“EL S. XX HABLAR DE IMPLICA MACHISMO ”
La escritora Ayanta Barilli, finalista del Premio Planeta con Un mar violeta oscuro, es la sorpresa literaria del año con una novela personal, valiente y familiar. Sin tapujos y con humor nos habla de su vida y obra.
Ayanta es “la hija de un dragón”, como se definió en la rueda de prensa del Premio Planeta 2018, como tal no le teme a nada, y con esa valentía se sumerge en esta novela finalista en la vida de cuatro generaciones de mujeres de su familia, incluida ella misma, para analizar las tóxicas relaciones de estas con los hombres y la lucha contra una enfermedad letal recurrente. Bailarina, actriz, periodista... decidió no hacer caso a las palabras de su padre, Fernando Sánchez Dragó, que siempre le repetía: “Escribe, escribe, escribe”. GLAMOUR: Tantos años con ese mantra... Habrás pensado tras el resultado por qué no has empezado antes. AYANTA: (Risas) Sí, de hecho la primera sorprendida en esta historia soy yo. A veces, los padres tienen un conocimiento mucho más profundo de sus hijos y mi padre, desde pequeña, me ha seguido con el mantra: “Escribe, escribe, escribe”. GLAMOUR: Has crecido con el martilleante sonido de una máquina de escribir, hasta te levantabas de pequeña y dormías a los pies de tu padre mientras escribía. AYANTA: Sí, el tecleo de la máquina de escribir ha sido mi canción de cuna. No solo por mi padre sino por mi madre que también escribía mucho y traducía. Recuerdo estas máquinas de la época la Hermes Baby, la Olivetti... todas estas máquinas por casa y el papel carbón. Ese olor, porque tiene
un olor característico, las manchas en las manos, el típex, los diferentes tipos de típex a lo largo de la vida. Todo eso que formaba parte de una cotidianidad familiar. Durante muchos años cuando mi padre estaba escribiendo Gárgoris y Habidis, la única manera de estar con él era o viajar e ir a ver todos los lugares mágicos de los que hablaba en su historia o estar con él mientras escribía. Esto significaba ponerte con una mesita al lado o con una gran máquina de escribir que era más alta que yo e ir yo remedando y ensayando la cosa o como pasaba muchas noches enteras escribiendo pues me cogía el saco de dormir, me tumbaba a su lado, a sus pies y me dormía de esa forma. Me encantaba, además mi padre tenía una manera de escribir que era peculiar porque escribía pocas frases y luego sacaba el papel, hacía una pelota y volvía a escribir esas frases en otro papel y continuaba. Yo me despertaba rodeada de pelotas de papel porque ya en la papelera no cabían. GLAMOUR: Este libro es un viaje muy largo, de muchas generaciones y de pérdidas dolorosas. AYANTA: Bueno, lo de perder seres queridos es un dolor tremendo y es algo que he experimentado desde muy pequeña porque mi madre murió cuando yo tenía nueve años y esa muerte a mí me dejó completamente sorprendida, esa es la palabra. Como simplemente un niño piensa que su madre es inmortal, era algo que no me entraba en la cabeza, me pasé unos años diciendo: “Esta mujer vuelve, ha pasado algo y aparecerá cualquier día de estos”. Por lo tanto, yo mantenía la esperanza de que volviera, o pensaba: “Lo que tengo que hacer es morirme yo y encontrármela en cualquier lugar”. No cabía la opción de vivir sin ella. Siempre he tenido la obsesión de cómo recuperar a esas personas, las ganas de estar con ellos, aunque estuviesen muertos. Entonces, en este último proceso ya de decidir escribir este libro, como esto me ha perseguido toda la vida me dije: “Qué mejor para estar con ellos que estar años escribiendo un libro donde voy a investigar sus vidas…” GLAMOUR: Casi cinco años y una labor ingente para ordenar y catalogar toda la información que recabaste. AYANTA: Tenía una alfombra enorme en mi habitación, el lugar donde suelo escribir aquí en Madrid, toda llena de cartas, todo puesto en el suelo… intentando archivarlo porque por otra parte es mi primera novela y no tenía ninguna técnica. Entonces he ido aprendiendo yo sola a no liarme y aun así al final había leído cosas, no sabía dónde estaban, había que encontrarlas… he perdido un montón de tiempo. GLAMOUR: Hay una palabra que utilizas mucho que es zozobra, que además hace que te acompañemos mucho a lo largo del libro y empaticemos contigo. AYANTA: La zozobra es un estado de ánimo que además es un movimiento, es el barco que zozobra y realmente me sentía así y ha sido una manera extraordinaria de estar con ellos. He podido durante estos años estar con esas personas que se murieron e investigarlas, conocer mucho de ellas, leerlas… ha sido por un lado un viaje pues muy doloroso y al mismo tiempo una conversación permanente con los muertos. Y eso me ha gustado mucho porque cuando conversas con ellos están vivos, no digamos ya si lo escribes. GLAMOUR: Has tenido un perfil muy bajo en el sentido del ámbito familiar. Me imagino que siendo hija de alguien como Sánchez Dragó es muy fácil estar expuesta. AYANTA: Sí y yo me he mantenido siempre un poco al margen de ese bullicio y de todo esto. Pero aquí, no he tenido ningún pudor, lo reconozco, porque este libro parte de una necesidad tan grande y de unas ganas, no solo de escribirlo, si no, por su puesto de compartirlo con mi familia, regalárselo a mi familia, a mis hijos y a todo mi entorno porque quería que supieran la historia, que fueran conscientes de dónde vienen. Todo ese trabajo de investigación lo hago porque lo necesito yo y porque necesito también que mis hijos y que la gente que esté al rededor lo sepan. GLAMOUR: Parece una manera literaria de romper un sortilegio de mala suerte, malos hombres... AYANTA: Sí, es un exorcismo total porque yo lo he pasado mal por eso no quiero en absoluto trasladárselo a las personas a las que quiero. GLAMOUR: Aunque es tu familia en realidad también repasas la historia de la mujer en el s. XX e inicios del XXI. AYANTA: Sí, realmente es un recorrido por la historia de la mujer occidental y obviamente en el siglo XX. Porque se ve muy bien el cambio de una generación a otra. GLAMOUR: En los agradecimientos, mencionas a tu padre como tu lector más temido, ¿cómo fue: “Lee esto”? AYANTA: Bueno, mi padre, en contra de lo que pudiera parecer… yo nunca me he sentido aplastada por la figura paterna ni nada de eso, sino acompañada y feliz a su lado. Nosotros nos escribimos muchas cartas y me envió una carta de esas de bueno, tirarte al mar de Tellaro para que no te vean llorar. Se entusiasmó. GLAMOUR: Y la última pregunta, ¿ vas a escribir más? AYANTA: Sí, ahora no hay quien me pare.
"ES EXORCISMO TOTAL PORQUE LO HE PASADO FATAL "
"POR MI PADRE ME HE SENTIDO SIEMPRE FELIZ Y ACOMPANADA"