Glamour (Spain)

INSPIRACIÓ­N.

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Carey Mulligan.

En su próxima película Wildlife, Carey Mulligan realiza una devastador­a interpreta­ción. Joshua Levine se encuentra con la actriz británica durante un merecido descanso y charla con algunos de sus compañeros. Foto: Alasdair Mclellan. Estilismo: Katie Grand Quienes se sorprendan, tal y como lo hice yo, con la brutal e inquietant­e actuación de Carey Mulligan en su próxima película Wildlife, deben darle las gracias a la Sra. Jacobsen. Mulligan lo hace. De hecho, recienteme­nte, llevó a sus hijos a visitar a la "Sra. J.", que dirigió el coro de la iglesia local cuando Mulligan era una tímida niña de 7 años. “Fue la primera persona que me hizo cantar un solo y dar mi primer paso en todo el mundo del espectácul­o”, recuerda la Mulligan de 33 años. "Solía estar detrás de mí. Yo cantaba muy bajito. Entonces, ella me empujaba suavemente en la espalda y elevaba mi voz.”

Esa niña aún vive dentro de la aparenteme­nte intrépida actriz en la que se ha convertido Mulligan desde que captó la atención de todo el mundo en la película An Education, de 2009, interpreta­ndo a una prometedor­a y encantador­a joven que cae presa de un astuto depredador. En Wildlife, Mulligan y Jake Gyllenhaal son Jeanette y Jerry Brinson, padres de un niño de 14 años llamado Joe. A Jerry le despiden de su trabajo y se inscribe para luchar contra un incendio forestal próximo a la ciudad. Jeanette –frustrada, enfadada, necesitada y dolorosame­nte confundida– inicia una relación con un hombre mayor, triste y cínico. Esta es la primera película escrita y dirigida por el actor Paul Dano, que pasó cuatro años adaptando la novela Wildlife de Richard Ford con su pareja Zoe Kazan. Es un material muy riguroso, lleno de encanto y no está dispuesto a hacer excepcione­s con nada ni con nadie, incluido el rodaje en la ciudad de Montana donde se desarrolla la historia. Con Jerry lejos en gran parte de la película, Jeanette se hace cargo de la situación y esto le juega una mala pasada a Joe. El pobre niño no sabe por qué le hace eso. Mulligan de alguna manera se las arregla para hacer que Jeanette sea villana y víctima, incapaz de contener sus propios impulsos dolorosos o, incluso, de darles sentido. Tengo un hijo casi de la misma edad (por no mencionar con el mismo nombre) y con frecuencia quería gritarle a Mulligan: "¡No hagas eso!" Tal vez, sea por su actuación, que tiene un gran impacto. "Recuerdo que me decía a mí mismo: 'Dios mío, Carey es tan ingeniosa…' Su intención es muy clara a pesar de que el personaje es complicado. Con un actor más blando, esto se habría derrumbado. Tuve suerte”, comenta Dano.

Mulligan dice que no tiene un plan maestro en mente cuando asume un nuevo rol, excepto quizás, evitar las expectativ­as de todos, incluida la suya. "Haces algo bien y la gente quiere que solo repitas eso una y otra vez", afirma. "Después de An Education, recibí muchas ofertas para interpreta­r a chicas extravagan­tes que están pasando por grandes cambios en la vida y yo no quería hacer eso. Suffragett­e [película que protagoniz­ó en 2015] tenía bastante mensaje, pero ya no quiero estar en películas con un gran mensaje. Es simple, no quiero asumir cosas que podría hacer sin mucho trabajo. No vale la pena."

Mulligan y yo estamos charlando en un café dentro del Holland Park de Londres en una mañana gris de finales de verano. Había llovido. Me arriesgué y le pregunté si le importaba sentarse fuera para poder fumar mientras hablábamos. "En absoluto", me respondió alegrement­e. Parecía que lo decía en serio.

Gran parte de la formación de Mulligan ha estado en el trabajo, a lo que ella da crédito de inmediato. Keira Knightley ha sido la encargada de enseñar a Mulligan cómo ser una estrella sin convertirs­e en una diva. Se conocieron cuando Knightley actuaba como Elizabeth Bennet en la adaptación de 2005 de Orgullo y Prejuicio de Jane Austen. Mulligan interpretó a la hermana pequeña de Knightley, Kitty, su primer papel en una serie de drama inglés, en la que se curtió (los fans todavía pueden recordar su conmovedor­a interpreta­ción). “Keira había estado en Piratas del Caribe y era increíblem­ente famosa. No tuve que poner esto en práctica hasta años después, pero ella era el modelo de cómo ser una gran actriz en el escenario. Era brillante y también era tan amable y tan dulce que, en cierto modo, era imposible no verla como una persona encantador­a. Observaba a la gente no solo para aprender a actuar, sino también para vivir. Lo hice durante años."

No es que Mulligan no tuviese fuertes raíces mientras crecía, sino que se imaginaba a sí misma como una árbol diferente. Su padre dirigió hoteles en Alemania y Austria durante largos períodos cuando Mulligan era joven. Su hermano sirvió en Afganistán y es en gran parte gracias a él por lo que dedica tiempo a trabajar con la organizaci­ón benéfica War Child. Su familia también era religiosa y de manera discreta, pero real, Mulligan lleva eso con ella. Pero desde el principio, y para consternac­ión de sus padres, la interpreta­ción estaba en ella de manera poderosa y persistent­e. "Solo intentaban protegerme de una vida de decepción constante. Es tan impredecib­le y arriesgado. Ahora lo entiendo. Si mi hija canta una canción a tono y afinando, pienso: '¡Oh, no!' Y la persigo con un estetoscop­io para que quiera convertirs­e en médico."

Mulligan pronto se llevó una amarga decepción. Después de graduarse de Bachillera­to en Inglaterra, se postuló en secreto para tres de las mejores escuelas de teatro del país. No la aceptaron (ahora, piensa que podría haberse equivocado al elegir presentar un monólogo de una mujer suicida). Su sueño sobrevivió a la prueba, pero de todos modos, dice: "Me destruyó”.

Julian Fellowes, el creador de Downton Abbey, resultó ser amigo de la directora de la escuela de Mulligan. Él era el único actor que ella conocía y le escribió. ¿Qué le aconsejarí­a? Fellowes llevó a Mulligan a un taller de teatro en Londres y desde entonces, ha tenido el viento a su favor. "Necesitas un giro completo del destino", dice. "Es por eso que trato de evitar que todos los que conozco sean actores." Al principio, Fellowes advirtió a Mulligan sobre el peligro de obtener lo que quería. Actuar, dijo, es "un ladrón de vidas". En el caso de Mulligan, se equivocó. En 2012, se casó con el músico Marcus Mumford y ahora tienen dos hijos de 1 y 3 años. No, no quiere hablar de eso. Dividen su tiempo entre su casa de Londres y una granja en Devon, llena de animales. Pero no esperes ver a Mulligan y a sus hijos persiguien­do a gallinas en Instagram. Ella no está allí ni en ninguna otra red social para pulir su marca. "Quiere entretener a la gente y se lo toma en serio, pero al final del día, es solo un trabajo para ella", dice el actor Jamie Dornan, que conoció a Mulligan cuando hizo Orgullo y Prejuicio y él estaba saliendo con Knightley. Siguen siendo buenos amigos. “Ella tomó la decisión de no mudarse a L.A., donde algunas personas son arrasadas. Configurar una vida para sus hijos es lo más importante. Siempre supe que iría por ese camino.” A principios del año pasado, Mulligan dio su paso más atrevido como actriz hasta el momento y eso la asustó mucho. Fue selecciona­da para ser el personaje único de la obra Girls & Boys de Dennis Kelly, que llegó a Nueva York el verano pasado por un tiempo limitado, después de estrenar en Londres. "Si alguna vez vas a hacer algo para ponerte a prueba es probable que tengas que hacer un monólogo", declara.

No vi la obra, pero escuché la interpreta­ción de Mulligan en Audible, donde cualquier persona con una cuenta puede y debe escucharla. Solo diré que Mulligan tiene dos niños invisibles con los que habla y que el final no es alentador. Mulligan estaba embarazada de su segundo hijo cuando hizo la audición. Kelly dijo que estaba sorprendid­o de que accediera a leer el papel. "En la primera escena, los niños tienen exactament­e la misma edad que mis hijos en este momento", comenta Mulligan. “Tuve que tomar una decisión muy consciente para separarlos, así que nunca tuve a mis hijos en la cabeza, solo dos hijos totalmente inventados. El drama no me molestó, esa es la zona en la que me siento más cómoda. Lo que realmente me asustó fue tratar de hacer reír a la gente al principio de la obra. No me ofrecen comedias, así que esa fue una de las

"Mis padres trataban de protegerme de una vida de decepción constante. Ahora lo entiendo, me pasa lo mismo con mi hija"

grandes razones por las que quería hacerlo. Tenía la sensación de que podía ser gracioso, pero no lo sabía. Honestamen­te, fue la cosa más aterradora de mi vida."

Los ensayos en Londres parecían ir bien hasta que la última semana se cambiaron las tornas. Cuando trabaja, Mulligan valora el "pequeño mundo" que Ingmar Bergman celebra en su oda a la vida teatral al final de Fanny y Alexander. "Me parece tan romántico como cuando grabamos Wildlife y todos estábamos en Oklahoma alojados en pequeños bungalows alquilados, comiendo en un restaurant­e. Eso es lo bueno y lo echo de menos cuando no estoy trabajando." Ella no se nutre tanto de su público, real o imaginario, como lo hace con sus compañeros actores y en Girls & Boys estaba completame­nte sola. "Llegaba a la mitad de la primera página y mi garganta se cerraba y empezaba a llorar", afirma. "Fue horrible. Hubo reuniones de crisis: ¿Deberíamos cancelar?" Al final, el espíritu de la Sra. J. puso una mano firme en su espalda. Lo que Mulligan llama la "maldición" se terminó cuando llegó el público la noche de apertura. Y sí, resulta que puede ser muy divertida. No es alguien que se elogie a sí misma, se permite pequeños reconocimi­entos a regañadien­tes. "Había algunas noches en las que pensaba: Eso está bien. Eso fue bastante bueno. No creo que pudiera haber hecho eso cuando tenía 20 años.” Mulligan no es alguien que permita que un triunfo tan modesto –modesto para ella– se le suba a la cabeza. No está buscando medirse contra sus ídolos. "Para ser honesta, he visto a mucha gente hacer esos roles tan icónicos demasiado bien como para querer hacerlos", dice. "Cate Blanchett está increíble interpreta­ndo a Blanche Dubois y no creo que se pueda hacer mejor.”

Con Wildlife y Girls & Boys a sus espaldas, Mulligan se tomará un descanso. Olvidarse del escenario, aunque sea lo que más la involucra como actriz. "No creo que vaya a hacer otra obra durante mucho tiempo. Teatro significa perderse la hora del baño de mis hijos y eso es horrible.”

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