu. Tampoco se libra en sus diseños de las paradojas propias de la época:
La cuna de la inspiración. Imposible no adentrarse en el universo del diseñador como actor para indagar sobre el proceso creativo de la silla. La exposición El original es de Vitra, dentro del marco del festival, dio buena cuenta de los innumerables diseños que, imperturbables al paso del tiempo, se han erigido como clásicos. Erwan Bouroullec, quien no vino acompañado de Ronan, premiado en esta edición por su relevante carrera, nos aclaró puntos importantes: “El proceso creativo es realmente largo, tomamos una idea y estamos trabajando con ella casi cerca de dos años, si después de ese tiempo se mantiene, es que efectivamente es una buena idea”, nos confiesa. Lo más tedioso de todo ello: “Ponerle nombre a un diseño siempre es horrible, intentamos posponerlo lo máximo posible; por ejemplo, la silla Belleville, es cierto que es el barrio donde tenemos el estudio, pero sobre todo se eligió porque tiene musicalidad y movimiento, como el diseño”, rememora. Otras veces se ha buscado a las musas en la naturaleza, fuente recurrente para Bouroullec, y que ha dado piezas como la Vegetal, creada para su uso interior o exterior. De inspiración basada en los jardines del siglo XX, cuyos jóvenes árboles crecían casi con forma de muebles. Realizarla supuso cuatro años de invetigación y creación. “Como un par de botas de cuero, queremos que las sillas cambien de forma orgánica con el paso del tiempo”, explica el diseñador. “Debido a que una silla está diseñada para sostener un cuerpo humano, necesita ser adaptada formalmente para ello. Y preferimos una silla que se asemeje a un cuerpo o un animal, a una silla que se parezca a una máquina”, explica sobre la genialidad de sus líneas.