GQ (Spain)

Oscura esencia ford

El diseñador lanza nueva fragancia, él mismo es la imagen y (una vez más) vas a desear su olor. Hablamos con Tom Ford sobre su última arma de seducción.

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Estoy muy orgulloso de lo que he hecho, así que voy a ponerlo todo en un libro bien gordo titulado Tom Ford". Y eso es lo que el texano hizo nada más abandonar Gucci (y sus periodos depresivos) y dar el primer paso hacia su conversión en icono. Tanto es así que para presentar sus nuevos productos (como Extreme Noir, su última fragancia) no precisa de caras conocidas, le basta con la suya propia para protagoniz­ar la campaña: "He creado este perfume porque hay cosas que quiero y necesito, es mi punto de vista", cuenta a GQ; y así es como la línea que separa personaje y marca se estrecha hasta el límite con cada uno de sus lanzamient­os.

A primer olfato, el aroma de la carrera de Ford podría destilar pretensión y autoestima desbordada, pero sus notas de fondo se deshacen de falsa modestia y se componen de talento y trabajo sin descanso. La palabra suerte no existe en su vocabulari­o: "Quizá hay diseñadore­s mucho más creativos que yo, pero no que trabajen tanto", añade. Para alcanzar la sofisticac­ión que todos ansían calzar, prueba todo lo que crea, "diseño para mí. Soy la talla del modelo, la edad del cliente y el estándar de calidad que exijo para mis prendas". Un proceso creativo obsesivo derivado de su búsqueda de la perfección: "Cada detalle es importante y soy así todo el tiempo. He construido una carrera a partir de percibir imperfecci­ones y corregirla­s, es como una enfermedad. A veces le digo a Richard [Buckley, su pareja]: 'Al menos, tú puedes dejarme, ¡pero es imposible que yo escape de mí mismo!'".

Es el pormenor , el ojo clínico, lo que desempolva de naftalina el gusto clásico de los diseños de Ford, pequeñas rúbricas como los milímetros de la solapa de un traje, la confección de un material específico, el largo justo de la barba (él mismo recortó a tijera la del modelo español Juan Betancourt, imagen de su línea Tom Ford For Men) o el olor personal en el cuello de tu acompañant­e, ese que "solo hueles cuando estás muy cerca de alguien. Por eso, la fragancia para mí es sensualida­d, calidez, piel…". Si el traje es una coraza ("si me pongo uno con una corbata cuando me siento mal, es como una armadura"), el perfume es la esencia de la carne, de la sexualidad que desprenden las entretelas de cada proyeto del padre del porno-chic que marcó los primeros compases del siglo XXI.

Sin embargo, y a pesar del reconocimi­ento que amasa el rey del lujo moderno, pocos apostaron por él en sus primeros pasos. "No daba ni un duro por Tom", aseguró la creadora Cathy Hardwick, su primera jefa. "Le pregunté cuáles eran sus diseñadore­s favoritos y contestó Chanel y Armani. Poco tiempo después le pregunté el porqué y dijo: 'Ese día llevabas algo de Armani'. ¿Hay alguna duda de por qué consiguió el puesto?". Tampoco tenían esperanzas en él cuando atravesó las puertas de Gucci como jefe de diseño femenino y terminó revitaliza­ndo una firma moribunda. Y mucho menos cuando en 2009 decidió adentrarse en el cine con Un hombre soltero. Muchos aseguraron que el resultado sería un anuncio de moda de 101 minutos pagado de su propio bolsillo (alrededor de 7 millones de dólares), y finalizó con Colin Firth, el protagonis­ta, nominado al Oscar y recogiendo el BAFTA al Mejor actor.

"Hubo un tiempo en el que parecía que todo lo que yo tocara se convertirí­a en oro", se sorprende Ford, y resulta que ese periodo aun no ha terminado, porque inmerso en su segundo proyecto cinematogr­áfico, Nocturnal Animals (adaptación de la novela Tres noches, de A. Wright), ya ha encontrado productore­s en George Clooney y Grant Heslov (Smokehouse Pictures) mientras los actores se codean a las puertas del estudio para adueñarse del guión, obra también del americano.

"El masculino es un mercado dirigido por el aprecio al detalle". Y a él, desde luego, no se le escapa ni uno. bálsamo de sensualida­d Cítricos y especias en la salida, corazón floral tocado por el Kulfi (brebaje de los emperadore­s mogoles del siglo XVI) y fondo amanerado reforzado por el ámbar. Extreme Noir captura la cima de la sofisticac­ión alcanzada por el hombre. "Me gusta cuando ingredient­es femeninos clásicos, como las flores, se mezclan hasta obtener una profunda textura masculina". Un juego de seducción en el que "poco importa si la etiquetada es masculina o femenina, sino el hecho de poseer algo valioso y único".

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