LA CITA. Performance.
Performance cumple su 50 aniversario, la película que bajo el lema “nada es verdad, todo está permitido” rompió los moldes establecidos mostrando sin tapujos escenas de sexo, drogas y violencia. Con Mick Jagger a la cabeza, junto a Anita Pallenberg y James Fox como
partners of crime, el que fuera un desastre de taquilla, medio siglo después es una obra de culto y testigo privilegiado del llamado Swinging London. Texto: Paula Pérez
aunque no gozaba de muy buena imagen en la época, Jagger convertía en oro todo lo que tocaba, por eso el director Donald Cammell vio al artista como una oportunidad para popularizar el filme. El vocalista de The Rolling Stones se puso en la piel de Turner, un músico inmerso en el mundo de las drogas que vivía rodeado de suciedad junto a su amante. Comenzaba así un rodaje que dejaría ríos de tinta tras de sí, como muy bien documenta el libro aniversario Performance. (Coattail Publications) de Jay Glennie. Era la primera vez que el cantante se convertía en actor, un factor que le creó cierta inseguridad. Dejando al margen la ingesta habitual que hacía de otras sustancias, en un primer momento decidió no fumar para no olvidar su texto, especialmente en las escenas del baño, aunque finalmente sucumbió sin preocuparse por las consecuencias. A pesar de que fuera considerado el actor principal, su personaje no aparecía hasta casi la mitad de la película lo que hizo enfadar a Warner Bross que consideró que se le estaba restando protagonismo. Por este motivo, director y productor tuvieron que buscar la manera de que su flamante estrella hiciera su aparición estelar mucho antes en el largometraje, para contentar a la exigente distribuidora. “Donald dijo que había una escena rodada donde estaba pintando las pare-
des. Así que dije: ‘ Vamos a probarlo’. Solo añadimos esa escena, pero allí estaba Mick Jagger, como si hubiera llegado el primero, lo cual era bastante gracioso, pero funcionó porque la película funcionaba. Podías hacer cualquier cosa con esta película y funcionaría. Si se sentía, iba a funcionar. Se trataba de sentir. Fue poesía. Era orgánico. Venía del espíritu”, rememora el productor Sandy Lieberson.
el papel de Pherber parecía estar hecho a medida para Anita Pallenberg, pero a pesar de que ayudó a construir el personaje original, la actriz no fue la primera opción para el director. La modelo obtuvo el papel cuando Tuesday Weld tuvo que rechazarlo porque se rompió el tobillo. Anita se dejó llevar por el ambiente que se respiraba en el set y comenzó a hacerse adicta a las drogas aunque en su fuero interno pensaba que sería capaz de mantener “a raya las adicciones de los demás”. Ella misma confesaría más tarde que a pesar de haber escrito el diálogo de su personaje en ocasiones estaba tan afectada que era incapaz de recordarlo. Otra baja sonada dio la oportunidad de triunfar a James Fox. Marlon Brando estuvo a punto de interpretar a Chas, pero viendo las características de la película decidió no aceptar el papel regalando la “mejor actuación” que su sustituto realizaría en toda su carrera.
Las dificultades comenzaron antes del rodaje, Fox tuvo que trabajar intensamente para conseguir el carácter agresivo que le faltaba para convertirse en un gángster creíble. Se pasó muchas horas en el gimnasio para adecuar su físico y además se introdujo en el ambiente que frecuentaba el rol.
Un detalle muy importante fueron los sets de rodaje en los que se desarrolló la película y que estaban cuidados al milímetro. Querían que fueran lo más realistas posible por lo que se utilizaron ubicaciones reales de Londres. Se seleccionó una casa que encajaba perfectamente
“Actuar y cantar son proyecciones de tu ego, que se supone no debes tener, pero sin él no puedes hacerlo” MICK JAGGER
con el perfil de músico recluido del personaje de Turner, en el barrio de Notting Hill. “El lugar estaba cubierto de excremento de perro, tuvimos que desinfectarlo antes de que pudiéramos siquiera pensar en usarlo para filmar Performance”, recuerda divertido Sandy.
Juntos estaban construyendo un mundo paralelo en el que no había leyes, y que se derrumbó en el momento en el que el director decidió llevar al laboratorio algunas de las escenas. El responsable decidió destruirlas porque tenían alto contenido pornográfico e incumplían la ley. Tuvieron que buscar otro sitio en el que revelar las escenas y tener muchas reuniones con Warner para que no les cancelasen el largometraje. No fue el único conflicto serio. Anita Pallenberg se lo puso muy difícil a Michèle Breton: “Fue muy dura con Michèle porque era más joven. Quizás tenía celos de ella”, revela Donald Cammell en el libro, a quien también la actriz le recriminó que “era muy difícil trabajar” porque era muy manipulador, versión que apoyó Jagger: “Tuve terribles peleas porque no creía que él supiera lo que estaba haciendo. Probablemente él dirá que yo tampoco lo sabía”. Lejos de lo esperado, pudieron aprovechar las adversidades y las peleas “fueron buenas para crear tensión”. La película no tuvo la aceptación que se esperaba, en su primer pase la audiencia comenzó a gritar furiosa y se tuvo que reembolsar el dinero. “Fue un gran desastre cinematográfico y solo por eso debería aparecer en los libros de historia”, bromea Lieberson. Ahora es considerada una película de culto que rompió con el orden establecido e inspiró a grandes directores como: Martin Scorsese, Guy Ritchie, o Tarantino.
resuelta en tonos empolvados, gasas, tules y tafetanes. Sabine Getty, diseñadora de joyas y socialité nacida en Suiza y casada con uno de los herederos de la poderosa familia, hace gala de dicha actitud en el palaciego hotel Cliveden, cercano al castillo de Windsor, en las imágenes de la sesión que acompañan a estas páginas. La socialité hace gala de esa innata naturalidad de la que hablaba Valli portando uno de sus diseños y otro de Schiaparelli, ambos tranquilamente combinados con unas botas de plataforma de goma de Natasha Marro.
De referentes y proporciones. Sobre el uso de detalles artesanos y sublimes, la utilización de materiales delicados, repletos de imaginación y un gran despliegue de volúmenes, sabe bien Simone Rocha. En su colección Otoño/invierno 18, Simone hace referencia a la época victoriana, inspirándose en la obra del artista John Constable, A Portrait of a Young Mary Freer (1809). “Quería hacer algo con muchas texturas y capas, no sé… algo muy generoso”, decía la diseñadora. A riesgo de parecer un hecho aislado en el universo de Rocha o Giambattista Valli, la presente temporada no está exenta de referencias oversize llevadas al contexto de la noche. ¿Qué hay de los vestidos en materiales iridiscentes con grandes volantes o las mangas extra grandes en colores encendidos, ataviadas en plumas que vimos en Gucci?, ¿y de los mini vestidos con hombros en XXL de Saint Laurent by Anthony Vaccarello? El look de noche se antoja romántico pero envolvente, elegante y moderno… pero sobre todo enamorado de los grandes volúmenes. “Un buen couturier debe ser arquitecto de la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida”, decía Cristóbal Balenciaga, pionero en sofisticar los grandes volúmenes en la historia de nuestra moda. Es difícil hablar de la forma sin citar al gran modisto español, al igual que es difícil no recurrir a su homólogo actual al frente de su firma para hablar de lo que se cuece hoy día. Y que Demna Gvasalia desdibuje los clichés de la maison y los interprete a su antojo es un hecho que la industria pone en especial valor. “Durante estos dos años en Balenciaga, he querido identificar todos sus códigos y transportarlos al presente”, comentaba Gvasalia en su desfile. Los volúmenes también viven en los abrigos sastre y vestidos de lúrex y terciopelo del georgiano. ¿Quién dice hoy que no a prendas técnicas oversize superpuestas a un traje de noche? Quizás sea verdad, en definitiva, que la actitud a la hora de vestir la moda, la noche y la alta costura, ha cambiado.
La pasarela da rienda suelta a las proporciones XXL y materiales más envolventes interpretados en clave de sofisticación