GQ (Spain)

KEVIN COSTNER

- ANDREW GOLDMAN

Los 60 son los nuevos 40.

KEVIN COSTNER (Lynwood, California, 1955) asegura no poder "hacer una mierda" a sus recién estrenados 60 años. Reconoce que le encantó cumplir los 40 (debería leer nuestro especial cuarentone­s del mes pasado), su mejor época, aunque siempre se ha sentido como si tuviera 20. Ahora sus rodillas le recuerdan su verdadera edad –ya lleva tres operacione­s en la izquierda– y solo le permiten chutar al balón cuando juega al fútbol con sus hijos. Tenerlos es una suerte porque gracias a ellos se mantiene activo. Eso y la película que tiene pendiente de estreno con Disney, Mcfarland USA . GQ: Antes de ser actor trabajabas en un barco pesquero. No debe de ser un trabajo muy agradable… KEVIN COSTNER : Para mí sí lo era. Nunca fui muy buen estudiante, era demasiado duro para mí. Yo soy más de currar, así que fue una buena opción. GQ: ¿Te han apoyado siempre tus padres? K. C.: Siempre. Han estado en cada acto del coro, en cada partido de liguilla, incluso cuando fui a Dakota del Sur a dirigir Bailando con lobos . Se compraron una caravana y se sentaban en unas tumbonas en lo alto de la colina. Mi madre me saludaba desde lo lejos cada día al llegar al set . La gente se acostumbró a que estuvieran por allí. Me daba un poco de vergüenza, pero a la vez estaba orgulloso de cómo eran. Sus hijos siempre han sido lo más importante. GQ: Hiciste dos películas en los 90 sobre la América postapocal­íptica (Waterworld y Mensaje del futuro). Tienes un rancho de 165 hectáreas a las afueras de Aspen. ¿Forma parte de tu plan si el mundo se acaba? K. C.: Lo tengo en mente. El mundo está en una guerra constante. Está pasando algo parecido a Mensaje del futuro en África. Mientras tú y yo hablamos, raptan a mujeres y atan bombas a niños. ¿Qué cojones está pasando? Y las pandemias me preocupan todavía más. Por eso he intentado crearme un sitio en el mundo del que pueda escapar fácilmente. Sé cómo alimentarm­e y cómo cuidar de mi familia. GQ: Deberías haber dado el salto a la fama en 1983 con Reencuentr­o, interpreta­ndo al suicida que provoca con su muerte que todos sus antiguos amigos se vuelvan a ver. Pero Lawrence Kasdan decidió eliminar tus escenas durante el montaje. Aquello debió doler, ¿no? K. C.: Tengo mi ego y claro que me habría gustado estar en aquella película. Forma parte de toda una generación. Pero también soy consciente de lo difícil que debió de ser para Lawrence decirme que al final no iba a salir. Intenté ponérselo lo más fácil posible. Me habría encantado estar ahí, pero lo llevé bien. Además, después me recompensó con esa escena genial del atraco en Silverado . GQ: Financiast­e al completo tu última película, Blackorwhi­te,con nueve millones de dólares, y no es la primera vez que lo haces. ¿Se ha mosqueado alguna vez tu mujer con este tema? K. C.: No, pero sí que me ha dicho: "¿Es que acaso te ha dado una inspiració­n divina o qué?". Es una persona terribleme­nte práctica. Si algún día conozco a algún multimillo­nario interesado en invertir, espero que sea pronto. Estoy cansado de tipos ricos que me aseguran que quieren entrar en el negocio pero luego se asustan cuando les digo que hay que poner tres o cuatro millones. No debería ser yo quien lo hiciera, sino ellos. GQ: ¿Cuando inviertes en una película te vuelves un jefe cabronazo? K. C.: Lo que busco de la gente en el rodaje es que se centren en lo que están haciendo. Si les trato bien y me preocupo por ellos, no tendré ningún problema cuando les diga: "Necesitamo­s un esfuerzo extra esta noche. Nos vamos a quedar trabajando hasta tarde". No soy ese tipo de jefe que paga sus problemas con los empleados. En realidad solo he tenido que despedir a dos personas en toda mi vida… GQ: Recienteme­nte has recibido el premio de la Asociación de Críticos en reconocimi­ento a tu trayectori­a. ¿Te sientes querido por tus compañeros de Hollywood? K. C.: Siempre me han tratado con mucho respeto, pero no formo parte de sus pandillas. Celebré mi 60º cumpleaños y no vino ni un solo actor ni director. No quiere decir que no hayan sido importante­s para mí, pero cuando miré a mi alrededor y vi a mis amigos del colegio, del instituto y a los de mi barrio, supe que no necesitaba más. Mis hijos hablaron en la fiesta e hicieron que los invitados se emocionara­n y rieran. Eso es todo lo que tengo, es mi vida y aquí la tienes.

Kevin Costner no se rinde. A pesar de los problemas de salud que surgen cuando uno suma seis décadas a sus espaldas, ha decidido ir más allá e invertir en cine. De poner la cara en las películas a también sacar la chequera.

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