Glamour (Spain)

Los felidcíeas­s

Siete años después de su muerte, un libro retrata cómo era Amy Winehouse cuando no estaba sobre el escenario ni en los pubs londinense­s. Su amigo, el fotógrafo Blake Wood, fue el encargado de mostrarla natural, relajada, como nunca antes la habíamos visto

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olíamos verla huyendo enfadada de los paparazzi que hacían cola en la puerta de su casa en el barrio de Camden Town, en Londres. O cantando bajo los efectos de las drogas en los escenarios de medio mundo. Pero antes de que Amy Winehouse se convirties­e, con solo 27 años, en una leyenda de la música hubo momentos en los que se mostraba feliz, relajada, sin ese gesto de hartazgo que la caracteriz­ó los últimos años de su corta vida. Todo se debió a un fotógrafo americano al que conoció en la casa de Kelly Osbourne en enero de 2008. Se llamaba Blake Wood, tenía 22 años y soñaba con hacerse un hueco en el mundo de la fotografía y el arte. El resultado de sus encuentros con la cantante han quedado plasmados en el libro Amy Winehouse by Blake Wood (editorial Taschen), una colección de 85 fotografía­s que, siete años después de su muerte, se convierten en la mejor manera de saber cómo era realmente la can-

tante de Back to Black. "Recuerdo que este álbum me ayudó a superar una ruptura sentimenta­l. Me sentía muy conectado con su voz", explica Blake Wood en el libro. Curiosamen­te, el fotógrafo se llamaba igual que la ex pareja de la cantante, Blake Fielder- Civil, para muchos el causante de la deriva autodestru­ctiva que tomó Winehouse.

esde el momento en el que se conocieron se volvieron inseparabl­es. Aunque Blake Wood encontró un apartament­o propio donde vivir, la mayoría de las noches se quedaba con ella en su piso de Camden. Poco a poco se dio cuenta que no era saludable para ella vivir como una prisionera huyendo de los paparazzi y Blake empezó a organizar excursione­s que la evadiesen de ello. "No necesitaba el alboroto de la vida nocturna y los eventos de celebritie­s", dice el fotógrafo. "Ella estaba feliz tumbada en la piscina, escuchando grupos de chicas de los 60 o tocando sus tambores." Y a él también le encantaba verla tocar la batería y aprovechab­a para tomarle fotos con su cámara. Aunque tenía acceso absoluto a la vida más íntima y personal de la estrella, Blake nunca quiso fotografia­rla cuando estaba bajo los efectos de los drogas. "Así no es como era ella realmente y me parecía injusto hacerlo." En 2008 Amy entró en una clínica de desintoxic­ación y Blake la visitó todos los días. "Vimos películas, jugamos a las cartas, íbamos al gimnasio... Pero mirando hacia atrás, no creo que fuese el lugar correcto para ella." Pasaban los meses y Back to Black se convirtió en el disco más vendido en el Reino Unido y Amy en una cantante cada vez más rica y famosa. Volvió a recaer en las drogas, a llegar tarde a sus conciertos y a defraudar a sus millones de fans. Por eso, en diciembre de 2008, la cantante decidió escaparse a la isla caribeña de Santa Lucía. Necesitaba desconecta­r, romper con todo. Fue con Blake, su ahijada, una amiga y su guardaespa­ldas. "Durante nuestra estancia allí no hubo drogas, y la isla supuso para ella un remanso de paz y tranquilid­ad. Fueron sus días más felices."

llí nadaron, hicieron kayak, montaron a caballo, practicaro­n yoga y meditación. Ella fortaleció su cuerpo, ejercitánd­ose y tomando clases con un instructor local. Su transforma­ción física y mental inspiró a Blake a querer fotografia­rla de nuevo. De hecho, la mayoría de los fotografía­s que aparecen en su libro se tomaron en Santa Lucía y en ellas vemos a una mujer joven que se siente relajada y fuerte y, sobre todo, a gusto con ella misma detrás de la cámara. La cantante mira su lente, revelando un pozo de emociones en el fondo de sus problemas; otras veces, aparece como traviesa y alegre, como Blake dice que a menudo era. De hecho, una de las fotos que más le gustó de esos días es la de Amy tumbada en la playa tomando el sol. Sin embargo, tras ese paréntesis de paz que duró tres meses, la cantante regresó a Londres y Blake, tras colaborar con otros artistas, decidió volver a Nueva York. Durante los siguientes años, ambos siguieron en contacto a través del teléfono y Skype. "Recordábam­os los momentos que habíamos pasado juntos, nos reíamos y siempre terminábam­os nuestra conversaci­ón con un te quiero. De hecho, me pidió que por favor volviese a Londres a vivir con ella, pero yo tenía

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