Quim Gutiérrez
(empezando por esta sesión de fotos).
Que un actor te diga que le encanta hablar es algo que el periodista recibe con estupor y alegría. No es lo habitual, y por eso, que Quim Gutiérrez sea lo primero que dice según llega a la sesión de fotos con GLAMOUR, ya le hace diferente. Precisamente nuestra cita con este intérprete de rasgos a lo Jean-paul Belmondo, es una oda a la diferencia, a la necesidad imperiosa de un alma inquieta por escapar de estereotipos, convenciones que maniatan a los espíritus rebeldes como él. Porque siempre navegó en la excepción, convirtiéndose en regla para sí mismo. “Fui un niño de 12 años que salía en la tele (en concreto en la serie de TV3 Poblenou), y eso ya te colocaba en un sitio jodido, en el cual sufres alabanzas, a veces injustificadas, de gente a la que no conoces, pero al mismo tiempo también sufres críticas despiadadas de gente a la que sí conoces y de la cual no te esperabas ese comportamiento.” Seguimos con lo diferente porque el personaje que interpreta Quim en su nueva película, Te quiero, imbécil, es alguien poco convencional, un hombre al que le deja su novia justo cuando iba a pedirle matrimonio, le echan del trabajo y se tiene que ir a vivir con sus padres. Es entonces cuando tiene que reinventarse, se apunta a un gimnasio, se preocupa por comer sano y se mete de lleno en el mundo de las app para ligar. “Hay algo que me parece importante de la película y es que a lo único que estamos sometidos es al cambio. Cuando la vida nos ningunea, como le ocurre a Marcos, mi personaje, a todos nos gustaría volver a la situación anterior, por penosa que fuera. Y no, al final es un cambio personal el que le da la solución.” Quim, como la crisálida de Murakami, ha ido adquiriendo su maravillosa presencia ayudándose de la moda, su perfecta aliada, amiga incontestable de transgresores. Conoce todas las marcas, pregunta de qué temporada son y se lamenta con la estilista porque hace poco perdió un abrigo de Acne. “Durante mucho tiempo yo intentaba buscar justificaciones muy intelectualoides. Y es muy sencillo: hay gente a la que le gusta más el fútbol y hay gente a la que le gustan otras cosas. Ahora, por suerte y gracias a las redes sociales, hay muchos más actores a los que les interesa la moda y que no tienen prejuicios en mostrarlo. Porque el prejuicio es tan sencillo como que la moda es cosa de tías o de homosexuales. Entonces, que de repente un heterosexual se muestre interesado por la estética suena raro”, explica el actor que reconoce que cuando viajas un poco, te das cuenta de que en otros países tan cercanos, como Francia, por ejemplo, esto no pasa, la diferencia, la libre elección de tus gustos, se ve con normalidad. ¿Por qué en España sí? “Mi teoría, y no solamente en cuestión de moda y estética, es por la cultura, 40 años de oscuridad pesan mucho. A mí me gusta mucho el arte, pero no porque lo viera en redes, me ha gustado porque me compraba revistas a los 20 años. Pues de la misma manera, a los 30 o a los 40 no me tiene que resultar extraño ponerme un traje raro, hacer fotos o comprarme ropa peculiar de vez en cuando, porque me gusta. Y también he cambiado mucho la forma de vestir, me interesan más diseñadores, luego otros menos...” Y sonríe. Y es imposible no fijarse en su boca y en su famoso diastema. ¿Es cierto que Bruce Weber te dijo que no te lo quitases nunca? “Sí, es cierto. Fue hace unos años en una fiesta de Almodóvar en la que cantaba Concha Buika. Weber estaba allí y me hizo varias fotos que aún conservo, por desgracia tampoco son fotos espectaculares y además yo llevaba un jersey de pico espantoso, de lo cual siempre me arrepentiré (risas). Entonces fue cuando me vio los dientes y me dijo: ‘Don´t ever touch your teeth’. Y después de eso, con más motivo, no lo voy a hacer.” Volviendo a Te quiero, imbécil, el personaje de Marcos se cuestiona lo que significa la nueva masculinidad en el siglo XXI, algo que Quim reconoce no saber muy bien qué es. “Yo creo que el hombre de ahora es muy parecido al del final del pasado siglo y, sin embargo, conserva algunos comportamientos del hombre de mitad del siglo XX, como por ejemplo todo lo relacionado con la educación machista. Yo he tenido la suerte de ser yo mismo, con un contexto donde mi padre y mi madre me han educado en igualdad verdadera y aun así hay muchas cosas que me chocan.”