Hitos rarunos
Sí, fueron compras muy raras, pero también son muy tendencia. REALIZACIÓN: LIDIA MASERES
La moda da escarmientos, y puede que en estas líneas haya un mensaje para ti. Acumular noes en el armario puede funcionar la mayor parte de las veces porque nadie conoce mejor su anatomía que una misma, pero abrir la veda y dejar que se cuelen por la rendija pequeños haces de luz es tan necesario como positivo. ¿Por qué negarse a jugar con la fantasía? ¿Acaso los “de este agua no beberé” o “a mí en esta no me pillan” son irrefutables y no pueden revertirse? Pueden y deben, y por mucho que lo neguemos, todas hemos caído. Afortunadamente. La línea vital de la moda está plagada de picos. Hay cimas coronadas por éxitos previsibles, pero hay otras más altas y más sorprendentes a las que llegaron prendas y accesorios que, si bien estaban hechas para prosperar, no reunían los requisitos que se le presuponen a un hito, empezando por la belleza, ese gen intrínseco a los triunfos que aún en plena mutación funciona. ¿O nadie se acuerda de cuando irrumpieron en 2017 las Triple S de Balenciaga, por las que los modernos se deshacían mientras los puristas renegaban con los mismos argumentos? Su suela rotunda, su aspecto disruptivo y su precio era lo que atraía entonces y hoy siguen arrasando. Gana lo diferente, como los vestidos firmados por Batsheva y Simone Rocha. Si los primeros gustan por su patrón victoriano, los segundos navegan en un plácido sueño de romanticismo. Las mangas abullonadas y los volúmenes en las faldas que llevamos hoy se las debemos a la diseñadora irlandesa. Gracias Simone. Quién nos iba a decir que llenaríamos nuestros vestidores de gasas translúcidas, que las camisetas de bandas dejarían un hueco a los mensajes feministas de Dior o que las gafas diminutas que Trinity, Neo y Morfeo lucían hace 20 años en Matrix estarían de vuelta gracias a Kim, Kendall, Kourtney y Le Specs.