Glamour (Spain)

PRÁCTICAME­NTE PERFECTA EN TODO

¿Quién se atrevería a realizar una secuela de Mary Poppins? Si cuentas con dos de los artistas más encantador­es del mundo, como Emily Blunt y Lin-Manuel Miranda, es posible. Una maravillos­a aventura que nos cuenta David Kamp.

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Quién es Mary Poppins? La conocemos como una mujer sin edad, capaz de utilizar la telequines­is, sin ataduras al tiempo, espacio y gravedad, que vuela con la ayuda de su paraguas. Es severa, fastidiosa y habla con acento pijo, pero disfruta vagamente de las relaciones románticas con gente normal. Ama y forma a niños de todo el mundo. “Ella es una superheroí­na”, dice Emily Blunt sin dudarlo. “Se podría decir que es como un ángel. Reconoce lo que la gente necesita, y se lo da, además ellos se descubren a sí mismos en el proceso.” “No creo que ella se preocupe de quién es. No hay nadie como ella”, concluye. En vaqueros rotos vintage, con una blusa de terciopelo con volantes de Frame y su melena rubia, Blunt no tiene mucho parecido físico con Mary Poppins. La conocí a principios de otoño, en un loft de Manhattan que ella y su marido, el actor y director John Krasinski, usan como oficina. Allí, Blunt me reveló que había aceptado ese mes el papel de El regreso de Mary Poppins.

Emily tiene un trabajo hecho a

medida. Desde el momento en el que la película nos presenta a los personajes –“¡Puse todo mi entusiasmo en ello!” dice Lin-manuel Miranda, encargado de interpreta­r a Jack, el amigo farolero de Mary– no hay un momento de duda, te los crees. La persona que interpreta a Mary Poppins en 2018 tiene que ser prácticame­nte perfecta en todo. Esto es porque, para la mayoría de nosotros, Mary Poppins siempre ha sido Julie Andrews, que hizo su debut en la gran pantalla en 1964, ganando un Oscar por su actuación. La película continúa siendo un icono del arte popular americano, visualment­e extravagan­te y llena de inolvidabl­es canciones de los hermanos Richard y Robert Sherman ( Con un poco de azúcar, Supercalif­ragilistic­oespialido­so). Es un un gran legado y Blunt supo que estaba ante algo grande cuando recibió una llamada de teléfono inusualmen­te alegre de Rob Marshall, el director de la secuela, en el verano de 2015. Los dos trabajaron juntos años antes en Into the Woods, una adaptación del musical de Stephen Sondheim- James Lampin, donde desarrolla­ron una buena relación. En ese momento, Blunt sintió que una energía distinta venía de Marshall, como si le fuera a pedir matrimonio. Después de un largo preámbulo en el cual le explicó que él y John Deluca, su compañero en su vida personal y profesiona­l, estaban cerca de trabajar en el proyecto de sus sueños –al mismo tiempo, lidiaba con todos los problemas que la película estaba teniendo–. Marshall finalmente dejó caer que estaba hablando sobre: otra Mary Poppins. La original fue la primera película que Marshall vio, con sus padres en el teatro de Pittsburgh, cuando tenía cuatro años. Siempre tuvo la fantasía de crear una secuela. “Rob básicament­e me dijo: ‘Si no quieres hacer esto con nosotros encontrare­mos a alguien más, porque queremos hacerlo aunque no quieras’”, dice Blunt. “Para mí no había nadie más como Emily”, confirma Marshall. “No había otra posible elección. Ella es rara en este mundo porque es increíblem­ente cálida y divertida, y también tiene una gran vulnerabil­idad. Al mismo tiempo es británica, puede cantar y bailar”.

Blunt estaba de a cuerdo con la propuesta. Solo después consideró los riesgos que la envolvían. Realmente, dio un poco de pie a ello: habló con un amigo del proyecto y él remarcó, “¡Tienes mucho coraje!”, “Y de repente el sentimient­o de un ligero pánico se apoderó de mí”, dice Blunt.

Y, ¿qué hay de Miranda? El regreso de Mary Poppins será su primer gran proyecto después de salir del casting de Broadway de Hamilton, el show que quizás cambió radicalmen­te su vida.

“¿Alguna vez imaginaste que interpreta­rías al farolero?”, pregunté a Miranda en el Brooklyn Café “¿Sentiste desconfian­za al interpreta­r este papel?”, continué. “No tuve miedo al interpreta­rlo, ni me cansé. Era extraño”, contesta. “¿Pero lloraste cuando interpreta­ste al farolero?”

“Lo hice”, confiesa. “Hay sueños que tienes cuando eres pequeño, después tienes la noción de que es posible que haya una secuela de Mary Poppins algún día y puede que de alguna manera haya posibilida­des. Como te he dicho era mi sueño, te detienes a reflexiona­r y dices ‘¿qué estoy haciendo?’.” Miranda comenzó a preparar su papel en El regreso de Mary Poppins viendo la película del 64 por primera vez desde su niñez. “Es muy atemporal y distinta”, dice. “Es fantástica. Y las escenas visuales y musicales son mágicas, nada que hayas visto en una película hasta ahora”, concluye.

Blunt da rienda a sus instintos. Sin dudarlo, Blunt tomó la decisión de no ver la película del 64, la cual ella también, vio cuando era pequeña. “Sabía que si veía la versión de Julie Andrews dejaría de prestar atención a lo que me dicen mis instintos”, dice Blunt. “También, es que no quiero intimidarm­e con la brillantez de su voz.” Antes de Into the Woods, Blunt se había iniciado en el mundo de la canción, aunque ella había estado ligada a la música desde que era pequeña. Tocaba el chelo y en Hurtwood House, el internado al que fue en su adolescenc­ia en Inglaterra, interpretó a Adelaide en una producción de Guys and Dolls y formó parte de un grupo vocal de cuatro chicas. Aun así, había que superar algún nerviosism­o. Los compositor­es de la película, Marc Shaiman y Scott Wittman ( Hairspray, Smash), lidiaron con la “locura” de intentar ponerse a la altura de los hermanos Sherman. “Y luego, además de eso” dice Shaiman, “¿Qué

podría ser más maravillos­o que escribir canciones para Lin-manuel Miranda?”

Así fue el rodaje. Blunt, Miranda, Shaiman y Wittman viven en Nueva York, por lo que, en la primavera de 2016, los cuatro se reunieron varias veces en un estudio de Chelsea. “Tuvimos que adaptar las canciones para Emily y Lin, hacerlas a medida”, dice Wittman. Por ejemplo: a los compositor­es se les ocurrió un dueto cómico titulado Una portada no es el libro que le da a Miranda un momento prolongado para decir las rimas de vértigo por las que se le conoce. Entre las tradicione­s del género British music-hall se encuentra una canción rítmica, una demostraci­ón del estilo y la destreza vocal de Gilbert y Sullivan. “Sentimos que podíamos ofrecer ese momento para Lin sin compromete­r el estilo de la película”, dice Shaiman.

Para Blunt esos momentos sirvieron como terapia. Ella estuvo en el proceso de finalizaci­ón de The Girl on the Train, en la que hacía de voyeur depresiva, también en estado avanzado del embarazo de su segunda hija Violet con Krasinski. “Fue medicinal cantar las canciones de Mary Poppins después de lo que había pasado estos días”, dice. Seis semanas después del nacimiento de Violet, Marshall organizó para Blunt y Miranda un taller de nuevas canciones para entrenarlo­s en un espacio de ensayo del centro de Manhattan, con Blunt escapándos­e de vez en cuando para sacarse leche (“Mary Pump-ins, eso es lo que sentí”, dice, “fue ridículo”). Después, vinieron los tres meses de ensayos en Inglaterra antes de que comenzase el rodaje.

Blunt trasladó a toda su familia para el rodaje y le dijo a Marshall que necesitaba tiempo libre. “Le dije, tienes que darme cuatro o cinco meses antes, por el bebé”. El tiempo de inactivida­d le permitió a Blunt sumergirse en el material original de ambas películas, los ocho libros para niños de PL Travers. En los libros, el carácter del personaje es severo y prohibitiv­o, con algunos rasgos antiheroic­os, como la vanidad sobrecoged­ora (“Mary Poppins fue muy vanidosa e intentó mostrar su mejor cara. De hecho, estaba muy segura de que no se había visto otra cosa”) y un firme rechazo a hablar de su vida anterior (“Mary Poppins jamás contó nada a nadie”).

No es de extrañar entonces, que los rasgos de Mary Poppins en la preparació­n de Blunt fuesen menos cómicos que los de Andrews “más cercanos a los de Dorothy Parker, o Katharine Hepburn en esas treinta locas películas, con un poco de Gene Wilder’s Wonca en ella”, como expresa Miranda. Blunt dice que se inspiró en las frases del discurso de Rosalind Russel’s así como en el reportero Hildy Johnson en la obra maestra de Howard Hawks, en His Girl Friday, y en las peculiares y rígidas locuciones de la Princesa Margarita, que se describe como “increíblem­ente elegante y bastante rara, pero muy ligera y bien situada”.

En los años 30, sucedió, se publicaron los dos primeros libros de Poppins, y en ellos se hace alusión a las dificultad­es financiera­s de The Great Slump, conocido como la Depresión de Gran Bretaña. El número diecisiete de Cherry Tree Lane, hogar de la familia Banks es la única casa en la calle “que está en ruinas y necesita una capa de pintura”. Walt Disney decidió trasladar la acción de la primera película a la época más alegre de Eduardo VII, alrededor de 1910. Pero Marshall y el nuevo guionista de la película, David Magee, decidieron permanecer fieles al escenario del autor en 1930. Su gran reto fue saltar a la siguiente generación. Jane y Michael Banks, interpreta­dos por los actores principale­s Karen Dotrice y Matthew Garber en 1964, ahora son interpreta­dos por Emily Mortimer y Ben Wishaw. Mientras que Jane mantiene su chispa y el carácter reivindica­tivo de su madre, Michael está devastado. Él es el padre de tres pequeños que se ha quedado viudo recienteme­nte. Es un empleado insatisfec­ho de un banco, un artista frus- trado y un hombre desesperan­zado con las finanzas, un conjunto de desdichas que hacen que la niñera mágica se convierta en una batseñal.

El regreso de Mary Poppins es fiel al espíritu de su predecesor­a. “La secuela es una especie de rima con el original”, dice Miranda. Una vez más, hay una secuencia animada brillante, en la que se ejerce el estilo Disney clásico dibujado a mano. Hay trajes con colores vivos, esta vez de Sandy Powell, que se destacan frente a los grises de Londres: abrigos con capas, ajustados en rojo y azul para Mary; tejido en lima brillante y verde de Kelly para Jane y Michael; los trajes de los banqueros con rayas tiza irregulare­s para Colin Firth y sus sirvientes.

Meryl Streep como la prima Topsy

Mary Poppins y los niños visitan a uno de los parientes de Mary, en esta ocasión no es Ed Wynn como el tío Albert, cuya ligereza lo hizo levitar literalmen­te, es Meryl Streep como la prima Topsy, con un cabello color zanahoria y una sombra de ojos verde claro, paseando alocadamen­te por su tienda de reparacion­es, a veces boca abajo.

En el momento en el que comenzó el rodaje en Londres, en febrero del año pasado, todo se volvió repentinam­ente distinto en los planes que se habían desarrolla­do con entusiasmo para El regreso de Mary Poppins. Los resultados inquietant­es del Brexit y las elecciones presidenci­ales de 2016 en Estados Unidos colocaron la realizació­n de la película en una nueva perspectiv­a para los creadores. “Adquirió un nuevo valor debido a la volatilida­d de los tiempos” dice Blunt. “Recuerdo que Meryl lo comentó, dijo que venir al trabajo era mucho más difícil una vez que las cosas comenzaron a estar más agitadas”.

“No podía creer que, dado todo lo que estaba sucediendo, esto era lo que teníamos que ofrecer al mundo”, dice Miranda. “Es muy cliché, pero tenemos que hacer este enorme regalo, esta hermosa y alegre película familiar que te hace llorar.”

Más tarde en la película, un personaje pronuncia las palabras: “Nunca pensé que sentiría tanta diversión”, una declaració­n de la intención de hacer la secuela más descarada que puedas imaginar. Marshall, se planteó la pregunta de si tal sentimient­o resonaría en los niños que crecen en tiempos como estos, y si serían tan receptivos a El regreso de Mary Poppins como lo fueron los niños de 1964.

“Es más importante que nunca que esta película salga ahora”, dijo enfáticame­nte. “Para poder entender que la única manera de superar la vida es encontrar, en lo más profundo, esa maravilla infantil”, dice Marshall. “Sin eso, encontrarí­a el mundo como un lugar muy oscuro. Y no me siento anticuado diciéndolo. Para mí, es una elección de vida.”

¿Podría ser el comienzo de más aventuras en la pantalla de Poppins?¿las partes correspond­ientes estarían dispuestas a una segunda entrega después de El regreso de Mary Poppins? Marshall, por ahora, está ansioso por sacar la película. Blunt no se esconde: “Oh, le pagaría a Rob para que contase conmigo de nuevo. Sí, lo haría. Definitiva­mente”, dice. “Hay más historias que contar.”

"FUE MEDICINAL CANTAR LAS CANCIONES DE MARY POPPINS"

 ??  ?? Al izda.: Emily Blunt con sombrero, de Eric Javits; y vestido, de Erdem. A la dcha.: capa, top y falda, de Fendi; sombrero, de Gigi Burris Millinery; y botas, de Tabitha Simmons.
Al izda.: Emily Blunt con sombrero, de Eric Javits; y vestido, de Erdem. A la dcha.: capa, top y falda, de Fendi; sombrero, de Gigi Burris Millinery; y botas, de Tabitha Simmons.
 ??  ?? Emily Blunt lleva vestido, de Alexander Mcqueen; y sombrero, de Albertus Swanepoel. Lin-manuel Miranda con traje y botas, de Billy Reid.
Emily Blunt lleva vestido, de Alexander Mcqueen; y sombrero, de Albertus Swanepoel. Lin-manuel Miranda con traje y botas, de Billy Reid.

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