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PLANETA POP

¿Carrito de bebidas o camarera?

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El cortejo final de una opulenta comida se convertía en vanagloria si acercabas el carrito de bebidas hasta el sillón donde relajabas el postre y encendías el primer pitillo tras la cena. Era un ritual de finales del siglo XIX que terminó convirtién­dose en ejemplo de elegante profilaxis alcohólica. Habitual y famoso objeto de hogar que se popularizó en los años 60 y 70, también fue denominado camarera por algunos. El caso es que estos muebles con ruedas, vasos de cristal, copas ahumadas en su parte superior y botellas de licores en la parte rasa han compartido escenas y vida del afterwork más retro o también llamado sobremesa eterna que vivieron nuestros padres.

En EE UU, durante la Ley Seca, los carritos de bebidas se reprodujer­on como el hambre en barrios como el Lower East Side o East Village de Nueva York. Beber alcohol era cuestión de chicos malos, y las cocinas de las casas lo mismo veían igual de necesario tener una hielera que un mueble bar con avituallam­iento espirituos­o. Los carritos de bebidas se vestían por entonces con puertas para evitar un primer contacto visual con la etiqueta negra del whisky, pero pronto abandonaro­n sus tapaderas y se hicieron con ruedas gigantes para trasladars­e con libertad por el resto de la casa.

¿No tenía uno de estos artificios de la mixología en casi cada habitación el gran Gatsby? Al menos era lo único que no perdía la compostura en sus luchas y trifulcas de amor y celos junto a poncheras de alpaca repletas de hielos. Las botellas que sostenía Gatsby eran de cristal labrado, sin etiquetas comerciale­s y con vasos bajos donde solo entraban dos rocas congeladas para refrescar un trago de whisky centenario. También hacía lo propio Enoch L. Johnson, el mafioso que llegó a la HBO interpreta­do por Steve Buscemi en Boardwalk Empire bajo el nombre de Nucky Thompson. En la serie al menos se ponía ciego de Pimm's con hielo y fruta frente a su mueble bar de madera lacada. Era casi lo único legal que hacía, beber en casa; a la Ley Seca sí que la respetaba.

Después ya llegó 1962, el año en el que Sean Connery despuntaba en el trending topic catódico, por su escote lobezno, su esmoquin ajustado y su amor por tragarse los Dry Martini de un sorbo. Nadie sabe qué hacía con la aceituna, pero estaba claro que repetía con un gesto de tirano empotrador. Terence Young, el director de Agente 007 contra el Dr. No, quiso que este mueble también fuera un protagonis­ta silencioso de su película, que lo mismo presenciab­a un almuerzo tenso con el dr. Julius No que un encuentro furtivo y unos morreos volcánicos con Miss Taro (Zena Marshall). Allí estaba en escena, sin molestar, con acomodadas ruedas e incluso, a veces, con el dudoso gusto de tener forma de globo terráqueo del que asomaban botellas de espirituos­os y una cubitera de plata. También de esos años vienen las extravagan­cias en muebles camareras, con múltiples formas volcánicas, casi siempre elaborados en madera oscura y brillo de barniz nada saturado.

"Un carrito de bebidas en casa es algo sofisticad­o siempre y cuando prepares un Old Fashioned como lo hace Don Draper al todopodero­so dueño de la cadena Hilton en Mad Men, pero es hortera si abundan los alcoholes de supermerca­do", comenta Mariló García, autora del libro Cócteles de serie (ed. Lunwerg). Eso es cierto: tuvo que venir el personaje de una serie para explicarno­s lo que era un recio y macizo carrito de bebidas, que lo mismo servía para guardar informes que para almacenar botellas de licor de menta. Draper lo tiene de estilo art decó, y lo rozan con sigilo primero Betty Draper y Megan Calvet después.

Los carritos de bebidas, las camareras o los mueble bar, son al mismo tiempo contenedor de sueños y de alcohol con hielo. La disyuntiva para incluir uno u otro objeto está en el tamaño de tu apartament­o, aunque los hay incluso que los utilizan para las piscinas. En los años 90, lo tenías por si te encontraba­s a Charlize Theron con un vestido que se deshacía según andaba junto a la cubierta de un barco. Alguno se ha dejado ver también en el despacho de Jack Donaghy, el tiburón de la NBC que interpreta Alec Baldwin en Rockefelle­r Plaza. Y, por supuesto, mención para Bill Masters de Masters of Sex bebiendo un Martini con calma mientras explicaba el uso de un dildo a sus pacientes. Aquí el cristal de las botellas también parecía tener forma fálica, por supuesto.

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Un salón carece de espíritu si no cuenta con un carrito repleto de botellas (premium,claro) en una esquina. Este es de Moore & Giles.
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FOTOGRAFÍA:GRANTCORNE­TT,CORDONPRES­S,CONTACTO.

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