GQ (Spain)

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THIERRY MAMAN, presidente global de Parfums Givenchy, nos da las claves para sobrevivir en el competitiv­o mundo de la cosmética sin perder tu identidad.

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Empezó en el mundo del lujo como ayudante de fotografía, pero su pretensión de comer todos los días le llevó a orientar su carrera hacia la gestión empresaria­l. Graduado en la prestigios­a HEC Business School de París, Thierry Maman ha ocupado en los últimos 25 años importante­s cargos de responsabi­lidad en algunos de los grupos cosméticos más importante­s de su país –con una breve pausa entre los años 1994 y 1996, en los que se dedicó a montar una productora de cine–. Desde 2009 es el presidente global de Parfums Givenchy.

GQ: Uno de tus últimos lanzamient­os es Gentlemen Only, con el actor Simon Baker como imagen. ¿Te consideras a ti mismo un gentleman? THIERRY MAMAN: Eso no lo puedo decir yo, sería una falta de humildad increíble. Pero sí puedo decir que los valores del gentleman están muy de moda. Dada la difícil situación que está viviendo mucha gente con la crisis, es más importante que nunca mantener una actitud empática con los demás, pensar en los otros, estar conectado con el mundo exterior, sentir, escuchar, mirar… Son valores que ponen un contrapeso a todo lo que está ocurriendo. GQ: Empezaste como fotógrafo y tienes una parte creativa en ti. Como presidente de Parfums Givenchy, ¿eres un jefe de números o uno al que le gusta integrarse en la parte creativa? T. M.: Me encanta entrar en la parte creativa, en el proceso, porque creo que lo que marca la diferencia no son los números, sino la manera en que conectas con la gente; y cuanta más intuición y sensibilid­ad tengas para conectar, mayores serán los números después. Hay que empezar por el comienzo, no por el final. GQ: ¿Ha influido la crisis económica en el modo en que trabajáis? T. M.: No radicalmen­te. Ha cambiado el espíritu. Hoy hacemos las cosas con más sinceridad, menos marketing y más intuición. Ponemos en marcha proyectos en los que creemos visceralme­nte, no hacemos tests de mercado,esoyaseaca­bó,esunaépoca­pasada. Ahora la gente busca cosas más auténticas, más originales, que no respondan a moldes; y nosotros trabajamos así. GQ: El cliente del lujo, ¿se ha vuelto más racional y menos emocional? T. M.: Creo que es al revés, el cliente del lujo se está volviendo más emocional y prefiere productos auténticos que reflejen un discurso coherente antes que realidades prefabrica­das o cuadricula­das. La tendencia es desear cosas que no sean perfectas y que dejen ver la personalid­ad de su creador. GQ: Uno de los problemas del mercado de fragancias es la saturación. ¿Ha ayudado la actual situación económica a dar más visibilida­d a marcas como Givenchy? T. M.: No, no, es al contrario. La crisis ha propiciado una concentrac­ión de marcas en grupos muy poderosos con gran capacidad de inversión, y las marcas que no están en ese pequeño club tienen que alcanzar mayores cotas de creativida­d y originalid­ad para emerger. Es lo que nos sucede a nosotros, que somos una marca con unos medios relativame­nte modestos. GQ: ¿Qué otras herramient­as empleáis para sobrevivir en ese océano de tiburones que describes? T. M.: Creo que la condición para sobrevivir es poseer una verdadera personalid­ad. Por eso hablamos de valores. Dada la brutal competenci­a que existe, necesitamo­s decirle a la gente quiénes somos y por qué somos diferentes a los demás. Tenemos que contar nuestra historia, nuestra razón de ser, nuestro posicionam­iento e identidad. Porque si no, ¿por qué vas a comprar Givenchy en lugar de otra marca? GQ: A la hora de contar esto, ¿qué importanci­a le dais a las redes sociales? T. M.: Nos encantan. Porque antes de que existieran, nos sentíamos un poco rehenes de la distribuci­ón, había una lucha perpetua por conseguir que nos permitiera­n mostrar nuestra imagen en el punto de venta. Era una batalla diaria. Ahora, gracias a Instagram, Twitter, etc., lo podemos manejar nosotros, podemos enviar los mensajes que queremos, y esto es una gran oportunida­d. Ahora tenemos un control más preciso sobre lo que queremos enseñar.

"Me encanta entrar en la parte creativa de la marca, porque creo que lo que marca la diferencia no son los números, sino la manera en que conectas con las personas"

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