Vestidos de terciopelo
Nadie sabe en qué estaba pensando Lana del Rey cuando decidió incluir un tema compuesto allá por 1951 en su álbum Born To Die, lanzado en 2012. La canción llevaba por título Blue Velvet y, aunque entronizada como una de las canciones más bellas del siglo por Bobby Vinton en 1963, fue una creación del compositor Tonny Bennett. El capricho nostálgico de la cantante californiana podría deberse al impacto que la película homónima de David Lynch tuvo en ella. “Es como si hubiera nacido en otra época”, dijo de ella el cineasta. Quizá se vio reflejada en la belleza crepuscular del vestido que tematiza la canción; tal vez fue el influjo de su talante melancólico. O todo a la vez. La cuestión es que con su (aterciopelada) voz redescubrió y cantó al mundo lo hipnótico que podía llegar a ser un vestido de terciopelo azul oscuro casi negro como el que llevó Diana de Gales en noviembre de 1985, cuando ya era una princesa triste pero el mundo todavía no lo sabía, y como el que está presente en muchas de las colecciones de la moda de invierno. Este vestido –protagonista de las propuestas de Miu Miu, Olivier Theyskens y Saint Laurent entre otros tantos, y en las colecciones de marcas como The Vampire’s Wife (la enseña de Susie Cave que otorga al vestido romántico y oscuro un lugar privilegiado de tu armario o & Other Stories– vuelve para abrazar, con la delicadeza que solo atesora el terciopelo, a la chica de ojos tristes, corazón negro y armario gótico que llora a escondidas y ama como se amaba antes. Ella, que podrías ser tú o esa Lana del Rey que veía paisajes oscuros cuando cerraba los ojos, y que es dueña de los versos que acompañan este texto, daría todo su vestidor por un vestido de terciopelo negro. Y lo haría convencida y a corazón abierto.