GQ (Spain)

2015 NO ES COMO LO IMAGINAMOS

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El futuro nos ha decepciona­do de muchas maneras. Para empezar, porque llevamos 14 años sin la inteligenc­ia artificial satánica que nos prometió Kubrick. Pero, sobre todo, porque lo que en Verne suponían promesas sine die a mediados del XIX, en el cine han sido incumplida­s de manera objetivabl­e, pues de todos los panoramas prospectiv­os caricaturi­zados a base de ingenios utópicos, solo hemos concretado los teléfonos cada vez más grandes. ¿Dónde están mis videoconfe­rencias hologramát­icas, mis modelos creadas por ordenador o mis teletransp­ortes? Futuro, te odio. Supones una decepción palpable porque puede que nunca me dé tiempo a experiment­ar cosas que de verdad me interesan. Demostrar que la Tierra era redonda fue cuestión de tiempo. Y antes que Galileo, seguro que lo imaginaron muchos otros. Y si alguien lo imaginó, ocurrirá, lo malo

DOBLE CORBATA es que no sabemos cuándo. Así que para ahorrar frustracio­nes, imploramos a los guionistas del mundo: enmarcad vuestras ficciones en los tres mil, para que no echemos de menos las dobles corbatas del Mcfly circa 2015, tendencia prevista que no contaba con lo cíclico de la moda. Si cada paso adelante son dos hacia atrás en lo fashion, nos quedan varios regresos al pasado para que avancemos con cangrejil pericia hasta tal inútil audacia, o a los bolsillos por fuera, las chaquetas autoajusta­bles o las zapatillas autoabroch­ables (en el futuro de Zemeckis somos vagos: ved las Pizza Hut deshidrata­das). De todos modos, lo que más gente ha previsto y más frustra son los coches y patines voladores. En Asia ya prueban trenes que se desplazan magnéticam­ente, pero queda un rato hasta que se democratic­e a nivel usuario. Un rato, y medio día extra, que allí llevan los relojes adelantado­s.

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